El próximo miércoles concluye la jornada electoral. Ya para este momento cada uno de los candidatos inician sus cierres de campaña; y luego estarán a la espera del día 5, el día que los electores, tendrán el derecho, la responsabilidad, de emitir su voto y hacer que la democracia en Tamaulipas se valide.
No es por nada, pero de pronto, uno se pregunta: ¿Cómo hacer que la realidad vaya pareja con la teoría? Y es que, si hacemos caso de las definiciones de la democracia, difícilmente se emparejan. Y es para recordar aquella expresión del líder obrero, Fidel Velázquez, en el sentido de que la “Democracia transparente” pregonada por un líder partidista, de tan transparente que era, ni se veía.
Y es que la teoría marca reglas o requisitos. Como la igualdad, la equidad, la transparencia, la legalidad, la objetividad. Y si las aplicaciones, de una en una, al actual proceso electoral, creo que fácilmente se puede afirmar que no hay democracia en el sentido estricto de la definición. Los actores, los partidos y protagonistas, juegan con las reglas, de vez en cuando, las violan.
El valor de la democracia es el voto emitido por los ciudadanos. La cuestión es que, gradualmente, la participación ciudadana ha ido disminuyendo: ¿Por qué no vota el ciudadano? Hace día, el peluquero del rumbo del mercado Arguelles, me confesó: tengo muchos años sin votar. Obvio, no me quede con las ganas, le pregunte: ¿Por qué? Y su respuesta fue: son siempre los mismos, rateros, sinvergüenzas, no cambian… ni en las promesas que hacen”.
Efectivamente no cambian. Ya desde 1982, hace ya más de 30 años, Miguel De La Madrid Hurtado pregonaba la renovación moral, combatir a la corrupción e impunidad. Se han creado instancias que, como los derechos humanos, el acceso y la transparencia de la información, como la rendición de cuentas, van aparejados al desarrollo de la democracia. Pero, ni aun así, disminuye, tanto que se están discutiendo leyes anticorrupción.
Los gobernantes, los partidos políticos, los líderes y dirigentes saben que tienen que propiciar un cambio. Por eso, hacen promesas y se jactan de ser transparentes, presumen que hacen las cosas correctas, y no es cierto: los hechos, las evaluaciones, los desmienten. Decía Víctor Gordoa en una conferencia: a un diputado que quiere ser gobernador o alcalde le recomiendo, “no presumas” que fuiste diputado.
Ese es el gran problema de los partidos políticos. No han logrado ganarse el apoyo de la gente, porque no les ofrecen, entre otras cosas, credibilidad de sus ofertas electorales; porque no les ofrecen honorabilidad y responsabilidad de sus candidatos. Y es que, cínicamente, ante el cumulo de promesas, unas difíciles de creer, afirman: “estoy en campaña”.
A estas alturas ya ganaron todos los candidatos. Los priistas dicen que va a ganar Baltazar Hinojosa Ochoa; los panistas que lo hará Francisco Javier García; es más, hasta Jorge Valdez afirma que será el próximo gobernador del Estado. Y cada partido, dice lo mismo, así lo afirman las encuestas que solo ellos conocen. Otros, se quedan en la barda: hay empate técnico, será competida la elección.
Yo espero que, quien gane, lo haga con una votación que marque la diferencia: que vote más del 50% de los ciudadanos. Que los tamaulipecos demuestren, a tirios y troyanos, que tienen responsabilidad cívica. Claro, mi sueño es que, quien gane, obtenga más del 50% de votos del padrón electoral, para que realmente sea una mayoría la que decida… Claro, es sueño, y los sueños, pues son sueños.