Prohibiciones
En nuestra infancia muchas cosas nos las prohibían, nuestros papas decían que era por nuestro bien. Y cuando alguien se atrevía a preguntar: ¿Por qué? Nos respondían: ¿Por qué lo digo yo, tú papá? Ese estereotipo, quiérase o no, creo que pocas veces logro el propósito, porque el hijo buscaba siempre burlar la prohibición. Bien dicen, las cosas prohibidas, saben mejor. La cuestión, en todo caso, es ver cuando efectivamente lo prohibido hace daño: los cigarros, por ejemplo, los prohíben… medio mundo sabe que hacen daño y los siguen consumiendo.
La vida está llena de prohibiciones. Me acuerdo cuando mi hija, una niña, puso la puerta de su recamara una lista de sus derechos. Y esa es la cuestión: derechos y la educación, al menos en la forma, en cierta parte van de la mano. En más de una ocasión, en los memes de las redes sociales, ponen un huarache con la leyenda: así me educaron mis padres… recuerdo que una maestra, en mi caso, nos agarraba de las patillas y así, casi nos arrastraba fuera del salón, como castigo por una conducta inapropiada. Hoy no se puede prohibir nada, menos usar formas, digamos violentas.
QUERIA IR AL BAILE.
Un día al terminar mi clase, se acercó una joven a pedirme le justificara la falta del día siguiente. Era de primer semestre, imaginen la edad, y me explicó que no podía asistir a mi clase, a las 7 am, por una sencilla razón, valida: era madre de un bebe y tenía que llevarlo a que le pusieran las vacunas correspondientes, según la cartilla de salud. Claro, no había forma de negarle tal petición: madre y estudiante, comprometida en ambas tareas.
Ante mi cuestionamiento, o sea pregunta, de porqué era madre tan joven, me explicÓ: me gusta mucho bailar, en un principio no se perdía los bailes que hacían en su escuela, la secundaria y luego la preparatoria, pero luego le dio por ir a los bailes populares, esos que se organizaban en algunas terrazas o centros de diversión de la ciudad capital. Y ahí fue cuando sus padres pusieron el grito en el cielo, y le prohibieron salir, más cuando se dieron cuenta que tenía novio. Y la reacción, inmediata y de consecuencias difícil de asimilar fue que se salió de la casa, se fue a vivir con su novio, a la casa de sus papás. Lo bueno es que, ambos, siguieron estudiando.
ALCAPONE Y LA LEY SECA.
Para la historia tenemos lo que sucedió con la Ley Seca, que prohibió la venta, producción y consumo de alcohol en los Estados Unidos en 1920, si, en el siglo pasado; y de este evento, y sus efectos y consecuencias, se hicieron a la postre películas, series de televisión, libros. ¿Qué fue lo que sucedió? Que dicha ley favoreció la expansión de la mafia y la proliferación de bares clandestinos. Al Capone se involucró en el contrabando y la venta de alcohol ilegal. Estableció en Chicago un imperio que incluía bares clandestinos, prostíbulos y casas de juego.
El final de la historia es ampliamente conocido: soborno a policías y jueces, pero un día tuvo que enfrentar a la ley y en 1931, es decir, 11 años después se declaró culpable de evasión de impuestos y 5000 violaciones a la ley. Al final, en 1933, la ley seca fue derogada. Pero el hecho y sus consecuencias, hasta dieron para una película, la historia de Eliot Ness, agente federal, que organizo un grupo especial para enfrentar al Capo, al rey del crimen organizado, llamado Los Intocables.
VAPEADORES.
El tema de fumar también ha dado lugar a infinidad de historias, unas reales y otras fantasiosas. Así fue como en 1999 conocimos la película El Informante, que versa sobre el mercado del tabaco, que mueve sumas multimillonarias y de cómo se las ingenian para comercializar sus productos. En pocas palabras, no son fácil de vencer. Y ahí está, el caso de los cigarros y los vapeadores en México: un día no se podía tener a la vista los cigarros y al poco tiempo, se tuvo que volver atrás. Ahora, el tema es los vapeadores, los cigarrillos electrónicos que produce un aerosol que se inhala, simulando el acto de fumar.
La cuestión es muy simple: todos, más los mexicanos, estamos acostumbrados a burlar las prohibiciones. Ya es una Ley, al menos ya lo aprobó el Senado y en menos que canta un gallo, imagino, será aprobada cuando menos por 17 legislaturas locales. Las voces, muchas, han dicho que con esto lo único que van a generar es el negocio ilegal, clandestino… y que, a la larga, tarde o temprano, tendrán que volver a autorizarlo… como sucedió con la ley seca de 1920, que 11 años después, por sus consecuencias, tuvo que ser derogada.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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