Nuevo Laredo, Tamaulipas. - Era una noche lluviosa en octubre de 2006, como pocas veces, el cielo se reventó y la árida región de Nuevo Laredo vivió una intensa precipitación que marcó un trágico momento.

La estudiante de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Angélica Ramos Torres, quien había salido esa noche a festejar, al ver la necesidad, sin dudar bajó del auto donde viajaba para ayudar a unas personas que se encontraban en peligro.

Su instinto altruista, inspirado por la dedicación a su carrera, le impulsó a salir de la seguridad del coche a un vado, ubicado en Paseo de la Cañada en la colonia FOVISSSTE, justo a un costado de la escuela Juan Álvarez, en auxilio de un auto que estaba varado en la corriente.

La intensa lluvia provocó un flujo descomunal, Angélica con su menuda figura, jamás dudó en hacer lo correcto para que quienes estaban en riesgo, pudieran salir del vehículo, que iba a caer al arroyo El Coyote.

Desgraciadamente, esta noble acción le costó la vida a la joven, quien fue arrastrada por el agua.

Familiares y amigos buscaron por horas a Angélica, pero por desgracia, solo encontraron su cadáver.

Hoy, una cruz, permanece en la ribera del arroyo El Coyote, recordando el sacrificio que esta joven estudiante de enfermería hizo.

Las flores coloridas son un recordatorio de su valor por la vida y la voluntad filantrópica, además su amor por el servicio, por lo que está prohibido olvidar a esta joven guerrera.

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