Para no entrar en pretensiosos cálculos de pseudo analista político, aspirante a pitoniso o por mera lambisconería, más allá de cualquier predicción personal, le propongo hagamos un ejercicio personal de introspección para entender lo que ocurrirá en las elecciones del próximo junio en una entidad como Tamaulipas.
Por espacio de 45 días -es decir, casi ocho semanas- tendremos a media docena de conocidos Padrotes de la Patria recorriendo la entidad con todo tipo de promesas: desde las efectivas o bien intencionadas, hasta las más descabelladas y risibles, estas últimas, seguramente encaminadas a obtener de manera fugaz algo de atención en los medios o las tan socorridas redes sociales.
De los aspirantes a la gubernatura, ni siquiera vale la pena realizar una esmerada disección de perfiles. En términos reales solo dos personajes compiten con seriedad por el cargo: el priista Baltazar Hinojosa Ochoa y el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca. Del resto, con todo respeto, no vale la pena ocuparse.
¿Qué puede ocurrir en el espacio de ocho semanas como para alterar radicalmente el sentir o las preferencias de los electores en una de las pocas entidades federativas de este país que no han cedido espacio a la posibilidad de la alternancia en su gubernatura?
Independientemente a las estrategias y contenidos de cada campaña, está bastante clara la directiva bajo la cual se mueven los dos principales contendientes:
1.- Baltazar Hinojosa Ochoa y el PRI le aprueban a la eficacia de las estructuras. En procesos como los de la pasada elección federal, el PRI echó mano de una esmerada operación en territorio, e invitó a sus distintas corrientes políticas a “invertir a futuro”.
2.- El PAN y Cabeza de Vaca buscan capitalizar las inconformidades sociales. Su estrategia no le apuesta a la movilización masiva –puesto que el PAN carece de estructura territorial en Tamaulipas- sino a vender la idea de que su candidato es una víctima del sistema. Lo de menos es si tiene razón o no, o si le asisten argumentos: el objetivo es recoger el cascajo del presente régimen.
A pesar del discurso triunfalista, se prevé una contienda ríspida. Sobre todo porque el candidato panista pareciera estarse reservando algunas “sorpresitas” para el sprint final. Todo cuenta.
Se está poniendo bueno el chisme politiquero en Tamaulipas...
DE BOTEPRONTO: Para quienes piensan que detrás de la elección puede haber una negociación “de muy alto nivel” sólo hay que recordar algo que quedó claro en la pasada elección presidencial: Se puede perder Tamaulipas, y aún así, llegar a Los Pinos. Peña Nieto lo sabe…
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