A dos años de su administración el presidente Enrique Peña Nieto formuló un decálogo para fortalecer la seguridad, la justicia y el Estado de Derecho en el país, con soluciones de corto y mediano plazo para enfrentar la caída de la economía, el repunte de la inseguridad y la violencia, y el descontento social a su mandato.
De ahí que el presidente Peña Nieto busque con estas medidas corregir el rumbo del país, de tal forma que en su discurso retrata la realidad del México en crisis, el de las desigualdades, el del nulo crecimiento económico, el de la pobreza, el de la inseguridad, el de la violencia, el de la impunidad y el de la corrupción.
Aquí surge la pregunta obligada ¿por qué tardó dos años en presentar una ruta para la reconstrucción nacional? La respuesta la tiene el ejecutivo federal.
En vista de ello el gobierno de Peña Nieto no tiene nada que festejar con motivo del segundo aniversario de su llegada a la Presidencia de la República.
Por otro lado no aparece por ningún lado en el decálogo del Presidente un diagnóstico de la realidad del país. El Presidente no ofrece una explicación sobre el origen de la crisis política que padecemos. Nada dice sobre la relación de política y delincuencia, no toca a los gobernadores, ni a las autoridades federales, tampoco dice nada sobre los ataques federalismo o al desarreglo municipal.
Así como tampoco en el mensaje presidencial se hace mención de las tragedias de Ayotzinapa y Tlatlaya, el escándalo de la Casa Blanca y la licitación del Tren Rápido México-Querétaro, sólo por señalar los casos más recientes. Por tanto en el decálogo presidencial no hubo autocrítica, no reconoció ninguna responsabilidad, para quedarse solamente en un mensaje mediático.
Tanto esperar en medio de especulaciones sobre el mega cambio que detonaría después de que el ‘presidente el jueves 27 de noviembre, saliera frente a las cámaras, especialmente se esperaba un golpe de timón en su equipo y nada.
Cabe indicar que el Presidente presentó una iniciativa de seguridad y justicia, acompañada de un programa que, que incluye iniciativas para el desarrollo para los estados del suroeste, son medidas positivas y se implementan, darán resultados Pero ese no es hoy su principal problema: el desafío, hoy, es la seguridad y la economía.
En definitiva las reformas y los cambios en materia de seguridad y justicia anunciados para fortalecer la legalidad del Estado de derecho no despertaron el entusiasmo deseado. El decálogo presidencial suma medidas necesarias pero insuficientes para que el ciudadano recupere la credibilidad y la confianza en las instituciones gubernamentales de los tres órdenes de gobierno.
lucarrso@hotmail.com
Twiter: @luiscarrs