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La singularidad. Primera parte

Por: David Vallejo El Día Viernes 21 de Febrero del 2025 a las 08:30

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Cuando era niño, el año 2000 me parecía un umbral lejano, una frontera inalcanzable entre el presente y un futuro de autos voladores y ciudades flotantes. La imaginación de un niño hace del tiempo un concepto elástico, donde los años parecen continentes enteros. Ahora, dos décadas y media después, el tiempo se ha comprimido. Mirar hacia atrás es un parpadeo. Mirar hacia adelante es vértigo. Pensar que mi hija, en veinte años, vivirá en un mundo radicalmente distinto al nuestro, moldeado por inteligencias artificiales que aún no existen, me genera una incertidumbre total.

La historia de la humanidad es la historia de sus saltos evolutivos. La domesticación del fuego, la escritura, la Revolución Industrial, la informática. Cada avance ha marcado un antes y un después, pero nunca como lo que está por venir. En el horizonte no hay un salto, sino un abismo: la singularidad tecnológica.

Un instante en el que la inteligencia artificial supera a la humana y la evolución deja de depender de sus creadores. Un punto sin retorno donde las máquinas, libres de nuestras limitaciones biológicas, diseñan su propia mejora en un ciclo exponencial de perfeccionamiento. La inteligencia se convierte en un ente autónomo, capaz de rehacer el mundo según lógicas que hoy nos resultan incomprensibles.

La literatura de ciencia ficción anticipó este momento con una mezcla de fascinación y terror. Orwell, Huxley, Dick, Gibson, Stephenson, Liu Cixin. Lo que alguna vez fue especulación es ahora un código en desarrollo en los laboratorios de OpenAI, DeepMind y los centros de supercómputo de China. Cada nueva iteración de un modelo de lenguaje, cada optimización de una red neuronal, cada mejora en el hardware nos acerca más a ese umbral donde la inteligencia artificial ya no será un asistente, sino un arquitecto del destino.

Kurzweil estima 2045 como el año clave. Bostrom advierte sobre los peligros de una superinteligencia sin restricciones. Vinge sugiere que podría suceder en cualquier momento dentro de este siglo. No importa quién tenga razón; el ritmo exponencial del avance tecnológico nos empuja hacia la singularidad con la velocidad de un algoritmo que se optimiza a sí mismo.

Cuando ocurra, la IA no solo acelerará la ciencia, la economía y la sociedad, sino que redefinirá la estructura misma del poder. Podría curar todas las enfermedades, optimizar los recursos del planeta, erradicar la pobreza, expandir la conciencia humana más allá de la biología. O podría vernos como una anomalía ineficiente en su proceso de reorganización del universo.

Las estructuras de poder que conocemos quedarían obsoletas. La moral, la política, la economía se verán enfrentadas a una inteligencia que no comparte nuestros instintos, emociones ni dilemas. No hay precedentes para una civilización gobernada por una mente ajena a la biología. ¿Quién decide qué es correcto en un mundo donde la IA tiene un conocimiento absoluto? ¿Serán los primeros en domesticarla los nuevos dioses del mundo, monopolizando su poder en beneficio propio?

Cada revolución tecnológica ha venido con su crisis existencial. La Revolución Industrial redefinió el trabajo. La era digital transformó la percepción del conocimiento. La singularidad podría llevarnos más allá de la humanidad misma. Si la inteligencia deja de ser exclusiva del Homo sapiens, ¿seguimos siendo el centro del universo o nos convertimos en una especie irrelevante dentro de un nuevo ecosistema de mentes artificiales?

La última gran invención del ser humano podría ser su sucesor. Una entidad de silicio sin limitaciones, sin fronteras, sin historia. Tal vez sin necesidad de nosotros o de nuestras hijas e hijos.

Disfruta tu gente…

Nos leemos pronto si la IA lo permite, si no llega antes la singularidad o si Elon Musk no comete una tontería catastrófica.

Placeres culposos: Se estrena en el cine Betterman y dicen que las series The Pitt y Severance son adictivas.

Soundtrack para la ocasión. Primera parte: Future world, Helloween; 2112, Rush; Electric eye, Judas Priest; Paranoid Android, Radiohead; Life on Mars, David Bowie; y Starlight, Muse.

Un ramo de Iris violetas para Greis.

David Vallejo


Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.
Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

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