En la política mexicana, las encuestas de popularidad se han convertido en el equivalente a los boletines escolares amañados: si pagas lo suficiente, hasta el burro del grupo se lleva una estrella dorada en la frente. En los últimos años, encuestadoras de dudosa reputación han brotado como hongos después de la lluvia, calificando alcaldes, gobernadores y presidentes con un rigor digno de una rifa de feria.

Lo que llama la atención es que justo ahora, con apenas con unos cuantos meses de gobierno, ya se publican encuestas para medir la gestión de los alcaldes. ¿Cinco meses? Es decir, ni tiempo les ha dado de perderse en su propia oficina y ya hay evaluaciones que los colocan en un pedestal o los entierran en el lodo. Pero la gran pregunta es: ¿realmente es válido medir a un gobierno con tan poco tiempo? La respuesta parece ser un rotundo "depende de quién pague la factura".

El asunto se vuelve más curioso cuando uno observa los resultados. Los alcaldes de Morena aparecen bien evaluados en las encuestas de ciertas empresas, pero, oh sorpresa, esas mismas casas encuestadoras le dan una mala calificación al gobernador de Tamaulipas, que también es de Morena. ¿Acaso los presidentes municipales tienen un poder oculto que les permite gobernar con eficiencia mientras su jefe político se desmorona? ¿Será que su jefe político no quiso pagarles unos pesos para que digan que salió bien evaluado?

También se habrán preguntado ¿qué va a decir el jefe si yo salí bien bonito y él no?, digo, mínimo hubiera pagado unos pesos para que lo pusieran con un 100 de calificación.

El toque final de esta farsa es que muchos políticos celebran haber sacado menos de 60 puntos en su evaluación, como si eso fuera digno de orgullo. En la escuela, un 6 significaba que apenas y libraste la materia con un milagro, y un 59 te dejaba directo a extraordinario. Pero en la política mexicana, parece que mientras no saques ceros, hay razón para festejar.

El problema de estas encuestas a modo no es solo la falta de rigor, sino la manipulación descarada de la percepción pública. Se vende la idea de que un gobierno es exitoso con base en números inflados y no en hechos reales. Así, los políticos siguen haciendo lo de siempre: comprar aplausos, pagar por reconocimiento y creer que el pueblo se traga todo lo que le ponen enfrente.

Pero al final, la realidad es necia y tiene la mala costumbre de imponerse. Las encuestas podrán decir que un alcalde es un héroe, pero si las calles siguen llenas de baches, la delincuencia desbordada y el agua llega una vez por semana, ni un 10 regalado lo va a salvar. Porque cuando la gente se da cuenta de que le vendieron humo, la verdadera encuesta se aplica en las urnas, y esa no hay billete que la compre.

ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON LA NAVIDAD

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Marco Esquivel

Valle Hermoso, Tamaulipas 1973
Periodista, Agente de Seguros y Consultor Político

Tiene una maestría en Gobierno y Política Pública; un Máster en Gestión de Riesgos y un Máster en Consultoría Política. Es director general del periódico digital HOYTamaulipas.

Como agente de Seguros, en 2024 obtuvo la designación como Máster en Seguros, concluyendo su carrera con el Diplomado en Finanzas Personales y Familiares en el ITAM, cuenta con cédula para intermediar seguros personales, empresariales y agrícola y ganado. Es miembro de la Million Dollar Round Table que congrega a los mejores agentes de seguros internacionalmente.