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Sobre el amor. Segunda parte

Por: David Vallejo El Día Jueves 13 de Febrero del 2025 a las 19:30

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Ah, el amor. Esa fuerza inagotable que ha inspirado guerras, poesía y algunas de las más grandes revoluciones de la humanidad. Desde la antigüedad, los filósofos han intentado definirlo, los poetas lo han cantado, y la ciencia, en su insaciable curiosidad, ha decidido estudiarlo con microscopios y resonancias magnéticas. Pero el amor sigue siendo, en esencia, un motor de nuestra existencia, la chispa que nos conecta y trasciende.

En términos biológicos, el amor es fascinante. Helen Fisher, pionera en el estudio del amor desde una perspectiva neurocientífica, identificó tres etapas principales: la lujuria, impulsada por hormonas como la testosterona; la atracción, dominada por la dopamina, que genera ese subidón eléctrico y eufórico que asociamos con el enamoramiento; y el apego, regido por la oxitocina y la vasopresina, que fomenta el compromiso y la estabilidad a largo plazo. Este cóctel químico asegura nuestra supervivencia como especie, pero también refuerza nuestros lazos emocionales más profundos.

El amor es mucho más que química. A lo largo de la historia, ha sido el eje de algunas de las narrativas más poderosas. En la antigua Grecia, el amor se dividía en múltiples formas: el eros, o amor apasionado; el philia, el amor amistoso; el storge, el amor familiar; y el ágape, el amor desinteresado y universal. Estos conceptos aún resuenan en nuestras vidas cotidianas, recordándonos que el amor es tan vasto como nuestras experiencias.

En la Edad Media, el amor cortés transformó la percepción del amor romántico, elevándolo a una virtud idealista. Los trovadores cantaban sobre la adoración a sus musas, y las historias de caballeros y damas plantearon el amor como un arte. En el Renacimiento, el amor se convirtió en símbolo de humanidad y belleza, reflejado en las obras de Shakespeare y Botticelli. Desde entonces, ha evolucionado para abarcar todo, desde el amor romántico hasta la conexión con la naturaleza y la compasión hacia los demás.

Hoy sabemos que el amor tiene un impacto profundo en nuestra salud. Las relaciones afectuosas fortalecen el sistema inmunológico, reducen los niveles de estrés y mejoran la salud cardiovascular. Incluso mirar una foto de alguien a quien amas puede aliviar el dolor físico, según investigaciones en neurociencia. Es como si el amor fuera un bálsamo natural, diseñado para hacernos más fuertes, tanto emocional como físicamente.

Curiosamente, el amor no solo se manifiesta entre personas. Un reciente estudio reveló que los vínculos con nuestras mascotas activan áreas del cerebro similares a las que se activan en el amor humano. Tal vez esto explique por qué, para muchos, un abrazo a su perro o gato puede transformar un día gris en uno luminoso.

La evolución también ha hecho del amor un componente esencial de nuestra especie. A diferencia de otros animales, los humanos desarrollamos vínculos de pareja más duraderos, lo que permitió una crianza colaborativa y un desarrollo social más complejo. El amor, en sus múltiples formas, nos ha llevado a construir comunidades, familias y civilizaciones enteras.

Pero, ¿cómo saber que es amor? Es algo consciente. Es mirar a alguien y además de emoción, también es sentir admiración, respeto y gratitud. Es preocuparte por su felicidad, desear su bienestar y saber que no se trata solo de ti. Amar implica vulnerabilidad compartida: el poder de abrirte, de mostrarte tal como eres, de invitar al otro a entrar en tu caos y en tu calma. El amor trasciende la pasión inicial; es lo que queda cuando el entusiasmo se calma y comienza la complicidad cotidiana. Es lo que te inspira a ser mejor, a comprometerte con el otro, no como una carga, sino como una elección que haces cada día.

En tiempos recientes, el amor enfrenta desafíos que nuestras abuelas no habrían imaginado. Vivimos en la era de las conexiones rápidas, donde una relación puede empezar con un mensaje y terminar con un silencio. Las redes sociales muestran una versión idealizada del amor, perfecta en apariencia, pero muchas veces superficial. Y en una sociedad que glorifica la independencia y teme al compromiso, el amor se ha vuelto algo que algunos evitan, como si entregarse a otro implicara una pérdida y no una ganancia.

El amor no es una pérdida, sino una expansión. No limita, sino que enriquece. Puede traer miedos, sí, porque implica confiar, apostar y entregarte a algo que no puedes controlar por completo. Pero también trae esperanza, fuerza y una profundidad de vida que ninguna otra experiencia puede igualar.

Lo maravilloso del amor es su universalidad. Se manifiesta en gestos cotidianos, como una caricia, una sonrisa o un “¿cómo estás?”. Se encuentra en la poesía de Neruda, en la filosofía de Aristóteles y en la música de un bolero que hace vibrar el alma. Es la esencia de lo que somos, lo que nos impulsa a crear, cuidar, soñar y trascender.

El amor no necesita explicaciones complejas ni fórmulas perfectas. Al final es el acto más humano y valiente que podemos realizar. Es caminar juntos, con las imperfecciones y las maravillas que nos hacen únicos.

El amor en todas sus formas, no solo nos da vida; nos la llena de significado.

Greis ¿voy bien o me regreso?. Nos leemos pronto, si la IA y el exceso de dopamina, oxcitocina, la vasopresina y la testosterona lo permiten.

Placeres culposos: Cosas de esposos enamorados.

Pd. Por favor no dediquen Every breath you take a sus parejas pensando que es una canción de amor, no lo es.

Ahora va mi playlist de canciones en inglés: just the way you are, right here waiting, now and forever, hero, have i told you lately, to love somebody, your song, make you fell my love, when a man lo es a woman, always on my mind, i will always love you, you re still the one, love is all around, you are so beautiful, nothing compares to you, more than worlds, just the way you are, unforgerttable, fly me to the moon, steangers in the night, ive got you under my skin y my heart will go on.

Un ramo con 15 rosas rosas y 15 blancas para Greis.

David Vallejo


Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.
Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

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