Cuando empezamos a revisar el contenido del libro, capítulo por capítulo, por mi parte lo hice bajo cierta preocupación, me sentía un poco tenso debido principalmente a que durante los primeros dictados del médico Gerardo, no entendí bien la cronología de los hechos; también noté cierta tensión en el rostro de él, aun así, decidimos seguir adelante con el proyecto.

Otra de mis preocupaciones consistió en la organización de las imágenes que se colocarían en cada capítulo.

Lo que había entendido al comienzo de este trabajo fue que se le tomaran fotos a algunos documentos que el médico conservaba, por ejemplo: recortes de periódicos donde se hablaba de él, fotos de cuando era niño, de la preparatoria, de sus estudios profesionales, entre otras. Una vez que ya tuviéramos las imágenes que se iban a incluir en el libro, lo que haría falta es acomodarlas de acuerdo al tema.

Durante las primeras sesiones el médico se emocionó mucho al ver gran cantidad de fotos y documentos que había tenido guardados durante varios años, dicha emoción se reflejaba en su cara, incluso hasta en su voz. Me decía cada vez que veía una foto o un recorte de periódico: “¡Esta foto debe estar en el libro, Ricardo!, ¡este recorte de periódico también!”.

Fueron varias fotos las que se le tomaron a esos documentos lo cual llevó al médico a plantearse una pregunta: “¿El trabajo que se está haciendo va a ser un álbum de fotos o un libro?” Esa inquietud me la hizo saber cuando nos volvimos a ver en otra sesión. Mi respuesta fue: “Para que no se vea como un álbum de fotos sino como un libro, necesitamos trabajar más en su historia, se requieren más detalles, más información; en pocas palabras: ¡se necesita más texto!”.

El médico tuvo que recordar algunas anécdotas que le causaron cierta curiosidad y que para él eran muy importantes. Por eso me comentó que el problema por la extensión del texto era asunto resuelto, aparte, cuando revisamos el primer capítulo tuvimos que agregarle más información, también lo hicimos en el segundo, tercero y cuarto capítulo.

Efectivamente, el problema por la extensión del texto se estaba resolviendo durante el proceso de revisión; luego tuvimos que enfrentarnos al reajuste de las imágenes: cuáles se iban a quedar y cuáles a eliminar.

Desde un principio había ordenado las imágenes a mi criterio, solo que no estaba convencido de cómo quedaron ubicadas. Cuando revisamos el primer capítulo el médico me dijo: “Aquí tienen que ir estas dos fotos”, señaló cuáles fotos. En ese capítulo yo había puesto cuatro, el médico me sugirió que fueran únicamente dos, que las restantes las quitara.

Para el segundo capítulo repetimos la misma operación, quitamos imágenes que, a criterio del médico, no tenían gran importancia.

Para el segundo capítulo ya nos habíamos entendido en la forma en que trabajaríamos para la selección de imágenes. De seguir así hasta el último capítulo, no dudé en que todo quedaría bien organizado, cada capítulo llevaría las imágenes adecuadas al tema.

Cuando terminamos de ordenar las imágenes del capítulo cuarto, dejamos pendiente el capítulo quinto, aunque el sexto es donde el médico ha concentrado sus energías, es el más importante para él.

Debo confesar que también es el más importante para mí, porque en un principio la idea del médico fue que el capítulo sexto se desarrollara como una única historia, pero debido a que había muy poco texto, le sugerí que incluyéramos capítulos para llevaran una secuencia en relación al contexto donde él se fue moviendo hasta llegar a lo que nos cuenta en el capítulo sexto, porque alguien se pudiera preguntar: ¿y qué hizo el señor antes de llegar hasta ahí?

Al médico le pareció buena idea mi propuesta.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.