El libro del señor Pérez
El restaurante del hotel Best Western Santorin antes de la pandemia era uno de los lugares al que acudían varios periodistas a tomar café, en ocasiones me llegué a reunir con algunos de ellos para escuchar como andaban las noticias en la política.
A mediados del año 2019 el señor Pérez me habló por teléfono para decirme que si nos podíamos ver en el Santorin para iniciar a escribir su libro. Todo parecía indicar que él ya había estado pensando con tiempo en la fecha y lugar para contar su historia de vida.
El señor Pérez acostumbra a usar sombrero, es originario de San Carlos, Tamaulipas. Antes de que él llegara al restaurante yo ya había elegido una mesa donde íbamos a trabajar por un rato. Acomodé la computadora y la preparé para iniciar a escribir en cuanto el señor llegara.
Por cierto, la hora en que nos habíamos puesto de acuerdo para la reunión era como eso de la una de la tarde, sobre todo porque en la mañana asistía mucha gente al restaurante y no íbamos a poder trabajar a gusto en el documento.
Durante las primeras sesiones en que el señor Pérez comenzó a dictarme su historia de vida, me di cuenta que no le salían las palabras para expresar sus vivencias, tenía que hacer un esfuerzo mental para pensar en lo que me iba a dictar.
El señor ya me había confesado que no era de las personas que se sueltan hablando, él no era expresivo: “Casi no me salen las palabras, Richard”.
A pesar de esa pequeña dificultad, seguimos adelante. Al principio se me había ocurrido usar una grabadora de reportero para que, por medio de entrevistas, se fueran guardando las grabaciones y yo en casa las pudiera transcribir, solo que pensé que sería doble trabajo. Mejor preferí que él se concentrara en cada historia para que me la fuera dictando poco a poco, sin prisa, de cualquier manera lo iba a estar ayudando en el desarrollo de las ideas.
Nos fijamos un programa de trabajo, íbamos a comenzar a inicios de mayo para concluir a finales de septiembre de ese mismo año 2019; de acuerdo con nuestros cálculos el documento lo mandaríamos a imprimir a comienzos de octubre.
Como para el mes de junio el señor Pérez hablaba con más seguridad, sus palabras fueron saliendo de su pecho como si ahí hubieran estado guardadas durante varios años, ahora cada vez que me dictaba un recuerdo este venía cargado de sentimientos y emociones: “Discúlpame, Richard”, me decía. “No se preocupe; concéntrese”, le respondía, luego de hacer una pausa en el teclado.
El tiempo siguió su curso. Para el mes de agosto, aproximadamente, comenzamos a meter algunas imágenes al documento, no fueron muchas. El título que había elegido el señor Pérez tenía que ver con unos pasos en la arena. Él pensaba en el camino que ha tenido que recorrer a lo largo de su vida, de su partida de San Carlos a Ciudad Victoria, de los viajes que realizó por Europa junto con varios amigos; también tenían que ver esos pasos en la arena con sus padres.
“Lo que puede hacer es tomarse fotos en una playa y la que proyecte mejor su idea es la que va a llevar la portada”, le había sugerido al señor Pérez.
No lo pensó dos veces, se fue a la playa a tomarse las fotos. Cuando regresó me las mostró y seleccionamos una, que es la que lleva la portada de su libro.
En la contraportada viene una imagen del señor Pérez acompañado de sus dos primeras nietas.
Mandamos a imprimir el trabajo para inicios del mes de octubre del 2019. Cuando tuvimos los primeros ejemplares en la mano nos dio mucho gusto ver el trabajo terminado.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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