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Las muertes violentas ya no impactan tanto

Por: Guillermo Gutiérrez El Día Viernes 19 de Julio del 2024 a las 18:59

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Cuando era un niño maté un pajarito y una iguana con una resortera, después lo hice con un arco deportivo y más grande un jabalí, con un Winchester automático calibre 22, por fortuna no le atiné al venado de varios picos, allá por la sierra de Tamaulipas y eso me desanimó para ya no continuar mi “huntermaníia”.

Y hablo de que matar, aunque su término sea llamado cacería, o supervivencia, se nos va haciendo costumbre y ni siquiera nos ponemos a pensar, como lo hacen los veganos, de que simplemente alimentarnos de un ser biológicamente con fibras, músculos y órganos, ya da argumentos del sufrimiento por el que pasó, tales como un pollo, una vaca o cualquier ser receptivo del dolor.

La caza furtiva, derivada de muchos causales, tales como la obtención de ingresos por el cobro de encaminar al contratante por el lugar indicado para matar una presa, o el vender el animalito cazado, ya sea esté uno en peligro de extinción o con prohibiciones para su captura y encierro, o simplemente porque una pequeña parte de su cuerpo da supuestas curas milagrosas a grandes males, o poderes sexuales y hasta psicológicos, son las causas principales de su propagación.

Quien no recuerda a Juan Carlos, ex rey de España, en abril de 2012, posando con un elefante cazado por el mismo en Botsuana y más tarde argumentando: “Soy el Rey hago lo que se me dé la gana”, o a la cantante Lucero y su novio posando con su presa, una cabra montés, ambos casos muy criticados. 

Que decir de los video juegos, o las series en streaming, o las películas de fácil acceso, en donde el matadero se da con salpicaduras brutales de sangre, vísceras y carne, derivados en un simple click de un control remoto  en mano, causando emoción cegadora a un niño de cuatro años, a un adolescente e inclusive a un adulto y la adrenalina corre por el cuerpo al sentir la muerte y, es entonces donde se va a aprendiendo a matar, a sentir gozo ante la desdicha del perdedor y la mente va domando el sentimiento de pecado de privar de la vida.

En México ya vemos como una noticia sin impacto los 84 ejecutados diarios, ya no nos inmuta la muerte del restaurantero a manos de un empleado, si acaso, con morbo comentamos que era una persona de familias conocidas, pero no nos detenemos a pensar los porqués psicológicos que llevaron al asesino a ser tan cruel y despiadado. 

Vemos la muerte que empezó con un pájaro o una lagartija, tan semejante a la de un taquero, un empresario, una ama de casa o de un periodista, un político o cualquier ser humano tirado desmembrado en cualquier banqueta, calle o brecha, y preferentemente, cambiamos el canal, buscando lo que no nos inmute,” allá ellos, por andar en eso les pasa”, pero no siempre es así, en muchas ocasiones se embarra a los inocentes y la autoridad hace como que investiga, pero casi todo queda en el olvido.

La muerte en México pareciera, no vale nada.

vientosdelsur@infinitummail.com

Guillermo Gutiérrez González

Matamorense de nacimiento, adoptado hace 40 años en Tampico, ex Director de Noticieros de Televisa del Golfo por 37 años, autor de la columna “Vientos del Sur” con temas políticos y sociales del acontecer del país, pero con enfoque a Tamaulipas y en especial al Sur de la entidad.

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