Haciéndole frente a la pandemia
(Fragmentos de mi próximo libro “22 DÍAS DE PANDEMIA”)
Domingo, 29 de marzo de 2020.
2:00 de la mañana.
Todo parece indicar que en las próximas horas ya no habrá gente caminando por la calle, por lo menos para andarse paseando. La pandemia avanza, los días se acercan en que todos tenemos que estar en casa, por lo menos hasta a finales del mes de abril.
Lo que me dijo el camarada José con respecto a que vendrán los días en que ya no habrá alimento, pudiera ser verdad hasta cierto punto, porque en teoría eso pudiera suceder, lo que sí es una realidad es que todavía no hemos llegado a ese extremo, por lo menos hasta el día de ayer sábado, en que la mayor parte de las horas hubo gente en la calle, se podían ver tiendas abiertas, los pequeños negocios de comida tenían clientes.
Lo que sí no podemos ignorar es que la pandemia va a seguir avanzando según he escuchado las noticias por televisión cómo a través de los videos que se han estado difundiendo por Facebook.
Mi preocupación se podría comparar con la temperatura: a veces sube de intensidad, en otras ocasiones disminuye. Se sabe que es hasta finales del mes de abril en que se pueda pensar que las actividades puedan volver a la normalidad, sólo que hoy, hace un momento, acabo de leer una información donde se dice que tal vez y lo más seguro es que sea más allá del mes de abril.
Me pongo a pensar en cómo le vamos a hacer mi madre y yo para sobrevivir hasta esas fechas. Lo poquito que me han dado de la Afore me ha de servir para algo, y precisamente en cuanto amanezca tenemos pensado en ir a una tienda comercial a comprar algunas cosas para comer. Tengo mucha confianza en mi madre, sé que entre los dos saldremos adelante.
Ha llegado el momento decisivo en nuestras vidas de coordinarnos a la perfección, de hacer equipo de trabajo, de tener calma, de pensar con la cabeza, de hacerle frente a la pandemia.
Pienso en mis hermanas. Marichelo se encuentra a puerta cerrada con sus dos hijos; uno estudia en la universidad y la otra se encuentra en la secundaria.
Mi hermana no ha querido salir para nada, sólo nos llama por teléfono.
A Estefanía y a su hija Sofía sí las hemos estado viendo.
Mi hermana está igual que yo por momentos, de pronto tiene mucho miedo, luego cambia a una actitud positiva. No es para menos. Todavía no hemos llegado al grado en que ya no podamos salir a la calle definitivamente, porque cuando eso suceda no sé qué vaya a pasar con mi madre, sobre todo porque no puede dejar de ver a su nieta por mucho tiempo.
Creo que la forma de pensar cuenta mucho.
Ayer por la mañana tuve pensamientos de rencor, después pensé en que no es el momento de atraer energías negativas; no es el momento de contagiarse de odio, porque es energía que se gasta, y lo que se quiere es tener la suficiente fuerza para salir adelante y enfrentar al coronavirus con salud, con una mente sana.
Por eso, preferí eliminar esos malos pensamientos a cambio de otros en los que me inspiraran a tomar las cosas con calma, con sabiduría. Aunque no soy una persona que guste de andar en fiestas, quinceañeras, bodas o algo parecido, he tenido la precaución de cuidarme, de lavarme las manos cuando entro y salgo de un lugar.
Ayer pensé en no salir a la calle, pero mi madre me insistió en que pasara por ella a la casa de mi hermana Estefanía. Hoy domingo solo iré con mi madre a comprar alimento y después de ahí no creo salir más, pues ya no tengo nada qué hacer por ahora.
A mis clientes no los pude ver en estas dos últimas semanas, menos los podré ver en las próximas horas en que probablemente se vuelva imposible poder ver a alguien en la calle. Son palabras que asustan, que deprimen, que aterrorizan.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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