San Miguel de Allende, (Notimex).- Las historias de las princesas sí existen, al menos para la diseñadora de joyería mexicana, Delia González, quien se casó joven, enamorada y con un hombre rico, años después “algo pasó” y de aquél cuento de hadas no quedó nada más que tres hijos pequeños y un broche de esmeraldas que cambió por dos kilos de plata para comenzar con lo que hoy es su pasión: el diseño de joyería.

Con el tiempo, su trabajo llegó a otras partes del mundo y sus piezas lucían en tiendas como Macys y Bloomingdales en Estados Unidos, ferias de joyería en España, Alemania y otros países vieron pasar el brillo de las joyas de Delia; sin embargo, de la noche a la mañana, todo cambió.

“En la vida siempre hay algo que nos enseña y a mi me sucedió una vez”, tras un éxito rotundo en una de esas ferias y luego de la traición de uno de sus amigos dejó de asistir a esos eventos, refirió en su presentación en FuckUp Nights San Miguel de Allende Vol. II "Mujeres de éxito y fracaso", que celebró su segunda edición en esa ciudad en noviembre pasado.

“Decidí no volver a ir a una feria, me dio como depre y entonces me guardé en la casa, dije: ¿qué hago?, tengo que invertir en mí, en mi aprendizaje y también me volví más humilde”, fue ahí cuando comenzó con el rediseño de su firma; así, cambió desde el logotipo hasta la forma de trabajar y agregó un ingrediente que mantiene hasta ahora, la pasión, explicó a Notimex tras su participación.

Su taller, ubicado en Taxco, en Guerrero, da trabajo a alrededor de 60 familias de artesanos mexicanos, la mitad de ellas colabora en dicho espacio, en tanto que la otra parte del trabajo se hace en talleres familiares; así, la joyería que Delia diseña impacta de manera directa en alrededor de 180 personas.

Nacida en cuna de familia joyera Delia recuerda su infancia jugando con amatistas en lugar de juguetes, y al casarse, también con un joyero, refrendó lo que hoy es uno de los motores que dan impulso a su vida, la joyería.

Consideró que si bien en México hubo una época dorada en joyería, en la actualidad existe una mayor competencia en ese sentido, ejemplificó a Chile, un país que en los últimos tiempos está dando de qué hablar y aún cuando México es el mayor exportador de plata pura en el mundo, en joyería se ha perdido competitividad.

Para Delia, la joyería que diseña, y que ha sido adquirida por firmas como Gucci, GAP y Banana Republic, no es un producto de moda, sino que se trata del amor con el que termina cada una de sus piezas, el respeto al trabajo de los artesanos que laboran con ella y el tiempo preciso para la creación de las mismas; así, la pasión al desarrollar nuevas creaciones es el valor agregado de la firma.

Con el paso de los años y con un trabajo interior en el que la humildad es su principal herramienta de trabajo, Delia y la firma que ostenta su nombre, apoyan a diversas causas sociales mediante la donación de algunas piezas, o bien, al donar las utilidades de una de sus piezas en apoyo a los damnificados de Xochimilco tras los sismos de septiembre.

Se trata de apoyar, dijo, “es parte de las responsabilidades de las personas, y al vivir en una sociedad se debe aportar a la sociedad”.

De no haber reinventado su marca muy probablemente el trabajo de Delia habría quedado en el olvido; sin embargo, hoy sus joyas, con sus diversos brillos, formas, materiales y emociones están expuestas en numerosos aparadores de hoteles y aeropuertos del país.