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Pepe Arévalo evoca con nostalgia el México nocturno

El pianista, quien celebra este año seis décadas de trayectoria, asegura que lo más importante es ser feliz y seguir tocando
Por: Maricruz González May El Día Domingo 05 de Marzo del 2017 a las 16:51

El reconocido músico mexicano Pepe Arévalo expresa la nostalgia que le provoca haber vivido en aquel México mágico, donde se podía gozar de una auténtica fiesta nocturna,
Autor: Notimex
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México, (Notimex).- A más de seis décadas de distancia, el reconocido músico mexicano Pepe Arévalo expresa la nostalgia que le provoca haber vivido en aquel México mágico, donde se podía gozar de una auténtica fiesta nocturna.

"Donde por las noches había centros de espectáculos al por mayor, la gente gozaba de sus músicos y nosotros de su presencia, de su movimiento de colita", expresa el artista de fama internacional.

En entrevista con Notimex, Arévalo, quien hiciera una gran versión de “Falsaria”, evocó con tristeza como todo aquello, ya no existe.

"Doy gracias a Dios por permitirme haber alcanzado ese México mágico. En esta calle (Eje Central Lázaro Cárdenas), que para mí sigue siendo San Juan de Letrán, había centros nocturnos de primera, segunda, tercera, cuarta clase; se escuchaba música por todos lados. Los tríos, las orquestas, los grupos y los teatros, trabajaban los 365 días del año".

Con la alegría que le provoca el que su trayectoria sea reconocida, el músico dijo que aún recuerda como si fuera ayer, esos espectaculares "shows" que atraían multitudes.

"Todo eso se ha perdido, hemos dejado que nos invada y que nos consuma la música de otros países, de otras culturas", indicó.

Arévalo no se atreve a echar culpas, sólo expresa que nuestra verdadera identidad festiva se está perdiendo, ya ni las serenatas de los enamorados son recurrentes.

"No sé de quién es la culpa. Ahora los músicos son una generación que nos insulta, falta al respeto. Es una generación decadente (...) se ha perdido la feminidad de las mujeres, su sensualidad y no entiendo por qué, si tenemos una cultura impresionante al igual que la gastronomía, la música. Todo lo nuestro es auténtico y ver que se ha perdido, ya no hay serenatas, es realmente triste", agregó.

Pero don Pepe no sólo habla de tristezas, también está feliz de haber sido parte de todo aquel movimiento musical, de ser una estrella del México nocturno que nos envolvió durante varias décadas.

“Me siento contento porque todo lo que he hecho en mi vida ha sido música, y lo bonito, lo feo, lo triste, lo viví intensamente. Inicié chamaco y nunca pensé en reconocimientos, ni en viajar por todo el mundo, todo eso ha llegado por la dedicación”, señaló el músico, aun con pequeñas dificultades de dicción, debido a una embolia sufrida hace algunos años.

A propósito del homenaje que le rindieron por su trayectoria en el Gran Salón Central, una nueva opción de entretenimiento en la capital, con humildad, dijo que lo más importante es ser feliz y seguir tocando, "porque yo siento la respuesta de los que me oyen y bailan, siento el placer de que estoy haciendo lo que tengo que hacer”.

Sostuvo que uno de los más grandes halagos que le han hecho, es que Dios le dio el don del lenguaje universal, que es la música, misma que ha llevado a Europa, África, Estados Unidos, Latinoamérica y por supuesto México.

De su larga trayectoria, varios son los "shows" que recuerda con alegría, como los que ha dado en Marruecos, donde la gente, aunque no conoce el idioma canta y baila con gran soltura; sin embargo, uno que recuerda con mucho cariño fue el ofrecido en El Palacio de los Deportes, donde reunió a 18 mil personas "moviendo la colita. ¡Qué barbaridad!, me gozan y los gozo".

A sus más de 70 años de edad, el músico originario de la Ciudad de México, agradece a grandes artistas de los que aprendió.

"Lo bien hecho está bien hecho y eso es lo que le aprendí a la gente que Dios me ha puesto en camino, como Daniel Santos o Toña La Negra.

"Fui pianista de grandes figuras y viajábamos a Nueva York, Miami, a todos lados, las giras eran por todos los teatros del mundo, tenemos que reivindicar a la música por eso estoy muy contento de ver este espacio digno y bonito para la música viva", mencionó el compositor, quien ha sido dueño de tres foros musicales.

Convencido de formar parte del folclor urbano de esta ciudad, Arévalo aseguró que nunca ha visto a la música como un negocio, sino como una "causa". "No soy mercader, los respeto, pero hemos generado comida para los músicos, los cancioneros, choferes, cocineros, y eso es ser útil", anotó, porque considera que aquella vida nocturna daba mucho trabajo.

Con gran sinceridad, confiesa que el haber estado tres veces a punto de perder la vida, lo ha hecho aún más sensible.

“Me quitaron la vesícula, la mitad del hígado, me dio una embolia de la que aún sufro las consecuencias, por ello disfruto muy agradecido de cada momento de la vida”.

Este agradecimiento, lo ha llevado durante los últimos 45 años a llevar la alegría de su música a cárceles, hospitales y asilos.

"Siento el placer y por ello motivo a mi orquesta para hacer el servicio. He traído a orquestas cubanas a México, soy el único músico que ha entrado a Almoloya cuatro veces y también he ido a Las Islas Marías".

Más allá de la música, don Pepe y sus Mulatos también se han preocupado por llevarles a estos lugares a terapeutas, actores, expertos en meditación y yoga, entre otros, con el fin de ayudar a las personas que viven ahí, a mejorar su visión de la vida.

Con emoción, dijo que espera poder ir en mayo una vez más a Las Islas Marías, como parte de una Semana de la Cultura que está organizando.

"Me gusta combinar el servicio social con la música, porque siento placer por hacerlo, es como darle las gracias a Dios por la vida, por todo lo que me ha dado. No tardo mucho en retirarme, pienso que tres o cuatro años, porque voy a ceder la batuta", mencionó.

Aunque asegura no temerle a la muerte, espera, como se ve en la película “Macario”, tener por mucho tiempo su velita encendida para seguir dándole alegría a la gente. "Por eso le digo: Espérate, espérame tantito", apuntó sonriente.

En su vida personal, su mayor orgullo son sus hijos, José Luis y Josué, a quienes ha forjado como hombres de bien, por lo que no sabría qué pedir si la muerte le ofreciera un deseo antes de llevárselo, aunque tiene presente que podría ser algo para ellos y para sus fans que siempre están cerca de él, mostrándole gran cariño.

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