Final de energías sucias y un Nuevo Orden Económico
La economía contemporánea ha presenciado dos revoluciones industriales desde finales del siglo XIX y la última década del XX. Primero la aparición de la máquina y la producción en masa, posterior las organizaciones empresariales y el modelo de una nueva división internacional del trabajo. A raíz de la aparición del internet y las telecomunicaciones, se habla de otra revolución, conocida como la Era del Conocimiento, dentro de un nuevo orden mundial: la globalización.
La caída del mundo socialista en 1984 dominado por la URSS, con la Perestroika de Mijail Gorvachov, provoca la disuasión de un mundo bipolar entre Occidente y Oriente, y el fin de la guerra fría.
El fenómeno de la globalización es irrevesible. La caducidad del paradigma ideológico bipolar estimula la generación de este Nuevo Orden Mundial.
Asistimos a una nueva época que Jean-Francois Lyotard (1981) llamó "Postmodernidad". Los procesos de cambios se acumulan de manera vertiginosa exponiendo a los hombres a procesos de integración y desintegración.
Frente a estos hechos las posturas de diversos intelectuales plantean una paradoja por las contradicciones a que dan lugar sus percepciones y valoraciones.
Lo último se refiere, por ejemplo a intelectuales como Alvin Toffler (El cambio del Poder), Peter Drucker (Las Nuevas Realidades), John Galbraith (La cultura de la Satisfacción), Francis Fukuyama (El Fin de la Historia), Gilles Lipovetsky (La Era del Vacío) o Zbigniew Brzezinsky (La Era Tectrónica).
Estos autores "... coincidieron en poner de manifiesto la caducidad del paradigma ideológico bipolar al momento de interpretar los conflictos políticos contemporáneos, aunque postularon enfoques teóricos bien diferenciados".
Ahora en pleno Siglo XXI, de acuerdo a lo publicado ayer por Guillermo Altares, en el Diario El PAÍS, (...) El sociólogo y economista Jeremy Rifkin (Denver, 1943) predijo el fin del trabajo mucho antes que los think-thanks anunciasen que las máquinas iban a ocupar la mayoría de los puestos de trabajo en la industria.
También Rifkin fue el gran gurú de lo que llama ‘la tercera revolución industrial’, basada en las energías sostenibles y las consecuencias de Internet como la economía colaborativa.
Rifkin publicó recientemente La sociedad de coste marginal cero (Paidós), donde augura un futuro de energía gratuita que cambiará por completo el modelo de producción y, con ello, la sociedad.
Para el autor, la segunda revolución industrial ya ha tocado techo y está en pleno declive. El elefante en la habitación es el cambio climático: nos enfrentamos a transformaciones radicales en el planeta en los próximos 50 años, no en dos siglos.
En todos los grandes cambios económicos han convergido tres factores: el primero son las comunicaciones; el segundo, las nuevas fuentes de energía que impulsan la economía; y el tercero, innovadoras formas de transporte que son más eficaces.
Así, la segunda revolución industrial nació en Estados Unidos con la electricidad centralizada, el teléfono, la radio y la televisión, y el petróleo barato de Texas. Henry Ford puso a todo el mundo en la carretera. Esto se prolongó durante un siglo (1920-2008).
Pero en julio de 2008 todo se vino abajo cuando el precio del crudo alcanzó su máximo histórico, 147 dólares el barril. La economía se vino abajo porque todo dependía de las energías fósiles y nucleares.
Con los precios actuales, estas empresas no son competitivas, no se pueden sostener por debajo de los 40 dólares el barril. Hemos llegado al final de esa segunda revolución industrial, basada en las energías fósiles.
El capitalismo todavía no sabe cómo hacer frente a esa economía colaborativa. Rifkin considera que es un nuevo sistema económico, como lo fueron el capitalismo y el socialismo. Está aquí para quedarse, aunque ahora parezca algo muy nebuloso.
Ya hemos visto lo que ha pasado en las comunicaciones, ahora veamos qué ocurre con la energía y los transportes. La tecnología digital (versus la análoga) nos lleva a costes marginales cercanos a cero.
La gente joven está produciendo y compartiendo su propia música, el coste de producir con calidad de estudio es casi cero y los jóvenes comparten el resultado casi por nada.
Ocurre lo mismo con los vídeos. Los periódicos y las revistas están viviendo eso con las redes sociales. La gente contribuye a Wikipedia por nada, el conocimiento del mundo se está democratizando.
Muchos pensaron que eso sólo ocurría en el mundo virtual, no en el real, pero lo que mantengo es que cuando aplicas esto al Internet de las Cosas esa diferencia desaparece.
Lo estamos viendo con la energía, el transporte y la logística. Por ejemplo, en Alemania, con cuyo Gobierno trabajo desde hace décadas, la energía eólica y solar está aumentando muy rápido y coste marginal cero.
En 10 años será el 40% y en 2040 será el 100%. Es un progreso parecido al de los microchips en las computadoras: en los años 40 había un par de ordenadores y costaban millones de dólares, pero luego vino el chip Intel, y ahora tenemos ordenadores en los teléfonos que cuestan 25 dólares en China, más poderosos que los que se utilizaron para mandar al hombre a la luna.
Aún se ignora que va a ocurrir el mismo proceso con la energía solar y eólica: en 1978, un vatio solar costaba 78 dólares, ahora cuesta 50 céntimos. Y en 18 meses costará 35 céntimos.
Llegaremos a eso. Una vez que pagas por la infraestructura (es el caso de la red de fibra óptica), luego los costes son cero. "El viento o la luz no nos mandan factura". Existen varios factores fundamentales que determinan que esto, uno de ellos es la conectividad (...)
Después de revisar las teorías de los autores contemporáneos del siglo XX y XXI, nos parece que estamos ante el umbral del final de energías sucias y de un Nuevo Orden Económico.
Pero como siempre sucede en el mundo occidental y dentro del modelo neoliberal, las pautas son marcadas por los países desarrollados, principalmente EUA, Alemania, Japón, y recientemente China y la India.
El nuevo orden debe ser orientado también por nuestros países emergentes, incluido México, y en miras de resolver ya no el
Mundo bipolar Occidente vs Oriente, sino la alta desigualdad social y económica entre los desarrollados y en desarrollo.
Con políticos de nueva generación como Donald Trump en EUA, y Thetesa May de Inglaterra, la postura de Putin en Rusia, Sarcosí de Francia, entre otros, la amenaza de extrapolar más aún este mundo desigual es más evidente. Por lo que se requiere un nuevo orden mundial y económico más democrático y afín a los intereses sociales y no los políticos de los poderosos.
México y Tamaulipas ya adelantan planes y proyectos a favor de las energías limpias y verdes. La presencia de parques eólicos en Tamaulipas y de futuros parques solares ya están en la lista de prioridades...
Jorge Alfredo Lera Mejía
Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT).
Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas.
Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ