Llora Adela llora
Si algo cuido y conservo él en vida fue su carácter afable, por ello a lo largo del camino fue sembrando y cosechando amigos que hoy lamentan y lloran su partida y quienes le están agradecidos porque todos ellos alcanzaron un pedacito de la generosidad de Ramón Durón Ruiz.
El era dos años mayor que yo y mientras que la palomilla del barrio del 18 Juárez y Zaragoza, aquí en Ciudad Victoria, se divertía, se empujaba y escuchaba la estridente música de los años 70 en una esquina, el pasaba rápido, casi corriendo por el lugar y nos saludaba con la cortesía que siempre caracterizo al Filosofo de Güémez.
“Buenas noches raza”, nos gritaba Ramón sonriente, quien siempre cargaba bajo su brazo un paquete de periódicos y libros, por lo que se deducía que a él no se le podía clasificar dentro de los jóvenes que les agrada perder el tiempo en diversiones, en el ocio que nada deja.
En lo personal guardo recuerdos gratos de lo que Ramón fue en vida y, cómo no, si cuando fue alcalde de Ciudad Victoria se amarro bien las agujetas del zapato y protegió al líder de una modesta Asociación de Periodistas local que se internó en la peligrosa aventura de desafiar al gobierno federal de Carlos Salinas de Gortari y que a base de movimientos rebeldes logro la regularización de 70 mil vehículos extranjeros en Tamaulipas, allá por los años 90.
En aquel entonces la persecución por parte de la PGR en contra de los periodistas aquí era el pan de cada día y fue así como Ramón le dio albergue a nuestro dirigente en su casa durante una semana, tal vez algo que pocos conocieron y que formo parte de ese fenomenal movimiento de resistencia civil que doblegó al aristocrático Pedro Aspe Armella, ex secretario de Hacienda. “Aquí no entran”, nos decía Ramón, quien siempre acepto que era un hombre institucional, lo que no significaba que fuera insensible frente a una causa justa que clamaba el pueblo tamaulipeco.
Y como no recordar aquel telefonazo que recibí de Ramón en un periódico local en el que me pedía que me presentara urgente en Palacio de Gobierno. Ya frente a él me dijo: “El gobernador está muy molesto contigo por la forma en que cabeceaste la nota de ayer”.
Resulta que Ramón era el secretario particular de aquel gobernador, quién un día antes en rueda de prensa tacho a un recién estrenado presidente de la república panista con tres palabras algo agresivas, lo que derivo en que le llamaran de inmediato de la Secretaría de Gobernación. “Si lo dijo, Ramón, no fue un error, aquí está la grabación”. Si, ya sé, pero en todos los medios fuiste tú el que resumió esos tres calificativos que están muy cabrones”. Gracias a Ramón el agua regreso a su cauce y yo seguí aquí en mi bello Tamaulipas.
Recordar, cómo no, al Filósofo si nos hablaba del amor, del desamor, del pueblo, de la belleza, de la vida, de la mujer, de la flaca y, también, de la caca, con esa agilidad mental que pocos pueden presumir.
Evocar sus intervenciones con Adela y del respeto y la química que logro establecer con esa gran mujer a la le movió el corazón con su simpatía, con su modestia y con sus ocurrencias estilo pueblo.
Y las reuniones con sus amigos de los jueves de quienes no solo aprendió de su ingenio, sino también de sus barbaridades y sus aventuras locochonas que bien aportarían material suficiente para otro de sus libros.
Tal vez, por eso Ramón, te acompañaron en tu última morada tus camaradas los periodistas, tu gente del pueblo, los poetas que tú trataste como Alejandro Rosales Lugo, tus vecinos de aquel peculiar barrio, como Claudia Beltrán Caballero, y tus ex compañeros de aquellas anejas jornadas en las que siempre dejaste huella.
Puede ser, que por el personaje que fuiste, Adela te trate así con esas palabras de afecto que te dedicó vía video durante el homenaje que se te rindió, quizá por los piropos con los que tú cotidianamente la colmabas, como todo un buen caballero de gran estatura.
Adiós Ramón, contigo Tamaulipas otra vez se queda huérfana.
Y tú Adela, llora, llora, se vale, porque el lugar de tu Filósofo de cabecera.
Quedo, vacante.
Correo electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com
Javier Rosales
Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
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