Sección: Editoriales / Suplemento Cultural
El hundimiento del carguero alemán “Phrygia”
Por: Aurelio Regalado Hernández
15/12/2012 | Actualizada a las 12:11h
La Nota se ha leído 3151 Veces
Final
El “Iderwald”, primero de los tres mercantes
alemanes que habían salido a la mar por la bocana del río Pánuco (el cuarto
buque, “Orinoco, se averió poco antes), fue también el primero en ser
interceptado por un enorme barco de guerra no identificado, que a la una y
fracción del 16 de noviembre de 1940 le lanzó los reflectores en señal hostil,
obligando a la tripulación a emprender el regreso a Tampico ante el peligro de
ser victimada. Minutos después ocurrió lo mismo al “Ms Rhein”: otro enorme
buque de guerra rompió la oscuridad al dirigir sobre su casco las potentes
luces, forzando al capitán Enno Ullfe a virar la nao en 180 grados (este
mercante iba a ser torpedeado, pero lo evitó el comandante Cuauhtémoc Pérez
Zavala, al colocar su cañonero “Querétaro” frente a los agresores). La
sorprendida y asustada tripulación de los dos barcos alemanes, cuyos
reflectores de baja intensidad no les permitieron identificar a los navíos
interceptores, estuvo convencida de que éstos eran de Inglaterra, con la que
Alemania estaba en guerra.
El otro barco, el “Phrygia”, que se
desplazaba en distinta dirección y con un retraso de varios minutos respecto al
“Idarwald” y al “MS Rhein”, recibió la advertencia enemiga poco después de la
una y media de la madrugada, cuando se desplazaba a cuatro millas de la costa,
a la altura de la antigua estación petrolera de bombas conocida como “Santo
Tomás”. “Son los ingleses”, fue el primer grito que se escuchó a bordo, y el
capitán Fritz Schewett estuvo de acuerdo, no obstante que la nave se desplazaba
aún en aguas neutrales, dentro del cinturón de seguridad fijado a los países
beligerantes en la “Declaración de Panamá”. Ninguna acción de guerra se debería
dar en esa zona, pero resultaba evidente que aquellas señales eran el aviso de
que en cualquier momento el “Phrygia” sería bombardeado.
El capitán Schewett tomó una determinación bien
diferente a la de sus pares del “Idarwald” y del “Ms Rhein”. Ordenó a la
tripulación detener la embarcación por completo, romper los tubos de
combustible y ponerles fuego. Al mismo tiempo instruyó para que las válvulas
del fondo fueran abiertas en su totalidad: el buque se iría a pique luego de
ser consumido por las llamas. Aproximadamente a la 1:55 horas inició el
infierno que abrió en canal a la noche estremecida. “Mi barco no caerá en poder
del enemigo”, gritó el capitán al abandonar el barco en las lanchas, junto con
sus subordinados. Los tripulantes del “Idarwald”, del “MS Rhein” (que
retornaban al puerto) y del “Orinoco” (que, descompuesto, esperaba en la bocana
para ser remolcado a los muelles) se sorprendieron cuando el fuego se abrió
como un árbol de rojo follaje, allá, donde estaba el “Phrygia”.
Cuando el comandante Pérez Zavala observó el
fuego, ordenó que el cañonero “Querétaro” se dirigiera a esa zona que se
encontraba todavía dentro de los límites de su jurisdicción. Iba intrigado,
pues no había escuchado detonación ninguna y, naturalmente, no pasaba por su
imaginación la posibilidad de que el mismo capitán del “Phrygia” hubiera
ordenado la destrucción de la nave.
Mientras la tripulación del barco
incendiado intentaba llegar a la costa, el capitán Schewett buscó –según se
dijo-- acabar con su propia vida en más de una ocasión. He aquí lo que se
publicó días más tarde (18 de noviembre) en el periódico “El Mundo de Tampico”,
que por cierto no ocultaba en lo más mínimo su inclinación pro nazi:
“Los tripulantes del “Prhygia” han
informado que su capitán Fritz Schewett, dando muestras de alto pundonor,
intentó privarse de la vida minutos después de que puso fuego a la nave y de
que abrió las válvulas de fondo… Los marineros alemanes relatan que cuando se
dirigía a tierra en los botes salvavidas en compañía de algunos tripulantes,
volvía insistentemente la cabeza hacia el lugar en que se veían las lenguas de
fuego que se elevaban del vapor, murmurando cosas incomprensibles, y que de
pronto se arrojó a las aguas para encontrar la muerte… Los tripulantes
rápidamente se echaron al mar y lograron rescatar a su jefe, pero el digno
capitán permaneció por unos momentos abatidísimo e intentó por segunda vez el
suicidio arrojándose a las olas, de las que nuevamente fue salvado.
Finalmente, ya dentro del bote, Schewette
sacó una pistola del bolsillo de su pantalón y quiso dispararse, pero como era
objeto de una estrecha vigilancia por parte de los marineros, (éstos) evitaron
que se consumaran sus propósitos”.
La tripulación fue rescatada más tarde por
el “Querétaro” y llevada a los muelles en horas en que ya se encontraban
atracados los otros tres buques alemanes. Los marinos del “Phrygia” recibieron
“posada” en el “Orinoco”.
Las investigaciones en torno a las
misteriosas naves iniciaron en seguida, al igual que las referentes al incendio
del “Phrygia”. Resultó al final que los alemanes se habían “confundido”, que las
señales luminosas no habían sido de advertencia sino un simple intercambio de
luces con el “Querétaro”, que las naves no eran inglesas sino estadounidenses (“Plunkett”,
“Gilmer” y “Broome”, pertenecientes a la “patrulla de neutralidad”), y que el
capitán Schewette se había precipitado a causa de su paranoia y quemado y
hundido innecesariamente su embarcación (que por cierto permaneció incendiada
hasta las 12 horas del sábado 17 de noviembre, momento en que se hundió por la
popa).
Más allá de estas versiones oficiales, para
muchos quedó la duda de si las naves estadounidenses habían amenazado a los
alemanes, como éstos aseguraron, pues no se podía soslayar la acción del comandante
del “Querétaro” (que recibió orden superior de no conceder entrevistas ni hacer
comentarios), quien al colocar su nave entre el “Plunkett” y el “Ms Rhein”
había evitado que fuera lanzado sobre éste un obús ya cantado. De ser cierto
esto, Estados Unidos fue quien violó un tratado firmado por su gobierno, además
de traicionar su papel de país neutral en aquel absurdo conflicto, lo que no
habría sido ninguna novedad.
(Agradecimiento
total a la señora Hilda Benítez de Pérez por su testimonio y su aporte
documental para la elaboración de este trabajo).
aurelioregalado@yahoo.com.mx
|
|
|
Ultimas Columnas del Autor
|