Aranceles, ¡uf!
La aplicación de aranceles hasta en un 25 por ciento a los productos que al país vecino del norte entren por las fronteras de México y Canadá, causará efectos a partir de hoy.
Como pretexto a esta medida, Donald John Trump dice que las drogas siguen entrando al Tío Sam a niveles muy altos e inaceptables, cuando allá como acá de este lado hay operativos montados para aminorar el tráfico de enervantes con que se satisface al glotón mercado estadounidense.
Esto podría generar una crisis financiera en América del Norte, pues al gravar las exportaciones también se lesionaría a los importadores de varios artículos de manufactura yanqui que son maquilados en México (o Canadá) y enviados a la Unión Americana para ser ensamblados. Sobre todo, los de las industrias automotriz y de materiales para construcción.
Con ello se pondrían en riesgo miles de empleos porque el incremento de impuestos frenaría la producción al encarecer los costos de traslado. En consecuencia, los inversionistas harían un alto a su producción, mientras el mandatario gringo no reconsidere la política comercial antes sus dos socios con los que está vigente el T-MEC.
Acorde con la directora general del Centro de Investigación en Política Pública (MCO), Valeria Moy, “esto va a provocar una recesión en México".
De cualquier forma, hay que esperar a ver cuál es el posicionamiento de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ante esa medida drástica para presionar a México, dispuesta por su homólogo estadounidense, pues hay intenciones injerencistas por parte del republicano como una muy marcada xenofobia contra los latinos.
Hace días le comenté, en este mismo espacio, sobre la amenaza de una crisis económica a consecuencia de los aranceles programados en la Unión Americana, como la táctica recurrente de Trump para mantener una subordinación forzada
Y creo que por ahí va la jugada, puesto que México, no obstante haber diversificado sus relaciones con las naciones del orbe a lo largo de su historia, sigue moviéndose en la órbita estadounidense.
Su condición de país vecino propicia que los ‘americanos’ insistan en apropiarse de nuestros recursos naturales, merced a su voracidad, a la vez que incrementan su influencia sobre diversas áreas de la economía como de la producción nacional.
No se puede negar que el mexicano es un pueblo dependiente de los vecinos del norte en tecnología, inversión y comercio.
Tampoco que estamos subordinados en lo que respecta a las importaciones de productos primarios, pues allende el río Bravo determinan que, cuándo y cómo vendernos insumos.
Esto demuestra que la balanza comercial es a favor, en mucho, de los gringos.
Lo peor del caso es que la usura internacional y algunos políticos de la Unión Americana ya exhibieron la tentación de querer intervenir en asuntos de política interna y exterior –además de participar en el reparto del petróleo y sus dividendos--, con el pretexto de la defensa de sus intereses, arrogándose así la facultad de ser árbitros de la democracia y la libertad en cualquier parte del mundo, por lo que aplauden a Trump en su agresiva
Es algo que no toleramos los mexicanos, pese a las innegables diferencias que existen entre las fuerzas políticas que se mueven al interior del país y en más de una ocasión han amenazado la estabilidad social y política, pese al profundo daño que hacen al país con sus constantes escaramuzas.
Conjuntamente y en lo particular, coincidimos en defender lo que generaciones anteriores nos legaron para darle sentido al vocablo Independencia.
Es decir, con todo y los tropiezos que tenemos y las evidentes carencias que impiden un justo desarrollo a nivel nacional, al momento en que se percibe en riesgo la soberanía, la paz y la libertad, las diferencias internas se atenúan y se antepone el interés superior de México.
Tampoco se puede soslayar el hecho de que en casa tenemos fuerzas retrógradas que trabajan denodadamente para entregar la plaza a intereses externos.
Afortunadamente son una minoría de apátridas que no han podido contaminar a la gran mayoría de los mexicanos.
Correo: jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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