Reynosa, Tamaulipas. – La ciudad de Reynosa ha sido escenario de una serie de tragedias viales que dejaron un saldo de cinco víctimas mortales, siendo la causa común detrás de estas pérdidas la peligrosa mezcla de alcohol, velocidad y el control de un vehículo.

La combinación de estos factores ha dejado huellas imborrables en las familias afectadas y ha puesto en evidencia la urgente necesidad de reflexionar sobre la seguridad vial.

La cadena de accidentes comenzó el 17 de febrero, cuando un conductor de una camioneta Chrysler tipo Town Country perdió el control de su unidad en la madrugada, cayendo al canal Guillermo Rodhe. El vehículo terminó volcado y el conductor, quien aparentemente se encontraba bajo los efectos del alcohol, perdió la vida al quedar atrapado dentro de su vehículo, ahogándose en el agua.

Esta tragedia, que ocurrió en un instante, fue solo el inicio de una serie de fatalidades relacionadas con el abuso del alcohol y la imprudencia al volante.

El siguiente incidente ocurrió el 18 de febrero, cuando un hombre de la tercera edad fue atropellado en el Boulevard Oriente por un conductor que, al perder el control de su Dodge Charger terminó proyectándose hacia la banqueta.

La víctima caminaba tranquilamente cuando fue arrollada, convirtiéndose en otra víctima inocente de la irresponsabilidad de quien manejaba a exceso de velocidad y después escapó dejando el vehículo abandonado.

El viernes 21 de febrero, la tragedia continuó cuando otro hombre de la tercera edad perdió la vida tras ser atropellado en el Boulevard Morelos, a la altura del llamado Puente de la Muerte.

En este caso, el conductor escapó, dejando atrás el dolor de una familia y la incertidumbre de un suceso que sigue sin resolverse. La violencia vial se sigue cobrando vidas, mientras algunos conductores eligen huir en lugar de asumir su responsabilidad.

Pero la serie de accidentes no terminaron ahí, pues la mañana del 23 de febrero un choque fatal ocurrió en el Boulevard Hidalgo, en el puente Broncos, donde una camioneta Ford Escape, de color negro, se impactó contra un muro de contención, y aunque la conductora sobrevivió, su acompañante, una joven de 22 años, perdió la vida en el lugar del accidente. Los testimonios apuntan a que la conductora también podría haber estado bajo los efectos del alcohol.

Minutos después, en el Boulevard Morelos, otro joven perdió la vida al estrellarse contra una barda en la agencia Ford. Este accidente, al igual que los anteriores, fue consecuencia de la alta velocidad, factor determinante en la tragedia que cobró la vida del conductor.

Una Reflexión Necesaria

Estos trágicos accidentes sirven como un sombrío recordatorio de lo que puede suceder cuando se combinan el alcohol, la velocidad y la falta de responsabilidad al volante. En Reynosa, como en tantas otras ciudades del país, cada vez más vidas se pierden de forma innecesaria debido a la imprudencia de conductores que parecen olvidar que el volante no es un juguete, sino un instrumento de gran responsabilidad.

El llamado es claro: necesitamos un cambio en nuestra forma de ver la conducción. Cada vez que alguien decide tomar el volante después de consumir alcohol, o exceder los límites de velocidad, está poniendo en peligro su vida y la de los demás. Es fundamental que la sociedad se sensibilice ante los peligros de estas conductas y que las autoridades refuercen las medidas de seguridad vial.

Las tragedias ocurridas la semana pasada no deben ser solo números o estadísticas. Detrás de cada cifra hay una familia rota, un futuro truncado y una comunidad que, a pesar del dolor, debe reflexionar y actuar para prevenir que más vidas se sigan perdiendo en las mismas circunstancias.

Es tiempo de asumir la responsabilidad que implica conducir, es tiempo de tomar decisiones conscientes para evitar que la mezcla mortal de alcohol, velocidad y el volante siga cobrando vidas.