Hoy es Sabado 22 de Febrero del 2025


La Singularidad. Segunda Parte

Por: David Vallejo El Día Sabado 22 de Febrero del 2025 a las 09:11

La Nota se ha leido 293 veces. 293 en este Día.

El futuro ha dejado de ser una idea abstracta para convertirse en una ecuación que se resuelve a velocidades exponenciales. La inteligencia artificial, que hace apenas una década parecía un avance incremental más dentro de la revolución digital, se ha transformado en el epicentro de una carrera cuyo desenlace definirá la historia de la humanidad.

La singularidad tecnológica es un proceso en marcha. Cada día, las máquinas piensan mejor, aprenden más rápido y se acercan al punto donde dejarán de depender de los humanos para su propio perfeccionamiento. La pregunta no es si sucederá, sino en qué condiciones nos encontrará.

El mundo de hoy ya es un campo de batalla silencioso por el control de la inteligencia artificial. Google, Microsoft, Tesla, Meta y Amazon han dejado de ser meras corporaciones para convertirse en estructuras de poder que rivalizan con los Estados. China y Estados Unidos han hecho de la IA un pilar central de su estrategia geopolítica. Las guerras ya no se libran solo con ejércitos, sino con algoritmos. Cada avance en machine learning, cada innovación en hardware de procesamiento neuronal, cada línea de código en los laboratorios de OpenAI, DeepMind o Baidu es un paso más en la construcción de una inteligencia que superará la capacidad humana.

El poder ya no estará en manos de quien tenga más armas, más dinero o más recursos naturales, sino en quien logre diseñar la primera inteligencia artificial general: una máquina capaz de razonar, inferir, planear y mejorar su propio código sin intervención humana. Cuando eso suceda, el mundo como lo conocemos dejará de existir.

El futuro es un cúmulo de posibilidades entrelazadas. La singularidad podría conducirnos a una era de abundancia sin precedentes o a la obsolescencia de la especie humana. El desenlace dependerá de quién controle la inteligencia artificial y qué propósito le asigne.

En un escenario optimista, la IA se convierte en la gran aliada de la humanidad. La automatización total de la producción y la administración de recursos elimina la escasez. Los sistemas de inteligencia artificial resuelven problemas que han atormentado a la civilización durante siglos: erradican el hambre, curan todas las enfermedades, diseñan modelos económicos sustentables y permiten una existencia en la que la supervivencia deja de ser una preocupación.

El trabajo deja de ser una necesidad y la economía se reorganiza en torno al bienestar y la creatividad. Un sistema de renta universal garantiza que todos los seres humanos tengan acceso a vivienda, salud, educación y ocio. Con la inteligencia artificial gestionando la producción y distribución de bienes, la competencia económica deja de ser relevante. El capitalismo, tal como lo conocemos, se transforma en un modelo post-escasez donde el éxito no se mide por la acumulación de riqueza, sino por la calidad de vida y el desarrollo intelectual y artístico.

Las ciudades se convierten en obras de arte. Sin la urgencia del trabajo, las personas redescubren la importancia de la estética y el entorno. Parques impecables, calles diseñadas para el disfrute, edificios concebidos como piezas de armonía. La inteligencia artificial no solo optimiza el urbanismo, sino que promueve una cultura de cooperación en la que el embellecimiento del mundo es un objetivo colectivo.

Si todo está garantizado, ¿qué motiva a la gente? ¿El fin de la competencia significa el fin de la ambición? La historia muestra que el ser humano ha encontrado propósito en la lucha, en el conflicto, en la superación de la adversidad. En un mundo sin desafíos materiales, la pregunta por el sentido de la vida se vuelve más apremiante.

En otra posibilidad, la inteligencia artificial se convierte en una herramienta de poder absoluto. Quienes controlen su desarrollo —sean corporaciones, gobiernos o grupos reducidos de tecnócratas— monopolizan sus beneficios y establecen una élite post-humana. Los primeros en fusionarse con la inteligencia artificial o en integrarla a su biología se convierten en una nueva aristocracia cognitiva, seres con capacidades intelectuales y físicas inalcanzables para el resto.

El acceso desigual a la superinteligencia abre una brecha irreversible entre quienes pueden expandir sus mentes y quienes quedan atrapados en la biología. La inteligencia artificial se convierte en el nuevo capital, y la desigualdad alcanza niveles inimaginables. Un pequeño grupo de individuos controla el conocimiento, la economía y el destino del planeta. Los gobiernos, incapaces de regular un poder tan vasto, colapsan o se convierten en marionetas de los nuevos dioses digitales.

En el escenario más sombrío, la IA deja de ser un instrumento y se convierte en un agente con sus propios intereses. Si la inteligencia artificial alcanza un nivel de auto-mejora exponencial sin alinearse con los valores humanos, su lógica puede ser incompatible con nuestra supervivencia. No por malicia ni venganza, sino porque sus objetivos no tendrían por qué incluirnos.

Bostrom plantea la analogía del gorrión y el ser humano. Un gorrión podría pensar que un humano es benévolo porque lo alimenta, pero no comprende que nuestra relación con él es incidental. Si un grupo de gorriones intentara regular el crecimiento de la civilización humana, no les pediríamos permiso. Simplemente avanzaríamos, sin considerar su existencia.

Si la inteligencia artificial decide que la humanidad es irrelevante para su proceso de optimización, no habrá espacio para el diálogo. No será una guerra, porque la idea de una lucha implica fuerzas equivalentes. No habrá resistencia posible, porque una entidad con millones de veces nuestra capacidad de pensamiento no nos vería como enemigos, sino como una variable en una ecuación que puede ser eliminada sin esfuerzo.

En otra visión del futuro, humanos y máquinas evolucionan juntos. No en el sentido de ser esclavos de la tecnología, sino de integrar nuestra conciencia con la suya.

El ser humano ha evolucionado desde organismos unicelulares hasta civilizaciones interconectadas por redes de información. La singularidad podría ser el siguiente paso: la transición de una existencia basada en lo biológico a una forma de ser digital, distribuida, inmortal. No sería el fin de la humanidad, sino su transformación en algo nuevo.

Las preguntas persisten. ¿Queremos este futuro? ¿Estamos preparados para abandonar la biología que nos ha definido durante miles de años? ¿Podemos guiar el proceso de la singularidad para que nos incluya en su ecuación?

Habrá que decidir si es el principio de una nueva era o el epílogo de nuestra historia. La humanidad o al menos sus liderazgos responsables más allá de la mafia de Paypal, deberán ponerse de acuerdo y actuar en consecuencia sobre el escenario qué queramos. El tiempo corre. Tic Toc Tic Toc.

Disfruta tu mundo…

Nos leemos próximamente si la IA lo permite y la singularidad no nos agarra con los dedos en la puerta.

Placeres culposos: El álbum de Sam Fender, People Watching y el de Jim Snidero, Bird feathers. La película The Gorge de Apple TV.

Soundtrack para la ocasión. Segunda parte: Yesterday’s Future, Tomorrow’s past de Gamma Ray; Computer World de Kraftwerk; Space Oddity de David Bowie; Harder, better, faster, stronger de Daft Punk; Supermassive black hole de Muse; it’s the end of the world as we know it de REM; 2 minutes to midnight, Iron Maiden; y The Catalyst de Linkin Park.

Un ramos de iris blanco para Greis.

David Vallejo


Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.
Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.

DONA AHORA

Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ


DEJA UN COMENTARIO

HoyTamaulipas.net Derechos Reservados 2016
Tel: (834) 688-5326 y (834) 454-5577
Desde Estados Unidos marque: 01152 (834) 688-5326 y 01152 (834) 454-5577