Ser un político exitoso no es tarea sencilla. Para alcanzar la cima y mantenerse en ella, es fundamental rodearse de un equipo competente. Un buen alcalde, gobernador o presidente no necesita saberlo todo, pero sí necesita tener a su lado a personas que sí sepan. Parece obvio, pero en la práctica es un concepto que muchos ignoran con gran entusiasmo.

Existe una vieja y muy cierta frase de mi compadre Alfredo Dávalos en relación a los políticos y cómo estos se rodean de “Alejos” y así lo describe:

“Los Alejos son aquellas personitas que con sus consejos solo hacen a los políticos más pendejos".

Y si usted supiera, en los últimos meses me he topado con tanto alejo en las alcaldías de Tamaulipas que ya hasta miedo me da… no vaya a ser que se me pegue lo charolo (por no decir vandejo).

Y es que, si revisamos la historia reciente, encontramos que muchas de las grandes crisis que han arruinado carreras políticas no han sido provocadas por la oposición, ni por los medios, ni siquiera por la torpeza de los propios gobernantes, sino por los genios que tienen a su alrededor. O, mejor dicho, por los genios que decidieron poner ahí.

Muchos gobernantes parecen tener una especie de fetiche por rodearse de incompetentes, aduladores y trepadores profesionales. ¿La razón? Muy simple: el miedo. Hay quienes prefieren tener un gabinete de mediocres antes que permitir que alguien más brillante que ellos les haga sombra. Piensan que, si contratan a los mejores, eventualmente serán opacados o desplazados. Así que, en lugar de rodearse de gente capaz, optan por llenar sus equipos con incondicionales cuyo mayor talento es asentir con la cabeza y aplaudir como focas cada ocurrencia del jefe en turno.

El problema es que la incompetencia no se queda encerrada en las oficinas. Tarde o temprano, las malas decisiones, las metidas de pata y los errores estratégicos explotan en la cara del político. Y ahí es donde vienen las crisis. Cuando todo sale mal, no hay escapatoria: los enanos crecen y los problemas se vuelven inmanejables. Irónicamente, esos mismos colaboradores que fueron seleccionados para no hacerle sombra al jefe, terminan cavándole su tumba política con su ineptitud.

Entonces, ¿cómo se soluciona este desastre recurrente?

Primero, hay que entender que un buen equipo no es aquel que siempre dice "sí" al jefe, sino aquel que le ayuda a tomar mejores decisiones. Un líder inteligente debería rodearse de personas que sepan más que él en distintas áreas, que tengan criterio propio y que no tengan miedo de decirle cuando algo es una pésima idea.

Segundo, los políticos deben cambiar su perspectiva sobre el talento. Un equipo brillante no es una amenaza, es un seguro de vida. Si un gobernante confía en sí mismo, no tendrá miedo de tener colaboradores igual o más capaces que él. Al final del día, los grandes líderes no son los que lo hacen todo solos, sino los que saben elegir bien a su equipo y permiten que trabajen.

En política, como en la vida, el talento pesa más que la lealtad ciega. Y si no lo creen, pregunten a todos esos políticos que hoy son un mal chiste porque confiaron en los Alejos.

ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON LA NAVIDAD

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Me apasiona ser agente de Seguros, así que estoy a sus órdenes.

Marco Esquivel

Valle Hermoso, Tamaulipas 1973
Periodista, Agente de Seguros y Consultor Político

Tiene una maestría en Gobierno y Política Pública; un Máster en Gestión de Riesgos y un Máster en Consultoría Política. Es director general del periódico digital HOYTamaulipas.

Como agente de Seguros, en 2024 obtuvo la designación como Máster en Seguros, concluyendo su carrera con el Diplomado en Finanzas Personales y Familiares en el ITAM, cuenta con cédula para intermediar seguros personales, empresariales y agrícola y ganado. Es miembro de la Million Dollar Round Table que congrega a los mejores agentes de seguros internacionalmente.