Cesáreo-Trump
Cuando estaba en segundo año de primaria tenía un compañero que se llamaba Cesáreo. Era un chamaco muchos más grande que todos los demás que estábamos en el salón. Había reprobado el segundo año, en una época en que si eras malo para el estudio, simplemente te reprobaban los maestros, repetías el año, y si querías pasarlo te tenías que esforzar en el estudio, no como ahora que aunque sean unos palurdos como quiera los pasan de año, dizque para no hacerles daño moral. Pero aparte Cesáreo era un chamaco fuerte, alto, pues su familia era de rancho, y como tal era un tanto brusco y bruto, de ahí que no avanzara en el estudio. Pero era el clásico “busca pleitos”, “bule”, “gandalla”. Como la mayoría veníamos de pasar de primero a segundo, Cesáreo, que ya había estado en el aula que nos tocó, pintó su raya inmediatamente. Nos hizo saber que el rincón del lado derecho del fondo del salón, era su área, y que tenía a su disposición dos bancos, uno para él, y otro para subir los pies. Obvio, nadie quería tener problemas con él, dado el poderío que mostraba, por lo que nadie chistaba. Y era abusivo, le quitaba un taco a uno y a otro, se tomaba los refrescos, y a los más débiles hasta les despojaba de su dinero. Daba “carrilla” gacha. En el mismo salón había otro compañero de nombre José Luis, que también era grande, aunque no tanto como Cesáreo, pero nada dejado. Y había dos primos, “La Chumina” y “El Pollo”, que igualmente no eran nada temerosos. Fueron sin duda los constantes abusos de Cesáreo que José Luis, quien era noble y no toleraba las injusticias, se alió con los primos para hacerle frente. Cesáreo se sacó de onda ante dicha alianza, pero nada tonto “jaló” hacia su lado a varios compañeros, y lo mismo hicieron los otros. Así que de buenas a primeras el salón ya estaba dividido en dos grupos, y las disputas eran constantes. Con Cesáreo se fueron los que querían evitar sus abusos, sin embargo este no dejó de seguir afectándolos, pues los trataba como desconocidos, pese a que eran sus supuestos aliados. Eso fue aprovechado por José Luis para llamar a los sobajados a su grupo, quienes aceptaron en el entendido de que de nada les valía estar del lado de quien no los trataba bien. Y así, poco a poco Cesáreo se fue quedando solo, y los pocos que lo respaldaban, al ver que los demás eran mayoría, igual decidieron dejar su barco. Total, que se quedó completamente solo, contra todo el grupo. Y cuando eso ocurrió, José Luis le dijo, “ahora sí, te vamos a partir tu madre a la salida”, apoyado por todos en el salón en medio de gritos y poniendo caras de malos, y hasta golpeando la mano izquierda con el puño derecho, en señal de pelea. Estábamos chamacos. Pero chamaco y todo nunca se me ha olvidado la cara de Cesáreo tras ese hecho, se veía temeroso y su rostro se puso muy colorado, siendo que nadie aún lo había tocado. Tenía miedo. Supo que se había equivocado, que había estirado mucho la liga. Ese día, antes de que tocara el timbre salió del salón, y se fue. Lo buscamos a la salida, pero no lo encontramos. Ese día fue viernes, por lo que el lunes, al regresar, lo hizo hecho una sedita. Pidió disculpas, y dijo que no volvería a meterse con nadie, y así fue en todo el año. Cesáreo volvió a reprobar y se volvió a quedar en segundo año. Casi todos los demás avanzamos a tercero. Después Cesáreo abandonó la escuela, su padre lo puso mejor a trabajar. Y nosotros seguimos muy unidos hasta el sexto año, entendiendo siempre que la unión hace la fuerza.
Viene a colación esta historia de mi infancia porque veo con cierta diversión como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, alardea y da muestras de su agresividad, todo a fin de “acarrillar” a los demás gobernantes del mundo, principalmente los del supuesto tercer mundo. Pero sin duda Trump está estirando mucho la liga, y va a llegar el momento en que todos los que atacan, se le van a ir encima. Y por mucho que Trump piense que tiene aliados, estos también se le pueden voltear (ya lo están haciendo algunos, y Canadá es un claro ejemplo de ellos), hasta que lo dejen solo, y por muy poderoso que se sienta, va a sentir el temor de la soledad. Y me divierto viendo a Trump echar camorra, porque seguro estoy que se va a convertir en un Cesáreo, que tarde o temprano entenderá que la unión hace la fuerza.
Juan Rodríguez Contreras
Ha sido dirigente de la Asociación de Periodistas de Nuevo Laredo.
Es columnista del periódico El Líder de Nuevo Laredo. Colabora para el portal de noticias HOYTamaulipas y para el periódico El Gráfico de Ciudad Victoria. Es además editor del portal Revista La Neta (www.revistalaneta.com.mx) Es periodista desde hace 28 años y ha trabajado en los periódicos Laredo Ahora, El Diario y Última Hora de Nuevo Laredo, así como ha sido comentarista de varios noticieros radiofónicos en Nuevo Laredo.
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