El retorno fallido de Eugenio Hernández Flores a la arena política de Tamaulipas no podría ser más simbólico: un tercer lugar en una elección que aspiraba ganar, una campaña que olía más a nostalgia de gubernatura que a estrategia para el Senado, y un electorado que, para su sorpresa, ya no responde al nombre que un día resonó con poder. La historia de su caída tiene de todo: traiciones, soberbia y la ilusión de un hombre que creyó que podía volver a ser el centro del escenario.

Eugenio se lanzó a la contienda con la seguridad de quien piensa que el tiempo no pasa. Supuso que Tamaulipas lo seguía queriendo. ¡Error garrafal! En política, la memoria colectiva puede ser despiadada, y su estancia en prisión por acusaciones graves no fue precisamente un tema olvidado por los tamaulipecos. La audacia de su campaña solo subrayó su desconexión con la realidad: fue como intentar vender un coche usado como si fuera nuevo, pero sin reparar primero los golpes visibles en la carrocería.

Luego está su apuesta en Maki Ortiz. Creyó que la exalcaldesa de Reynosa, con su base de poder en esa región, haría el trabajo sucio para que el Partido Verde escalara posiciones. Pero Maki jugó a lo suyo, más ocupada en construir su propio capital político que en salvar el de Eugenio. Lo dejaron solo en la foto, como un actor secundario que ni siquiera se enteró del cambio en el guion.

Por si fuera poco, confió en que Morena le prestaría votos para quedar en un segundo lugar, como era la idea principal “no dejarle espacios a la oposición”. A la mera hora, el partido de la 4T no movió ni un dedo para rescatar su candidatura, y Eugenio terminó siendo una nota al pie en una elección donde pensó que sería protagonista. Los resultados no solo fueron un golpe a su ego, sino también una clara señal de que su tiempo ya pasó.

Ahora, la verdadera intriga política radica en su rol como secretario de Operación Política del Partido Verde. En la inminente lucha por la candidatura a gobernador en 2028, Eugenio tiene dos caminos: apoyar a Maki Ortiz, quien ya le vio la cara, o alinearse con Morena, el partido que lo dejó hacer el ridículo en su aspiración senatorial. Ninguna opción luce particularmente atractiva, pero el gran dilema es si Eugenio tendrá el pragmatismo para entender que su influencia está en declive o si seguirá aferrándose a un liderazgo que ya no existe.

En este contexto, el Partido Verde parece estar en una posición paradójica: quiere jugar a ser el árbitro en las decisiones futuras, pero sus piezas clave, como Eugenio, no tienen la credibilidad ni el peso para imponerse. Tal vez el mayor legado que le quede a Hernández Flores sea aceptar su rol como operador político de segunda línea, un papel menos glamuroso, pero más acorde a su capacidad actual.

Así que, Eugenio, el panorama es claro: si decides ser un peón en el tablero de Morena, ¿estarás dispuesto a sacrificar lo poco que te queda de influencia? Y si decides apostar por Maki, ¿qué garantía tienes de que no te volverá a usar y desechar? La respuesta a estas preguntas podría determinar no solo tu futuro, sino también el de un partido que parece estar jugando a la ruleta rusa en la política tamaulipeca.

La moraleja es simple: la política es despiadada con quienes no saben retirarse a tiempo. Eugenio Hernández Flores lo aprendió de la manera más dura, pero, como suele pasar, el último en darse cuenta es siempre el protagonista de la historia.

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Marco Esquivel

Valle Hermoso, Tamaulipas 1973
Periodista, Agente de Seguros y Consultor Político

Tiene una maestría en Gobierno y Política Pública; un Máster en Gestión de Riesgos y un Máster en Consultoría Política. Es director general del periódico digital HOYTamaulipas.

Como agente de Seguros, en 2024 obtuvo la designación como Máster en Seguros, concluyendo su carrera con el Diplomado en Finanzas Personales y Familiares en el ITAM, cuenta con cédula para intermediar seguros personales, empresariales y agrícola y ganado. Es miembro de la Million Dollar Round Table que congrega a los mejores agentes de seguros internacionalmente.