El triunfo de Donald Trump en su regreso a la presidencia de los Estados Unidos es más que un acontecimiento político doméstico, es un terremoto con epicentro en Washington y réplicas que estremecen cada rincón del planeta. Este regreso sacude el tablero geopolítico en un momento de tensiones crecientes, conflictos larvados y alianzas inesperadas. Estados Unidos enfrenta nuevamente la sombra del “América Primero”, un aislacionismo que prioriza los intereses económicos y militares nacionales, mientras el contexto global se transforma a un ritmo vertiginoso. La retirada de tratados internacionales, el regreso del proteccionismo y el debilitamiento de las instituciones multilaterales anuncian una etapa de incertidumbre global que redefine el equilibrio de poder.

China emerge como el principal antagonista de esta narrativa. En el duelo entre Pekín y Washington, la hegemonía se libra en el ciberespacio, las cadenas de suministro, los mercados tecnológicos y las alianzas estratégicas. Pekín avanza con pasos firmes en áreas como la tecnología 5G, las energías renovables y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, mientras que Estados Unidos conserva un control significativo en la innovación militar, el dominio cultural y los sistemas financieros globales. Este enfrentamiento, más híbrido que frío, configura un siglo XXI donde la supremacía global se reparte en un tablero multifacético.

Europa observa con ansiedad el retorno de Trump, especialmente en un momento de fragilidad interna. Las consecuencias de la guerra en Ucrania, la inflación galopante y el ascenso de movimientos ultraderechistas en países como Italia, Hungría y Francia desafían la estabilidad de la región. Mientras líderes europeos intentan mantener a flote la Unión, la influencia estadounidense bajo el liderazgo de Trump se distancia, dejando a Europa expuesta tanto al expansionismo ruso como a las presiones comerciales de China. El viejo continente enfrenta la disyuntiva de fracturarse bajo sus contradicciones internas o reinventarse para asumir un papel más decisivo en el escenario global.

En el Medio Oriente las tensiones son permanentes y las alianzas efímeras. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos refuerzan su posición como actores centrales, mientras Irán, Rusia y China estrechan lazos en un eje que desafía abiertamente el equilibrio regional. Israel, en el centro de todas las miradas, expande su influencia gracias a los Acuerdos de Abraham, enfrentando desafíos que exigen estrategias contundentes. Turquía, con su ambición geopolítica, intenta posicionarse como una potencia regional con un enfoque que confronta a Oriente y Occidente simultáneamente. El regreso de Trump intensifica las tensiones con su enfoque agresivo hacia Irán y sus posturas polarizadoras en el equilibrio de la región.

En América Latina los ecos del triunfo de Trump recuerdan su posición periférica en el orden mundial. La región, dividida entre gobiernos populistas, democracias frágiles y un desarrollo económico desigual, busca mantenerse relevante en un contexto donde los giganteseconómicos acaparan la atención global. India, en cambio, emerge como una potencia tecnológica y militar con aspiraciones globales que desafía tanto a China como a Estados Unidos, mientras Brasil y Sudáfrica aprovechan las grietas del sistema para consolidarse como líderes regionales.

El mundo transita hacia una multipolaridad inestable donde el poder se redefine a través de avances tecnológicos, alianzas estratégicas y la capacidad de adaptarse a un contexto en constante cambio. Las guerras comerciales transforman el campo de batalla, mientras el dominio de áreas como la inteligencia artificial, los semiconductores y las telecomunicaciones define el futuro de la hegemonía global. Las instituciones internacionales enfrentan el desafío de su irrelevancia, erosionadas por la falta de consenso y el desinterés de las grandes potencias. En este panorama, la lucha climática actúa como un eje divisorio, con Europa y China liderando iniciativas verdes y Estados Unidos bajo Trump replanteando su enfoque ambiental.

El regreso de Trump redefine la historia en una era donde las tensiones se intensifican, los conflictos globales evolucionan y el poder se dispersa en múltiples direcciones. El mundo enfrenta un desafío monumental: forjar un futuro más equitativo, sostenible y justo, o sucumbir al caos de sus propias ambiciones y contradicciones. Este es el escenario de nuestros tiempos. No pensemos que este es el mundo que nos tocó vivir, más bien que es el que hemos moldeado con nuestras decisiones y nuestras omisiones.
¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y el frío nos lo permite.

Placeres culposos: NFL hasta el superbowl.

Hortensias para Greis

David Vallejo

Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.
Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.