En un mundo cada vez más incierto, donde los problemas sociales, económicos y políticos se entrelazan con una complejidad abrumadora, gobernar se ha transformado en un reto que combina ciencia y arte. En este contexto, el acto de gobernar no puede limitarse a la gestión de recursos o la resolución de emergencias inmediatas; debe concebirse como la capacidad de conducir a una nación, un estado o un municipio hacia un futuro compartido. Este enfoque requiere visión, estrategia y compromiso.

La Conducción: El Elemento Olvidado del Gobierno

Uno de los mayores desafíos para los gobiernos contemporáneos radica en el olvido de un componente esencial: la conducción de gobierno. Este concepto, aunque fundamental, ha sido históricamente relegado. A lo largo del tiempo, disciplinas como la Ciencia Política o la Administración Pública han contribuido a desentrañar diferentes facetas del gobierno, pero rara vez han abordado la acción de conducir como una práctica integradora. La conducción, en su esencia, exige algo más que conocimientos técnicos o habilidades administrativas: requiere liderazgo, responsabilidad y, sobre todo, la capacidad de un buen capitán para navegar en aguas turbulentas sin perder el rumbo.

La analogía del barco y el capitán es particularmente reveladora. ¿Qué diferencia a un capitán exitoso de uno fallido? La respuesta no radica en la calidad de su embarcación, ya que esta no garantiza el éxito del viaje, sino la habilidad del capitán para leer el entorno, establecer un curso claro, mantener la dirección a pesar de las adversidades y ajustar la ruta cuando sea necesario para evitar el naufragio. Así es también el gobierno: una tarea que exige equilibrio entre firmeza y flexibilidad, donde cada decisión tiene repercusiones que trascienden el presente.

El Buen Gobierno: Más que una Palabra de Moda

El gobierno ha estado influido por conceptos como la gobernanza y la gobernabilidad, promovidos por instituciones internacionales. Aunque estas ideas han aportado una base conceptual útil, a menudo quedan atrapadas en discursos abstractos y no logran abarcar la complejidad de los retos prácticos del liderazgo gubernamental. La gobernanza, con su énfasis en la colaboración entre actores, y la gobernabilidad, centrada en la capacidad de responder a demandas sociales, son conceptos útiles, pero insuficientes para garantizar un ejercicio de gobierno efectivo y transformador.

El buen gobierno, entendido como la capacidad de resolver problemas y construir un futuro sostenible, debe ir más allá de cumplir metas inmediatas. Inspirarnos en ejemplos históricos como el New Deal de Franklin D. Roosevelt nos recuerda que el liderazgo visionario puede transformar las crisis en oportunidades, estableciendo modelos de desarrollo que perduran.

La Urgencia de Preparar a los Gobernantes

Un gobierno exitoso no surge de la improvisación, sino de la preparación. Es imprescindible que quienes ocupen cargos de liderazgo cuenten con herramientas prácticas y metodologías claras. Diseñar un plan estratégico desde los primeros 90 días, conformar equipos eficaces y alinear agendas de trabajo son pasos esenciales para una administración sólida y responsable. En un contexto donde la improvisación y las decisiones de corto plazo prevalecen, estas recomendaciones son un recordatorio urgente de que gobernar requiere preparación, método y claridad de propósito.

Sin embargo, más allá de la técnica, la ética debe ser la brújula de los gobernantes. En un entorno marcado por la polarización política y la desconfianza en las instituciones, la credibilidad solo puede recuperarse a través de un liderazgo transparente y comprometido con el bienestar colectivo. Recuperar la ética en el ejercicio del poder es más necesario que nunca.

Un Llamado a la Acción: Gobernar con Propósito y Visión

En un México marcado por desafíos históricos como la desigualdad, la inseguridad y el rezago educativo, el mensaje es claro: los gobernantes deben elevarse a la altura de las circunstancias. Hoy, más que nunca, es vital que los líderes entiendan que gobernar no es un ejercicio vacío de poder, sino un acto de servicio. Las decisiones que tomen deben ser guiadas por un propósito claro y una visión de largo plazo, priorizando siempre los intereses de las comunidades que representan. Esto implica no solo gestionar recursos de manera eficiente, sino liderar con una visión de largo plazo que inspire confianza y esperanza.

El verdadero éxito de un gobierno no se mide en resultados inmediatos, sino en el impacto positivo y duradero que deja para las generaciones futuras. Enfrentar los retos actuales con valentía y responsabilidad es el mayor legado que un líder puede ofrecer.

La Hora de Transformar el Gobierno

La capacidad de gobernar no ha evolucionado al ritmo de los desafíos modernos, pero esto no significa que debamos resignarnos. Contamos con herramientas, ejemplos históricos y lecciones aprendidas que nos pueden guiar hacia un gobierno más eficiente, transparente y ético.

Hoy es el momento de actuar, de construir un futuro más justo y próspero. Transformar la manera en que gobernamos no es una opción; es una responsabilidad. Este es un llamado a todos aquellos que tienen en sus manos la oportunidad de liderar: no basta con reaccionar a las crisis, es necesario anticiparse a ellas y dirigir con propósito y visión.

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.