Violencia Familiar
El estado tiene la obligación, la responsabilidad, de garantizar la integridad de nuestra vida y de nuestro patrimonio. Para eso hay instancias, desde una Fiscalía que investiga y acusa a las personas que trasgreden el estado de derecho; y existe un Poder Judicial que se encarga de aplicar la ley, es decir, de determinar las sanciones que deben aplicarse a quien viola la ley. En este caso, el código penal y otras leyes tipifican una serie de delitos, pero hay uno que en este caso me llama la atención: la violencia familiar.
Al finalizar un año o empezar otro, las instancias gubernamentales hacen sus reportes anuales. Así, hace días se hizo público el reporte que al respecto emitió la Fiscalía General de Justicia de la entidad y destaca, como el delito de mayor incidencia, el de la violencia familiar. Increíble que así suceda, cuando decimos que la familia es la base, el soporte, de la sociedad: ¿Cómo pensar, luego entonces, que haya una familia consolidada… en el caso de Tamaulipas, hasta noviembre, había 7,700 denuncias y debemos preguntarnos: ¿Cuáles son sus causas y cuáles sus consecuencias?
¿QUÉ ES LA VIOLENCIA FAMILIAR?
No puede uno cerrar los ojos ante lo innegable: la violencia familiar siempre ha existido, creo que todos, casi sin excepción, podemos dar testimonio de ella: en un tiempo la violencia física hacia la mujer o hacia los hijos era una cosa normal: incluso, la mujer maltratada aceptaba que el marido la lastimara físicamente y decía: es que lo quiero. Al menos, en la década de los setenta, al ser parte de un juzgado penal vi uno y otro caso de este tipo. En la escuela, los profesores hacían de las suyas: hoy no, porque ya se ventilan esas acciones en las redes sociales y se castigan.
La cuestión es que se manifiesta de muchas maneras: es un abuso que se comete dentro de la familia, por lo regular, lo comete el hombre; aunque ya se documentan casos de que sea generada por la mujer. Hay diversos tipos: la física, la emocional o psicológica, la sexual, la violencia económica. En la práctica, casi al mismo tiempo suceden todas, unas con mayor frecuencia que otras. Y lo malo, o perverso, es que a veces hay conductas permisivas dentro de la misma familia o que la autoridad se convierta en una forma de impunidad por la corrupción.
LAS CAUSAS.
La violencia familiar tiene diversas causas. El primero en la lista son los problemas conductuales. Recuerdo que, en mi casa, cuando alguien mostraba una conducta de “mecha corta”, nos decían: ya te salió lo Ordoñez. Los problemas de conducta tienen que ver con el carácter: unos son peleoneros, de mecha corta, que no aguantan; he conocido personas que son de carácter fuerte, impositivas: recuerdo el caso en una fiesta navideña, un adulto buscaba quién se la pagara y empezó a hostigar, agredir verbalmente, a uno de sus sobrinos, hasta que este, ya molesto, le dijo: tío, si quieres vamos afuera, para que se desahogue, pero no me voy a quedar quieto. El tío se calmó.
Creo que un problema de conducta familiar tiene que ver con la autoridad. Por lo regular, el padre quiere imponer su autoridad. Y en este caso, recuerdo cómo hace tiempo se hizo notar que el problema es cultural, de estereotipos o conductas que no se modifican. Y es que, además, hay que considerar otros elementos: como la autoestima, problemas de estrés, de ansiedad, que actúan como detonantes de la conducta violenta.
LA FELICIDAD.
Una familia donde hay violencia familiar no puede ser feliz. Los medios documentan problemas familiares: de cómo, una familia desintegrada, el padre no entrega el sustento debido; de cómo algunos padrastros dejan sentir su fuerza en los hijos de su compañera; pero también, nos enteramos, de cómo hay hijos que pierden el camino en las drogas o en la delincuencia, incipientes rateros: me ha tocado, por ejemplo, ver a jóvenes robarse el cable de los postes. No se puede, tampoco, desestimar la pobreza: por las mañanas, en las distintas calles de la ciudad, somos testigos de cómo a veces, hasta la familia (padres e hijos) van revisando los botes de basura.
La violencia familiar, quiérase o no, es un problema estructural: efectivamente, puede empezar con una conducta, una personalidad impositiva; pero hay otros ingredientes, que nacen del entorno, como el empleo, los salarios, la educación, la protección a la familia, y ahí es donde tenemos que voltear nuestros ojos hacia el Estado y sus instituciones: han fallado, porque no han construido elementos o condiciones de bienestar social… recuerdo que al principio de su gobierno, AMLO proponía que el desarrollo de los pueblos se midiera por su felicidad: y esta es el resultado de no tener estrés ni preocupaciones, de disponer de elementos necesarios para vivir, para el sustento de la familia, para cubrir costos de alimentación, vivienda, educación y salud, entre otros.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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