Me sorprende lo que sucede en las redes sociales en estos días, cuando 2024 llega a su fin y empieza 2025. Como es costumbre, muchos comienzan a hacer sus propósitos de Año Nuevo. Los objetivos son tan variados como las personas mismas, pero todos tienen algo en común: buscan darle un sentido a nuestra vida, planificar parte de nuestras actividades cotidianas. Y esa es la cuestión: ¿vivimos solo el presente? ¿Y qué pasa con el pasado y el futuro?

Nos han dicho, una y mil veces, que debemos planear nuestra vida, tal como lo hacen las empresas. Que debemos establecer metas a corto, mediano y largo plazo, ya que es la única forma de avanzar hacia nuestros objetivos. Cuando los alcanzamos, nos dan felicidad; cuando fallamos, nos causan frustración. En todo caso, debemos recordar la famosa expresión de "ser o no ser", y lo importante es no perder el ánimo ni el rumbo.

¿UTILIDAD DE LA HISTORIA?

Durante años, nos han repetido que la historia tiene una gran utilidad: conocerla nos permite evitar repetir los mismos errores. Es parte del aprendizaje, y por ello muchos rechazan la idea de vivir solo el presente, de olvidarnos del ayer. Y es que, todos lo sabemos: cada acción, cada decisión, conlleva una reacción, o mejor dicho, una consecuencia. Cada acto genera un impacto, y muchas veces esos impactos nos enseñan duras lecciones, como la pérdida de salud o incluso de vidas.

Nos han dicho también que el ser humano es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. Y al hacerlo, está repitiendo la misma historia. Por eso, José Ingenieros escribió "El hombre mediocre", donde nos recuerda que hay quienes aprenden de sus propias experiencias (del ayer), pero también hay quienes aprenden de las experiencias ajenas, los que observan, quitan la piedra del camino y evitan tropezar. Ese es el verdadero aprendizaje.

ETAPAS DE LA VIDA

Estoy convencido de que la planeación forma parte de toda la vida, pero tiene un énfasis distinto en cada etapa. En la niñez, por ejemplo, vivimos al día, sin pensar en el mañana. Cuando somos jóvenes, ya comenzamos a pensar en qué estudiar, en tener un carro o incluso en formar una familia. Es una etapa de planeación constante, como cuando organizamos una fiesta: elegimos el lugar, la fecha, los invitados y qué ofreceremos.

Mike Jordan, el famoso basquetbolista, decía que para alcanzar una meta grande, primero debemos lograr propósitos más pequeños. Así es para todos: para tener una profesión, necesitamos estudiar y elegir el área que nos interesa. De la misma forma, las empresas planean eligiendo productos y mercados. Sin embargo, creo que, a medida que envejecemos, la planeación disminuye. En una etapa mayor de la vida, ya hemos formado una familia, desarrollado una carrera, y tal vez dejamos de preocuparnos tanto por el futuro, nos centramos en vivir el día a día.

AMENAZAS REALES

Algunos podemos dejar de pensar en el pasado y no preocuparnos por el futuro, pero la realidad es muy diferente para otras personas. Pienso, por ejemplo, en los migrantes y las caravanas que se dirigen hacia los Estados Unidos, buscando alcanzar el sueño americano. Es imposible no recordar a Donald Trump, con su postura racista y su política anti-latina, construyendo muros y preparándose para deportaciones masivas. Su actitud me recuerda la de Adolfo Hitler.

Pienso también en nuestros hijos y nietos, aquellos que ya están en la vida laboral, pero que, debido a las malas condiciones económicas, no están cubiertos por esquemas de seguridad social. Tal vez, por esto, será difícil que algún día puedan jubilarse. Vivirán una etapa en la que tendrán que pensar, sí o sí, en el futuro y en lo que les depara la vida adulta. Y lo que más me duele es que, en este sentido, el Estado ha fallado: sabe crear riqueza, pero no redistribuirla. Cada vez más personas caen en la pobreza. ¿Qué futuro le espera a un Estado que prefiere regalar pescados en lugar de enseñar a pescar?

Es una pregunta que debe preocuparnos a todos. En este 2025, tal vez es momento de replantearnos no solo cómo planeamos nuestras vidas individuales, sino también cómo queremos que se planifique la vida colectiva. Porque al final, la historia nos recuerda que las decisiones del presente tienen repercusiones en el futuro de todos.

Melitón Guevara Castillo

Licenciado en Administración Pública (UAT),  Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).

Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).

Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.  

Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.