Don Manuel, QEPD
La partida de mi maestro y mejor amigo, Don Manuel C. Montiel Govea, me duele profundamente.
Fue un grande entre los grandes dentro del ejercicio periodístico. Igual que en el manejo de la comunicación social institucional.
Hombre de una sola pieza. Inquebrantable. Solidario. Macizo…
Férreo defensor del gremio porque en carne propia vivió las vicisitudes propias del quehacer periodístico. Desde abajo y hasta la cúspide.
Siempre con la frente en alto, Don Manuel cursó su trayectoria gremial durante (+/-) ocho décadas, dentro y fuera del país, sin tacha alguna, como lo reconocen varias generaciones de auténticos periodistas que abrevamos
en su chiche.
Fue todo un ícono del periodismo estatal y nacional.
De eso hay constancia.
Incursó en el gremio vendiendo periódicos en su tierra natal, González (Tamaulipas), luego fue ayudante de redacción y, en poco tiempo, escaló a reportero. Carta con la cual se fue a probar suerte a la Ciudad de México, a ‘La Prensa’ --el periódico que, entonces, tenía la mayor circulación--, donde su trabajo fue harto destacado, logrando así el reconocimiento de figurones de la noticia.
De ahí partió a San Luis Potosí, como director de un periódico opositor al sistema --porque luchar por la justicia social fue otro de sus atributos--, y, al no sujetarse a los dictámenes del régimen, tras la irrupción del ejército al rotativo, fue golpeado salvajemente hasta perder un oído --pero no la oreja, que conste--, lo que no impidió que siguiera combatiendo por la libertad de expresión.
Fue director editorial de ‘Rotativo’ (periódico diario que otrora circuló profusamente en la Ciudad de México), fundador de ‘El Periódico’, director de ‘El Sol de México’, ‘Sol del Estado de México’ y ‘Sol de Mediodía’.
Jefe de prensa de la Cámara de Diputados, en dos ocasiones.
Director de comunicación social en la Secretaría de la Reforma Agraria.
Agregado de prensa en la Embajada de México en Italia.
En Tamaulipas, director de El Bravo y coordinador de Comunicación Social en los regímenes gubernamentales de Américo Villarreal Guerra y Tomás Yarrington Ruvalcaba.
Jamás lucró en ningún puesto; ni permitió que ninguno de sus amigos, parientes ni conocidos lo hicieran con los recursos destinados a los medios de comunicación masiva, pues la tinta del periodismo corría por sus venas.
Quienes estuvimos cerca de él, jamás lo vimos cometer injusticias. Por el contrario, solía ayudar a quien algo necesitara y solía dar consejos a los reporteros, columnistas y articulistas para que mejor se prepararan, pues la cultura no se hereda, sino se adquiere.
Hoy, Don Manuel --Don, entiéndase bien--, ya no está físicamente. No obstante, su legado se mantiene y mantendrá imborrable,
Quienes lo conocieron, seguramente compartirán esta opinión.
Y quienes no, harían bien en informarse sobre sus cualidades.
Lo digo en serio y convencido, porque periodistas como Don Manuel, se siembran muchos…
Pero, difícilmente alguno se logra.
Que en paz descanse, maestro, amigo…
Correo: jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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