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Extrañas visitas

Por: Ricardo Hernández El Día Miercoles 25 de Diciembre del 2024 a las 21:03

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Eran los últimos días en la vida de mi padre, le había dado un infarto y detrás de este se sucedieron otros más. Unos días permaneció en la casa de una de mis hermanas, posteriormente debido a la gravedad de su salud, fue internado en un hospital permaneciendo en un cuarto de aislamiento donde lo estábamos cuidando mis hermanos y yo.

El doctor que lo atendió nos había dicho a la familia que en cualquier momento podía ocurrir el deceso. En uno de esos angustiantes días, nos tocó dividirnos para su cuidado. De tal manera que un día le tocó cuidarlo a Estefanía y Ernesto, y al día siguiente lo hicimos entre Marichelo y yo.

El día que nos tocó a nosotros cuidar de nuestro padre, tuve que salir por la tarde un momento del hospital. Cuando regresé mi hermana ya me tenía una novedad. Me dijo un poco asustada que nuestro padre había comenzado a reírse solo, que su vista estaba dirigida hacia sus pies. Mi hermana tuvo que preguntarle: "¿Con quién te ríes?". Mi padre respondió: "Ahí está Gaby; también vino mi madre a verme".

Gaby (Gabriela) era nuestra hermana que había fallecido hacía años, y la mamá de nuestro padre ya tenía muchos años de muerta.

Lo que había dicho nuestro padre dejó muy preocupada a mi hermana, porque nunca se esperó a escuchar aquello. Marichelo tenía la creencia de que los muertos van al purgatorio o al infierno o al cielo, hasta entonces se sabrá si el alma fue perdonada por Dios. ¿Cómo se podía explicar ella lo que vio nuestro padre horas antes de morir?

Cuando me platicó Marichelo lo que le dijo nuestro padre sentí envidia de la buena, pues yo hubiera deseado presenciar esa experiencia, porque me siento identificado con ese tipo de sucesos.

Al lado del cuarto de aislamiento donde estaba mi padre, se encontraba internada una señora a la que, según rumores, en el hospital se le habían pasado la mano al suministrarle más sedante de lo debido. Por eso, esa persona estaba bajo la responsabilidad del hospital.

Por la noche, cuando salí un momento del cuarto de mi padre a tomar un poco de aire, alcancé a escuchar gruñidos seguidos de gritos y palabras incoherentes, al parecer eran de la paciente de al lado, a la que se le habían pasado la mano con la anestesia.

En la cama, mi padre se la pasaba con los ojos cerrados, apenas los alcanzaba a abrir cuando mi hermana le hacía una pregunta como: “¿Necesitas algo? Mi padre movía ligeramente la cabeza diciendo un "no".

Mi hermana Gabriela había fallecido de cáncer. Lo que no logramos entender sus hermanos fue que nunca nos dijo que estaba enferma. Ella era una enfermera muy disciplinada; esa costumbre la había heredado de mi padre. Gaby fue una niña muy alegre; había sacado el lunar pequeño y redondo de nuestro padre, un lunar que le había salido arriba del labio superior izquierdo.

Durante su niñez y adolescencia Gaby le tuvo un cariño muy especial a nuestro padre. Siempre que llegaba él de su trabajo lo primero que hacía era preguntar por su niña consentida. Así fue ese amor entre padre e hija.

Hubo un tiempo en que Gaby y mi padre les tocó vivir solos, el resto de la familia, incluyendo a mi madre, vivíamos fuera de la ciudad. De tal manera que hubo ocasiones en qué mi hermana le tuvo que lavar la ropa a mi papá, le tocó acompañarlo al hospital para cuestiones de citas con el doctor.

Lamentablemente mi hermana Gaby murió de cáncer, años después mi padre la acompañó en el viaje hacia el mundo espiritual.

No hace mucho tiempo en que Marichelo volvió a retomar el tema de las extrañas visitas. Su esposo murió en un accidente de carretera, aunque ella se puso demasiado triste, el problema era cómo y quién le iba a decir a su suegra sobre la muerte de su hijo. Mi hermana me platicó después que entre sus cuñadas y cuñados, se pusieron de acuerdo para darle la lamentable noticia.

La suegra de mi hermana ya se había despedido de sus hijos debido a que se encontraba mal de salud. Todos lo sabían, de tal manera que estaba bajo cuidado de la familia.

Cuando le pregunté a Marichelo si a su suegra ya le habían dado la noticia, ella me respondió: “Una de mis cuñadas le dijo a la señora que su hijo había sufrido un infarto y que había fallecido”. Y continuó diciendo: “Mi suegra les dijo que le estaban echando mentiras, porque ya había ido Lupe y le dijo a ella que lo habían matado en un accidente”.

Mi hermana por segunda ocasión se quedó pensativa. ¿Cómo se podía explicar el hecho de que su esposo se haya presentado con su madre cuando apenas acababa de morir esa noche?

¿Esas extrañas visitas será en verdad que siguen vivas en otro mundo?

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.

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