Hace tiempo me contacté con Leonardo, un amigo periodista; lo llegué a conocer porque lo veía por televisión cuando andaba como reportero. Su manera de informar a la sociedad me hacía ver que tenía un estilo dinámico, claro, con datos bien precisos. Su voz era fuerte; parecía que él exageraba un poco cuando daba la noticia, pero esa expresión de exageración lo hacía ver un periodista con carácter.

Con el tiempo llegué a saber que era hermano de una excompañera de la universidad; mejor dicho, de la Facultad de Relaciones Públicas donde estudié. Cuando me encontré en la calle al periodista, inmediatamente le pregunté que si era hermano de Lorena, él me respondió que sí, me preguntó que dónde la conocía. Le contesté que habíamos estado en la misma carrera.

El periodista me preguntó a qué me dedicaba, le comenté que escribía una columna, solo que no era de política. “Pásame tu número de teléfono, Richard”, me dijo él. Luego que se lo di me marcó y su número se quedó guardado en mi teléfono.

No pasó mucho tiempo cuando nos volvimos a ver. Leonardo me dio una gran sorpresa ese día. Me hizo la invitación para participar en un proyecto de él el cual se trataba de una mesa de diálogo donde se hablaría de política.

Tuve que ser sincero con él, porque no tenía –ni sigo teniendo– experiencia en el tema. Leonardo me animó al decirme que lo único que se necesitaba era opinar algo “¿Cómo ves, Richard?, ¿te animas?”. “Está bien”, respondí, enseguida me salió un suspiro. El suspiro había salido de mi pecho como una manera de estar de acuerdo.

Antes de que se llevara a cabo el proyecto de la mesa de diálogo, Leonardo me avisó por teléfono que nos íbamos a reunir a las diez de la mañana para que estuviéramos preparados para grabar en día sábado, y el día de la reunión sería un jueves.

El día jueves nos vimos en un restaurante, ahí conocí a cinco periodistas, dos mujeres y tres hombres, aunque también estábamos Leonardo y yo. En lo que entrábamos de lleno al tema, Leonardo abrió una bolsa grande de plástico y sacó un traje de color azul marino. Me dijo: “Pruébatelo, Richard. Es un traje nuevo. Junto con mi esposa calculamos tu medida”. El saco me quedó perfectamente; el pantalón, un poco largo.

A todos los demás compañeros y compañeras se les entregó un traje para el inicio de la primera presentación de la mesa de diálogo la cual sería grabada en un restaurante de la ciudad. En la reunión se habló de forma general cuál sería el tema que abordaríamos, para ello hubo opiniones diferentes que enriquecieron la reunión.

Por la mañana del sábado, como eso de las nueve de la mañana, comenzamos a llegar los de la mesa de diálogo. Las dos mujeres periodistas se veían muy elegantes con el saco y falda azul marino; los hombres lucíamos el traje del mismo color.

Leonardo le preguntó a los dos camarógrafos que nos avisaran cuando estuvieran listos para grabar. Los chicos empezaron a preparar sus equipos de grabación; ya elegían un punto de apoyo, ya otro, para escoger el mejor ángulo.

Nosotros ya estábamos listos en la mesa del restaurante. Leonardo había hecho con tiempo las gestiones necesarias para que el dueño nos facilitara el espacio.

Leonardo era el dueño del proyecto y responsable de lo que se fuera a difundir a través de las redes sociales. Lorena, Marta, Carlos, Arturo, Gerardo y yo nos comunicábamos con la mirada como preguntando: ¿ya estás listo? ¿Ya estás lista?

Uno de los camarógrafos nos hizo la señal con la mano para comenzar a grabar: “Tres, dos, uno…”.

Leonardo se dirigió a las cámaras diciendo: “Amigos de las redes sociales, gracias por acompañarnos esta mañana…El tema de hoy es…”

Pensé que me iba a poner todo nervioso en la mesa de diálogo, pero no fue así. En lo que se llevaba a cabo la grabación mis compañeros me dieron la oportunidad de participar. Después de mi presentación, me sentí importante. Nunca había experimentado una situación como esta; tampoco llegué a pensar que algún día formaría parte de un grupo de periodistas que juntos saldríamos en una grabación de video el cual posteriormente se transmitiría a través de las redes sociales.

La mesa de dialogo resultó un gran éxito; llegó a miles de reproducciones. Cuando el video comenzó a circular, especialmente en Facebook, leí el comentario de un viejo amigo de mi padre; decía: “Estoy contigo, Ricardo. ¡Adelante!”.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.