EU, injerencista
La relación bilateral México-Estados Unidos, con la elección presidencial allende el río Bravo, lleva a recordar que el 15 de julio de 1867, al entrar a la Ciudad de México tras la derrota y el fusilamiento de Fernando Maximiliano José María de Habsburgo (el segundo emperador que hubo en el país), Benito Juárez García emitió un manifiesto que consigna una de sus frases más célebres.
Refiere: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Acudo al suceso por saber que aún hay injerencia del imperialismo yanqui en asuntos de otros países que no son competencia suya.
De eso ampliaré mis comentarios en líneas posteriores.
Y es que atrapa mi atención el mensaje que la presidenta pronunció tras en Harvard haberse reído de la reforma judicial, al afirmar que es tiempo de unidad y del segundo piso de la transformación, con un solo propósito: “Un México más próspero y con mejores niveles de bienestar para su gente.
Soberanía burlada
El legado de Benito Juárez García, por desgracia, no es atendido cabalmente por países como Estados Unidos, con relación al nuestro, cuando menos.
Y es que en el contexto de la globalización y dada la cercanía de México con la Unión Americana, el respeto a nuestra soberanía pasa a ser un asunto sólo de derecho, porque en el hecho bien sabemos que los gringos no respetan a México como nación libre --aunque aquí persiste la legítima aspiración de sobresalir y dejar de ser otra nación del tercer mundo--, porque en la práctica ésta es burlada una y otra vez por el imperialismo yanqui, so pretexto de las múltiples y variadas relaciones establecidas de manera necesaria con sus vecinos dizque más cercanos y lejanos –según el punto de vista por el que se vea--, en aras de la conveniencia mutua.
Ahora es el clima de violencia e inseguridad lo que despierta el apetito intervencionista del Tío Sam.
También existen una serie de mecanismos e instituciones que se han consolidado en la era de la globalización y están al servicio de las naciones ricas: el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo.
Estos organismos marcan la pauta a seguir y son el brazo diplomático de la fuerza imperial.
La otra cara es la intervención abierta.
Subordinación
México, no obstante haber diversificado sus relaciones con las naciones del orbe a lo largo de su historia, sigue moviéndose en la órbita estadounidense.
Su condición de país subordinado propicia que los “americanos” insistan en apropiarse de nuestros recursos naturales, merced a su voracidad, a la vez que incrementan su influencia sobre diversas áreas de la economía nacional.
No se puede negar que el mexicano es un pueblo dependiente de los vecinos del norte en tecnología, inversión y comercio.
De igual manera estamos subordinados en lo que respecta a las importaciones de nuestros productos primarios.
Esto demuestra que la balanza comercial es a favor, en mucho, de los gringos.
Y lo peor del caso es que ya exhibieron la tentación de querer intervenir en asuntos de política interna y exterior, con el pretexto de la defensa de sus intereses –sobre todo en lo que se refiere a la seguridad de sus compatriotas y de su territorio mismo--, arrogándose así la facultad de ser árbitros de la “democracia y la libertad” en cualquier parte del mundo, o de patrullar con sus fuerzas armadas las zonas fronterizas más peligrosas de acá de este lado del río Bravo.
Es algo que no toleramos los mexicanos, pese a las evidentes diferencias que existen entre las fuerzas políticas que se mueven al interior del país.
Con todo y los tropiezos que tenemos y las evidentes carencias que impiden un justo desarrollo a nivel nacional, al momento en que se percibe en riesgo la soberanía, la paz y la libertad, las diferencias internas se atenúan y se antepone el interés superior de México.
Tampoco se puede soslayar el hecho de que en casa tenemos fuerzas retrógradas que trabajan denodadamente para entregar la plaza a intereses externos.
Afortunadamente son una minoría de apátridas que no han podido contaminar a la gran mayoría de los mexicanos.
Correo: jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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