Goloso y el plato inteligente
Con más de 30 años de diabético siempre celebro ver cómo, un familiar o un amigo, es de un buen diente: que come de todo, que no tiene restricciones, que se da gusto con lo que está a disposición de su plato. Un buen día, con un par de amigos, comimos en el Golden Corral (¿se escribe así?) y se dieron gusto, hasta se animaron a recriminarme y me dijeron: comes bien poquito, y puras ensaladas. Tuve que explicarles la cuestión de mi dieta, por ser diabético. Hasta les hable del plato inteligente.
Un día, en una reunión, donde al final se hace una cena, dieron tamales. En cierto momento no pude quedarme callada y le comenté, a quien estaba a un lado de mi: ya se fije, aquel amigo, ya se sirvió dos veces… doce tamales. Y vi cómo, con parsimonia, va deshojando cada tamal, lo coloca en su plato, les pone salsa y con el tenedor los va haciendo pedacitos. Y no dejo nada. En casos como esos, la verdad, hasta envidia me da: quisiera comer de todo, y todo, como muchos mortales lo hacen.
DIOS PROVEE.
Un familiar, por la vía de papá, cumplió la regla estadística: de que quien es diabético, si no se cuida, pierde 10 años de su esperanza de vida. Falleció a los 63 años. Su caso vale la pena conocerlo. Desde joven, muy joven, mostró una inclinación a la religiosidad. Cumplía con todas las reglas de su iglesia, acudía a las reuniones en la iglesia, participaba en los distintos eventos que organizaban. Siempre, en la medida que podía, daba gracias a Dios por las múltiples bendiciones recibidas. Y en cuestión de comidas, decía: Dios provee y, hagan de cuenta, daba cuenta de todo lo que le ponían enfrente.
Un día, sin embargo, se sintió mal y acudió con el médico. Como suele suceder, en principio, le prescribieron medicamento; pero en vista de que no mejoraba, le ordenaron estudios y una derivación fue que tenía que bajar de peso. Le prescribieron una dieta, pasó el tiempo y no bajaba, así que el médico lo apremió: tiene que bajar de peso, es por su salud, y le recomendó que se operara el estómago. Así lo hizo: efectivamente, así bajo de peso, sin embargo, en su cuerpo el daño ya estaba hecho y al poco tiempo falleció. Su hermana, me dijo un día: nunca se cuidó, no atendió la recomendación de que hay que cuidar el cuerpo, que hay alimentos que hacen daño y más en exceso.
PLATO INTELIGENTE.
Confieso que, desde que empecé a escribir, le agarré gusto a las bebidas alcohólicas. Pero todo cambio desde que me di cuenta que soy diabético: si tomo, digamos con medida, y procuro seguir las prescripciones médicas. Un buen día, una excompañera me dijo: te ves muy bien, como le haces: hago ejercicio, cuido mi dieta y me tomo todas mis pastillas, le dije. Pero yo veo, me dijo, que presumes una Victoria, un tequila o un wisky. Son imágenes, le dije, en alimentos sigo la regla del plato inteligente.
En distintos grupos de diabéticos en el Facebook proponen la regla del plato inteligente. Recuerden que en la primaria nos enseñaron la pirámide alimenticia, pero la verdad, ya ni nos acordamos de ella. De ahí retomar la cuestión del plato inteligente: se divide en tres partes: un cuarto, contiene un carbohidrato, solo uno (tortilla, frijoles, arroz o papa); en el otro cuarto, va una proteína, es decir, una porción de carne, roja, pollo o de pescado. En mi caso, la proteína en promedio tiene que ser de 100 gramos.
COME MUY POQUITO.
Yo no puedo comer en Las Viandas o en el Cuatro Vientos: los platillos son tan abundantes que, ya me acostumbré, en algún restaurant prefiero pedir media orden; y cuando voy con la familia, cuando menos con mi esposa, usamos la regla de compartir. Y es que, la dieta se convierte en una regla: por eso, en más de una ocasión me han dicho, “casi no comes”. Y ese, la verdad, es un verdadero problema cuando estas en una reunión o en una fiesta, o que atiendes una invitación a comer o cenar.
Me sucedió en el 2011 en Santiago de Compostela, el Dr. Pousa, uno de mis profesores del doctorado, me invitó a cenar a su casa, me presumió que su esposa y su hija eran estupendas cocineras. Y así fue: después de disfrutar una buena conversación con un buen tinto, pasamos a la mesa y me quedé mirando el platón, servido: Le pedí a la señora si podía retirar la mitad de lo que me sirvió y me dice: todavía no lo prueba y no lo quiere comer. Le explique la situación de mi dieta, sobre todo las cantidades y accedió… Fue una cena deliciosa, los platillos españoles tienen buen sabor.
DAÑO ACUMULATIVO.
La alimentación es necesaria, pero también, debe ser la apropiada. Quienes somos diabético bien que lo sabemos, los efectos de la azúcar, son acumulativos y no se ven… por eso, la diabetes es el asesino silencioso. Podemos no sentir nada, pero nuestros órganos gradualmente van teniendo un daño: a una tía le vi las llagas del pie diabético; un amigo falleció porque le fallaron sus riñones… y no se diga, en serio, aquellos que ya han padecido amputación de un dedo o una pierna: por no cuidarse y atender las indicaciones médicas.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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