Llegue con miedo
Viajar siempre es una experiencia, una vivencia, que difícilmente se olvidan algunos momentos. Aquellos que nos causan placer, felicidad; pero también, aunque uno no quiera, los que nos ocasionan estrés o un poco de miedo. Fue lo que sucedió el miércoles cuando viaje a la CdMx. El trayecto no fue complicado, avanzar y avanzar, pararnos para atender a las mascotas que viajaban con nosotros. No hubo accidentes ni nada por el estilo. El viaje, se puede decir, fue cómodo a pesar de lo largo del trayecto y de su duración.
El problema fue la llegada y la estancia. En la entrada a la CdMx viví el momento del tráfico vial; de como unos y otros, para avanzar conducen de manera temeraria, se avanzaba muy lento, lento, se me hizo largo el tiempo para llegar al destino final. Y luego los días subsiguientes, la noche del miércoles, y en el transcurso del día, los microsismos se encargaron de hacer pasar un mal rato. Hagan de cuenta, fue venir y encerrarnos, salir lo mínimo indispensable.
NO SABEN MANEJAR.
Los viajes ilustran, bien que nos lo dicen a cada rato, con ganas de emocionarnos. Y efectivamente, así lo atestiguo, en cada viaje se aprenden cosas nuevas, significativas y relevantes. En el caso de CdMx una de las cosas que se viven, no se olvidan, es la forma de manejar: hay accidentes, como en todos los lugares, pero sus conductores, taxis, los de aplicación y las personas mismas, tienen destrezas que me dejan maravillado (el comportamiento, pleitos y reclamos, es otra cosa). En lo personal ser testigo me lleva sentenciar que, en lo personal, nunca voy a manejar en esta ciudad.
Al ser testigo de la forma de conducir le doy la razón a mi hija: en Victoria la gente no sabe manejar. No cuenta con la pericia suficiente, claro hay sus excepciones; manejan muy lentos, afirma mi hija. Y en lo personal, he sido testigo, no se respetan las reglas viales: se pasan los altos, no atienden cuando indicas que pasaras a otro carril, me ha tocado permanecer, porque el que viene atrás, para no permitirme el paso, acelera. Y otro aspecto, en el caso de Victoria: el de los motociclistas, imprudentes, veloces y sin casco de protección.
LA DIFERENCIA.
Donde encuentro una diferencia notable, abismal, es en la cuestión gastronómica. Hace tiempo Arturo Pérez-Reverte, el escritor español, publicó un texto donde hacia una confesión: que en España ya no había “meseros profesionales”. Y efectivamente, comparar CdMx con Victoria nos deja muy pequeño. Las opciones gastronómicas en la capital cueruda son pocas; en CdMx, casi son infinitas, a lo largo y ancho de sus diversas delegaciones. He disfrutado, principalmente comidas y cenas, de calidad y muy variadas. Y lo más significativo, es la calidad del servicio, sean en los alimentos como en la atención.
Recuerdo un caso en Victoria: Mario Ruiz Pachuca intenta explicar a la mesera como entregar la cuenta. Imaginen: la pone en la mesa y a los cuatro vientos proclama, con voz fuerte, la cantidad que se tiene que pagar… más de un comensal puso atención. Y otro caso es el pago: en algunos victorenses, no puedes ir, no tienes efectivo; y en otros, la propina tiene que ser en efectivo y aparte, porque el dueño, para no batallar, hacer sumas y restas, prefiere no entregarlas, ¡se queda con ellas!
LIBRERIAS.
Si queremos referirnos a la cultura, sobre todo a libros, a librerías, la distancia es abismal. Para quienes estamos convencidos de que los viajes ilustran, al viajar buscamos teatros, museos y librerías entre otras cosas. Cuando fue estudiante universitario, era difícil comprar un libro; había que pedirlos por paquetería: en lo personal, en aquellos años, me daba chance de viajar cada semestre a CdMx, recorrer librerías e incluso ir a la UNAM, a Ciencias Políticas, a comprar apuntes mimeografiados. Siempre, venir a la CdMx fue imperativo ir a una librería.
Actualmente, en Victoria, no hay donde comprar libros universitarios. Las librerías que existen, que se cuentan con los dedos de una mano, ofrecen más libros bestseller, novelas o libros de superación. La ventaja hoy en día, que muchos libros se pueden adquirir por internet, por libre mercado, Amazon o las páginas www de las librerías más prestigiadas. Uno de los motivos, o las expectativas de viajar a CdMx, sigue siendo visitar librerías, comprar libros, pese a que ya me jubilé como docente universitario.
RECHACE OFERTAS.
La cuestión es que siempre he sido un provinciano. Nací en un ejido, me cambié a la ciudad para estudiar y ejercer mi profesión. Incluso, al concluir mis estudios universitarios, tuve ofertas de trabajo para Monterrey como para la CdMx… y preferí la comodidad, la paz y tranquilidad, con todas sus carencias, vivir en la otrora ciudad de las cotorras; en donde, durante un tiempo, tomar agua de La Peñita, inducia a quedarse a vivir ahí… en fin, en la otrora ciudad limpia y amable, aunque hoy ya no tiene nada de eso: y si, muchos baches, problemas de abastecimiento de agua, y en los parques y jardines verdaderos bosques de maleza.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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