Cada año se producen entre 100 y 400 millones de casos de dengue: OMS
El dengue (fiebre quebrantahuesos) es una infección vírica que se transmite de los mosquitos a las personas. Es más frecuente en las regiones de climas tropicales y subtropicales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La mayoría de las personas que contraen dengue no tienen síntomas. Cuando estos aparecen, suelen ser fiebre alta, dolor de cabeza y en otras partes del cuerpo, náuseas y erupciones en la piel. En la mayoría de los casos se mejora en una o dos semanas. Algunas personas desarrollan dengue grave y necesitan atención hospitalaria.
En los casos graves, el dengue puede ser mortal.
El riesgo de contraer dengue se puede reducir protegiéndose de las picaduras de los mosquitos, sobre todo durante el día.
El dengue se trata con medicamentos que alivian el dolor, pero por el momento no hay ningún tratamiento específico.
En la mayor parte de los casos, el dengue causa síntomas leves o incluso ningún síntoma y se cura en una o dos semanas, pero en casos infrecuentes se agrava y puede causar la muerte.
Cuando aparecen síntomas, lo suelen hacer entre 4 y 10 días después de la infección y duran de 2 a 7 días. Pueden ser:
Las personas que se infectan por segunda vez corren más riesgo de que la enfermedad se agrave.
Los síntomas del dengue grave suelen presentarse cuando desaparece la fiebre. Son los siguientes:
Las personas con síntomas graves como los descritos deben recibir atención de inmediato.
Tras la curación, la persona se puede sentir cansada durante varias semanas.
Como no hay un tratamiento específico para el dengue, este se centra en aliviar el dolor. En la mayor parte de los casos, el dengue se puede tratar en el domicilio con medicamentos que alivian el dolor.
Contra el dolor se prescribe a menudo paracetamol, pero deberían evitarse los AINE (antiinflamatorios no esteroideos), como el ibuprofeno y la aspirina, porque aumentan el riesgo de hemorragia.
Las personas con dengue grave necesitan ser hospitalizadas.
En las últimas décadas ha aumentado enormemente la incidencia del dengue en el mundo: los casos notificados a la OMS han pasado de 505 430 en 2000 a 5,2 millones en 2019. En la mayor parte de los casos, la persona es asintomática o presenta síntomas leves que se pueden controlar sin ayuda médica, por lo que el número real de casos de dengue es superior al notificado. Además, hay muchos casos que se diagnostican erróneamente como otras enfermedades febriles (1).
El mayor número de casos de dengue se registró en 2023, y afectaron a más de 80 países de todas las regiones de la OMS. Desde principios de 2023, la transmisión persistente del dengue, combinada con un pico inesperado de los casos, resultó en la notificación de un máximo histórico de más de 6,5 millones de casos y más de 7300 muertes relacionadas con esta enfermedad.
El creciente riesgo de propagación de la epidemia de dengue guarda relación con varios factores: los cambios en la distribución de los vectores (principalmente los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus), especialmente en los países que no habían padecido dengue; las consecuencias del fenómeno de El Niño en 2023 y el cambio climático, que incrementa las temperaturas, las precipitaciones y la humedad; la fragilidad de los sistemas de salud durante la pandemia de COVID-19; y la inestabilidad política y financiera de los países que se enfrentan a crisis humanitarias complejas y a grandes movimientos de población.
Según una estimación basada en modelos, cada año se producen 390 millones de infecciones por el virus del dengue, de las cuales 96 millones se manifiestan clínicamente (2). En otro estudio sobre prevalencia se calculó que hay 3900 millones de personas que corren riesgo de infectarse por los virus del dengue (3).
En la actualidad, la enfermedad es endémica en más de 100 países de las regiones de la OMS de África, las Américas, Asia Sudoriental, el Mediterráneo Oriental y el Pacífico Occidental. Las Regiones de las Américas, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental son las más gravemente afectadas, y en Asia se concentra alrededor del 70% de la carga mundial de la enfermedad.
El dengue se está extendiendo a nuevas zonas de Europa, el Mediterráneo Oriental y América del Sur.
El mayor número de casos de dengue se registró en 2023. La Región de las Américas de la OMS notificó 4,5 millones de casos, 2300 de ellos mortales. Un número elevado de casos se notificaron en Asia: en Bangladesh (321 000), Malasia (111 400), Tailandia (150 000) y Viet Nam (369 000).
El virus del dengue se transmite a los seres humanos por la picadura de mosquitos hembra infectadas, principalmente del mosquito Aedes aegypti. Hay otras especies del género Aedes que también pueden ser vectores, pero su contribución suele ser secundaria respecto a la del Aedes aegypti. Sin embargo, en 2023 en Europa se ha observado un aumento de la transmisión local del dengue mediante el Aedes albopictus(mosquito tigre).
Cuando el mosquito pica a una persona infectada, este se replica en el intestino medio del mosquito antes de diseminarse hacia tejidos secundarios, como las glándulas salivales. El tiempo que transcurre entre la ingestión del virus y la transmisión a un nuevo hospedador se denomina periodo de incubación extrínseco, y cuando la temperatura ambiente oscila entre 25 ºC y 28 ºC dura entre 8 y 12 días. No solo la temperatura ambiente influye en las variaciones del periodo de incubación extrínseco; varios factores, como la magnitud de las fluctuaciones diarias de temperatura, el genotipo del virus y la concentración vírica inicial pueden influir también en el tiempo que tarda un mosquito en transmitir el virus. Una vez que se ha vuelto infectante, el mosquito puede transmitir el agente patógeno durante toda su vida.
Los mosquitos pueden infectarse a partir de personas virémicas con el virus del dengue. Puede tratarse de una persona con infección sintomática o que todavía no haya manifestado síntomas (presintomática), o de una persona sin signo alguno de la enfermedad (asintomática).
La transmisión de seres humanos a mosquitos puede ocurrir desde 2 días antes de la aparición de los síntomas de la enfermedad y hasta 2 días después de la resolución de la fiebre.
El riesgo de infección del mosquito está directamente asociado a los niveles elevados de viremia y fiebre en el paciente; por el contrario, los niveles elevados de anticuerpos específicos contra el virus del dengue van asociados a un menor riesgo de infección del mosquito. La mayoría de las personas son virémicas durante 4 o 5 días, si bien la viremia puede durar hasta 12 días.
La principal vía de transmisión del virus del dengue entre los seres humanos son los mosquitos vectores. Con todo, hay pruebas de que pueden darse casos de transmisión materna (de una embarazada a su bebé), aunque las tasas de transmisión vertical parecen ser reducidas y el riesgo de ese tipo de transmisión se encuentra ligado aparentemente al momento en que se produce la infección durante el embarazo. Cuando una embarazada está infectada por dengue, es posible que el bebé nazca prematuramente y con bajo peso, y que padezca sufrimiento fetal.
Se han registrado casos infrecuentes de transmisión a través de productos sanguíneos, donación de órganos y transfusiones. Asimismo, también se ha registrado la transmisión transovarial del virus dentro de los mosquitos.
Una infección previa por el virus del dengue aumenta el riesgo de desarrollar dengue grave.
La urbanización (especialmente la no planificada) está asociada a la transmisión del dengue en función de múltiples factores sociales y ambientales: densidad de población, movilidad humana, acceso a fuentes de agua fiables, prácticas de almacenamiento de agua, etc.
Los riesgos comunitarios frente al dengue también dependen de los conocimientos, actitudes y prácticas de la población con respecto a esta enfermedad, ya que la exposición está estrechamente relacionada con comportamientos como el almacenamiento de agua, el mantenimiento de las plantas y la autoprotección frente a las picaduras de mosquitos. La vigilancia sistemática de los vectores y las actividades de control que implican a la comunidad incrementan en gran medida la resiliencia comunitaria.
Los vectores pueden adaptarse a nuevos entornos y climas. La interacción entre el virus del dengue, el huésped y el medio ambiente es dinámica. Por tanto, los riesgos pueden cambiar y extenderse geográficamente a causa del cambio climático en las zonas tropicales y subtropicales, así como por la creciente urbanización y los movimientos poblacionales.
Los mosquitos que transmiten el dengue están activos durante el día.
Se puede reducir el riesgo de contraer el dengue protegiéndose de las picaduras de mosquito con:
La aparición de criaderos de mosquitos se puede prevenir de las siguientes formas:
Si se contrae el dengue, es importante:
Hasta la fecha, en algunos países se ha aprobado y autorizado una vacuna (QDenga). Sin embargo, su uso solo se recomienda para el grupo de edad de 6 a 16 años en entornos de alta transmisión. Asimismo, se están evaluando otras vacunas.
En su respuesta al dengue, la OMS:
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