Dicen los expertos que la persona con la que más vamos a hablar durante toda nuestra vida es con nosotros mismos.

La forma en la que te hablas a ti mismo condiciona tu capacidad para afrontar las dificultades y determina la toma de decisiones. A lo largo del día somos capaces de crear aproximadamente 60,000 pensamientos, de los cuales el 95% surgen de forma automática, siendo similares en días consecutivos, y de ellos, el mayor porcentaje son negativos (80%).

Inevitablemente ante estas cifras nos preguntamos ¿cómo y por qué se forman? puesto que si son negativos: “no favorables”, lo deseable en muchos casos, es poder cambiarlos para experimentar un resultado diferente.

La mayoría de nuestras creencias se desarrollan en la infancia. Es decir, la gran mayoría de las personas navegamos con un mapa mental del Siglo XX en un mundo del Siglo XXI

Nuestros pensamientos, forman parte de nuestro "mapa mental" que, junto con las creencias, los valores, las reglas, y el significado que atribuimos a las distintas experiencias a lo largo de la vida, constituyen todos aquellos aspectos que nos hacen únicos y diferentes, y que determinan nuestra forma de percibir el mundo y el entorno en que nos movemos.

Es sabido que una misma experiencia o situación para unas personas puede ser interpretada como desagradable y muy estresante; otros en cambio, pueden considerar la misma situación como un desafío y el estrés inherente a ella, como un motor para superarlo.

Por lo tanto y volviendo a la pregunta ¿cómo se forman los pensamientos negativos?

Igual como se forman los pensamientos positivos, mediante la impronta y la “memoria” resultante a nivel mental, emocional, e incluso físico, de las distintas experiencias aprendidas como ya lo mencionamos desde la primera infancia; de los mensajes en forma de frases, declaraciones, gestos e incluso “silencios”, recibidos del entorno familiar, social y de las instituciones educativas en todos sus niveles.

Desde la primera infancia se va construyendo un “mapa” que de una forma u otra determina nuestra manera de percibir, de expresar, de comportarnos y de responder a la realidad que nos rodea.

Cada nuevo pensamiento es como una pequeña tormenta eléctrica recorriendo nuestro cerebro. Nadie los ha visto nunca, pero su poder es infinito: son ellos los que moldean la forma en que vemos el mundo, ellos son los que en un momento dado nos alientan con una emoción renovadora, lista para transformar nuestra realidad.

Seguramente te estés preguntando hasta qué punto puede influir una idea y la importancia de cuidar los pensamientos, Gandhi nos dejó estas palabras:

“Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se transformarán en actos. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino y tu destino, será tu vida”.

Los pensamientos se trasforman en palabras. Las palabras son muy poderosas. Las palabras te salvan la vida, o te condenan a muerte. Por tanto, las palabras crean y destruyen mundos; está escrito en las Sagradas Escrituras. No obstante, te contaré una verídica historia que da fe de esta gran verdad.

“Había en un frío país comunista un matadero muy grande, y con mil cien trabajadores. En la garita del vigilante pasaban, diariamente, todos esos obreros. Un buen día, casi a la hora de terminar la faena, y por no dejar unos terneros muertos fuera del frigorífico gigante de la empresa, un obrero se esforzó un poco más y justo cuando escuchaba la voz de la sirena, que anunciaba el final de la jornada laboral, la puerta del frigorífico congelador se cerró de golpe”.

“Este buen hombre entendió que su última hora había llegado pues nadie escucharía sus gritos de auxilio. Así, se dispuso a morir dignamente, agradeciendo a Dios por la buena vida que le había regalado; y que, por favor, cuidara de su familia. Y no había terminado su plegaria cuando, de pronto, la puerta del congelador se abrió, y apareció el asombrado vigilante de la garita”.

“El obrero, llorando de alegría y emoción, le pregunto, ¿Cómo sabías que me había quedado encerrado? El vigilante le respondió: no, no lo sabía. Pero si sabía que, por la mañana, de los mil cien trabajadores, sólo tú me dabas los buenos días. Y por las tardes, cuando todos marchaban, sólo tú me decías: ¡qué buenas noches!. Hoy nadie me dio las buenas noches, y por eso vine a buscarte.

Esta historia es real y verdadera. Pero lo mejor no es esa verdad, sino otra muy superior; las palabras crean realidades que te da regalan vida y te libran de la muerte.

Se ha demostrado científicamente que el cerebro es plástico y puede cambiar su aspecto, lo que impacta en la forma en que percibimos las cosas. Nosotros no somos de una manera o de otra para siempre. Podemos cambiar. Es una elección personal.

Si no estamos satisfechos con lo que somos y cómo somos podemos actuar para realizar cambios que nos acerquen a la plenitud y a la abundancia. No tiene sentido no cambiar en un mundo cambiante. Recordemos que lo único constante en la vida es el cambio.

Ten siempre presente que la vida y la felicidad no se construye paso a paso, no se construye día a día. Se construyen pensamiento a pensamiento.

Si cambias tu mente y tus pensamientos vas a cambiar tu vida. Porque la calidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.