La política es un juego de estrategias y percepciones, donde cada movimiento puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota. En el contexto de una elección la toma de decisiones se vuelve aún más crucial, ya que no solo se trata de ganar una contienda, sino de dirigir los destinos de un país entero. En este escenario tenso y decisivo, me encontré en una posición única, frente a un candidato y su equipo de campaña, con la tarea de interpretar datos de encuestas que parecían tener en jaque a toda la estrategia electoral.

Faltaban dos meses para el Día D, y la campaña se encontraba en un punto crítico. Había varias carpetas sobre la mesa, cada una repleta de números y gráficas que reflejaban el pulso de la opinión pública. Dos empresas encuestadoras de renombre habían proporcionado estos datos, pero la campaña parecía no saber cómo interpretarlos. Había un temor latente, un miedo palpable en el ambiente.

Era el miedo a lo desconocido, a lo que las encuestas revelaban y ellos no podían ver. Miedo a perder una oportunidad que no estaban aprovechando, o peor aún, a estar siendo superados por una amenaza electoral invisible para ellos. Esta incertidumbre, esta falta de certeza, los llevó a buscarme, a mí, un consultor independiente, para que tradujera esos números en una estrategia clara y efectiva.

Recibí todo el material y me sumergí en él. Estudié cada variable, cada número, buscando patrones y tendencias que pudieran dar pistas sobre el estado real de la contienda electoral. Mis conclusiones fueron contundentes: la estrategia de campaña estaba basada en suposiciones erróneas, en percepciones sesgadas que no reflejaban la realidad del contexto, del electorado y del ánimo social.

Preparé un informe detallado y me presenté ante el candidato y su equipo. Les expuse mis hallazgos, les mostré las cifras que indicaban que estaban en un rumbo equivocado. Les dije que, si no cambiaban drásticamente su enfoque, la elección estaba perdida. Pero su reacción fue de incredulidad, de rechazo a aceptar una verdad incómoda.

Me miraron desconcertados, como si no pudieran creer lo que estaban escuchando. Me dijeron que no era para tanto, que ellos tenían todo bajo control, que iban a ganar de todas formas. Para ellos, era solo cuestión de matices, de ajustes menores. Agradecieron mi trabajo y me dieron las gracias, sin tomar en cuenta mis advertencias.

El desenlace fue el que temía. Perdieron la elección de manera contundente, dejando escapar una oportunidad que estuvo al alcance de sus manos. Y yo, a pesar de haber hecho mi trabajo de manera profesional y objetiva, perdí un cliente. Pero más allá de las pérdidas individuales, esta historia pone en relieve una verdad fundamental en la política: la estrategia siempre debe basarse en datos reales, en una evaluación precisa de la situación.

La lección es clara: en política, como en cualquier otro ámbito, la realidad siempre debe prevalecer sobre las percepciones y los deseos. Ignorar los datos, seguir el instinto o las presunciones puede llevar a resultados desastrosos. En un mundo cada vez más complejo y competitivo, la toma de decisiones informada es más importante que nunca.

Esta historia también resalta la importancia de la humildad y la capacidad de aceptar la realidad tal como es. A veces, la verdad puede ser incómoda, puede desafiar nuestras creencias y prejuicios. Pero es precisamente en esos momentos cuando más necesitamos enfrentarla y actuar en consecuencia.

En resumen, la política es un juego de estrategias, pero las estrategias deben basarse en la realidad, en datos fiables y en una evaluación objetiva de la situación. Solo así se pueden evitar errores costosos y alcanzar el éxito deseado

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.