Sectores mayoritarios
En su censo poblacional más reciente –el correspondiente al año 2020--, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) consignó que de los 3 millones 527 mil 735 habitantes de Tamaulipas, la mayoría son mujeres (un millón 791 mil 595) y por edad hay una considerable cantidad de jóvenes.
La misma fuente anota que las féminas de 18 años en adelante y los hombres de hasta 29 años, constituyen los segmentos por grupos y sexo numéricamente más importantes.
Estamos hablando de aproximadamente el 70% de los 2 millones 848 mil 971 ciudadanos registrados en la lista nominal de 2024.
Esta cantidad es harto significativa, si revisamos los escrutinios de las dos contiendas estatales anteriores: en 2022 la participación ciudadana en las urnas fue del 53.06 %; y en el segundo del 52.68 por ciento.
De esta manera, una estrategia electoral que pretenda el éxito en los comicios del próximo 2 de junio, no debe soslayar el hecho de que cada día son más las mujeres y los jóvenes dispuestos a ir a las urnas, por lo que es indispensable ir a su encuentro para evitar que el espectro del abstencionismo nos gane la partida a todos.
Sobre todo, cuando demostrado está que en procesos anteriores se quedó sin sufragar cerca de la mitad del electorado.
En su mayoría jóvenes de ambos sexos.
Hago este comentario porque las estadísticas reflejan que, al menos hasta el año en curso, han persistido inercias impuestas y autoimpuestas, impidiendo la participación amplia de los dos segmentos e, inclusive, una representación justa en cuanto a equidad de género y oportunidades para la juventud se refiere.
El peso específico de las mujeres –que representan más del 50.94% de la lista nominal--, atrozmente ha sido dimensionado a través del discurso y en el festejo baladí, aunque ahora se les ha incorporado a la dinámica política, en tanto que los jóvenes han sido encauzados a ocupar un lugar preferente en el proceso de normalización institucional y formalmente son alineados para defender intereses ajenos a los suyos.
Fuerza juvenil
La chaviza militante de los siete partidos políticos con registro oficial se distingue por su capacidad para organizar torneos y concursos –por la disposición errónea de sus dirigentes la mayoría de las veces--, mientras llega la coyuntura electoral.
Pero ahí tampoco aportan algo significativo, pues son utilizados para desarrollar actividades tradicionales como dirigir brigadas de impacto, lo mismo que repartir y pegar propaganda o, en el mejor de los escenarios, cargarles el portafolio a los políticos de moda.
Difícilmente, en años anteriores, pudimos encontrar a los (entonces) jóvenes organizando foros, dirigiendo proyectos, generando ideas e igual propuestas personales o encabezando labores comunitarias, pues poco interés mostraron sus jerarcas partidistas para tomarlos en cuenta y con ellos penetrar en el ánimo ciudadano, siendo entonces entendible que a la hora de votar no acudieran al llamado.
En su declaración de principios, todos los partidos asumen que la formación de sus cuadros juveniles representa una de las mejores opciones de renovación y permanencia.
Pero lo real es que en el pasado se privilegió la disciplina autoritaria, tanto como la inamovilidad juvenil, provocando la aparición de liderazgos impuestos que soportan las esperanzas de sus inventores políticos para acceder a posiciones político-administrativas de mayor envergadura y no para hacerle justicia a sus jóvenes adeptos.
En esta ocasión, vemos a más jóvenes, aunque no los suficientes, en como candidatos a cargos de elección popular.
Presencia femenil
Si la presencia de los jóvenes en cargos de elección popular se mira hoy trascendente, en el caso de las mujeres (que suman la mayoría de la población tamaulipeca), su participación es fundamental en este proceso en que habrán de renovarse 43 ayuntamientos y el Congreso del Estado.
Más porque se antoja crítica la competición para los siete partidos –Movimiento Regeneración Nacional (morena), Verde Ecologista de México (PVEM), Del Trabajo (PT), Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC)--, en el entendido de que existe una clara indefinición en cuanto a las preferencias ciudadanas, ya que no es lo mismo elegir solo al jefe del Ejecutivo estatal, que al Presidente de la República, senadores, diputados federales, diputados locales y ayuntamientos, por ser los alcaldes y sus comunas, tanto como los legisladores estatales, los actores políticos que más en contacto están con la población merced a su propia actividad.
Empero es ahora, en pleno proceso electoral estatal, cuando más se debe involucrar a las mujeres y los jóvenes.
En fin, hay tiempo suficiente para que los dirigentes de cada órgano político recapaciten y no comentan, como sus antecesores, el insensato yerro de privilegiar más a los ‘cartuchos quemados’ que a las mujeres y los jóvenes que vienen apretando fuerte y firme en el sistema político.
Correo: jusam_gg@hotmail.com
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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