Los mejores críticos no tan críticos
Una de las razones por las cuales no avanzamos en el proceso de aprendizaje para escribir mejor o que nuestra escritura tenga mayor calidad, se debe en parte a que no nos gusta que nos critiquen los textos, pues llegamos a considerar que todo lo que hacemos es bueno y eso nos bloquea la mente para seguir avanzando.
Considero que no es recomendable ser nuestros mejores críticos cuando somos principiantes, porque tal vez nos haga falta la experiencia suficiente como para juzgar nuestros escritos. Las lecturas que hagamos sobre autores maestros en redacción, ortografía o gramática nos van a capacitar para detectar las fallas, si es que no queremos que alguien nos haga ciertas observaciones.
Por eso, no creo que podamos ser nuestros mejores críticos sin una base sólida en conocimientos como para que nuestros escritos sean capaces de soportar la estructura del texto que redactamos; nos podemos pasar años llenando páginas sin tener buena calidad en la escritura, ya que los errores serán visibles a la vista del lector capacitado.
Luego de mucha práctica y teoría, ya con experiencia en el camino recorrido, tal vez podamos llegar a ser nuestros mejores críticos, pero solo hasta entonces lo sabremos; porque una cosa es autocriticarse, es decir, juzgar por nuestra propia cuenta si el texto que redactamos está bien escrito o no, sin haber recurrido a una ayuda externa; otra muy distinta es aprender a detectar errores, porque para eso sí nos podemos capacitar leyendo libros de redacción, ortografía y gramática.
Recuerdo que hace tiempo con el propósito de saber si tenía la capacidad intelectual para escribir cuento, me inscribí a un taller literario. Fue ahí donde aprendí a conocer mis fallas como cuentista, ya que mis compañeros me lo hicieron saber por medio de sus comentarios.
Es importante tener presente que cuando uno escribe lo hacemos con la finalidad de que alguien nos lea, y qué mejor si nos integramos a un taller literario o un taller de redacción donde nos van a señalar las fallas, aunque no vamos a estar solos, ya que para eso está un maestro quien nos va a guiar en el camino para ser mejores escritores.
Por cierto, recuerdo cuando salí de mi casa muy entusiasmado con un cuento bajo el brazo, me había llevado varias horas escribirlo, por eso llegué a pensar que iba a sorprender a mis compañeros del taller literario, pero al leer el cuento ante el grupo el sorprendido fui yo: ¡cuántos errores!
Si va en serio la idea de continuar avanzando en el aprendizaje para mejorar nuestra redacción, entonces no debe caber la menor duda de que la teoría nos va a permitir avanzar como queremos. Hay muchos autores que podemos estudiar; se debe tener paciencia para observar los ejercicios, concentración para entender lo que el autor trata de decirnos. Aunque se lea poco al principio, lo más seguro es que nos podamos llegar a sorprender cuando seamos capaces de detectar nuestros propios errores.
A veces nos causa risa al ver la complejidad de un texto que redactamos siendo que este se pudo haber escrito sin tanta dificultad; lo anterior pasa mientras vamos avanzando.
Ha pasado también que mandamos una colaboración para el periódico o revista, y una vez que fue publicada nos damos cuenta que ahí está el error muy visible, no era la palabra correcta, le faltó el acento, etcétera, etcétera. En ese momento nos pasa por la mente que hubiera sido preferible hablarle al director, corrector o redactor para que revisara nuestro texto antes de haberse publicado, pero resulta que ya nada se pudo hacer.
Por Internet podemos ver ejemplos de errores en notas periodísticas, pues mientras el autor de la nota quiso decir una cosa, en realidad se interpretó otra totalmente distinta. Para detectar a tiempo esas faltas es necesario que nos involucremos en el estudio constante de la teoría para ponerla en práctica.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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