Nuestro sistema es emocional
Se han escrito muchos ensayos y artículos acerca del sistema político mexicano, sin embargo, la mayoría se dedican a teorizar sobre las tendencias ideológicas, los modelos económicos, los programas sociales y otros aspectos que les atraen a los estudiosos, pero hay otros autores que han afirmado que nuestro sistema está más cerca de las emociones y los sentimientos que de la ideología o las teorías socio económicas. Hay evidencias de que los afectos son definitorios a la hora de formar equipos de trabajo, comités, comisiones o gabinetes. La historia vieja y la reciente están llenas de ejemplos de jefes de Estado que tuvieron que soportar los excesos de sus consanguíneos.
El mismísimo apóstol de la democracia, Don Francisco I Madero se apoyaba en su hermano Gustavo cuando ganó y asumió la presidencia de la república. El ilustre coahuilense tuvo un fin trágico a principios del siglo pasado pero esa es otra historia. También en la época de la posrevolución, el generalísimo Lázaro Cárdenas del Río tenía debilidad por sus familiares pues él, aparte de ser presidente de México, fue gobernador de Michoacán pero su hermano Dámaso ocupó el mismo cargo. Tiempo después, Cuauhtémoc, el hijo de Tata Lázaro, fue gobernador del mismo estado y estuvo a punto de ganar la presidencia de la república. El expropiador del petróleo siguió ganando batallas después de muerto (como El Cid) pues su nieto Lázaro Cárdenas Batel también despachó en el palacio de gobierno de Morelia.
Los hermanos Ávila Camacho, poblanos ellos, inspiraron ensayos académicos y literarios por la peculiaridad de su vida pública y privada. Según algunas fuentes tenían cierta rivalidad. Se disputaban hasta el amor de su madre, ambos querían ser presidentes de México, pero quien lo logró fue el general Manuel Ávila Camacho con el apoyo del histórico partido único de la Revolución. Se dice que cuando tomó posesión se resistió a nombrar a su hermano Maximino como titular de la poderosa Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) porque estaba muy presionado por los grupos que le habían llevado a la presidencia. Desesperado porque el hermano presidente no le entregaba el puesto que, supuestamente le había prometido, el histórico hermano incómodo se presentó a las oficinas y tomó posesión por la fuerza.
El presidente Luis Echeverría Álvarez mostró cariño por su hermano Rodolfo creando un banco para apoyar la industria cinematográfica que financió muchas películas (algunas muy buenas, por cierto) pues Rodolfo Landa (era el nombre artístico del hermano del presidente) conocía a profundidad el ambiente del cine. Llevado por su amor fraterno, el presidente José López Portillo colocó a su hermana Margarita como directora general de Radio, Televisión y Cinematografía desde donde la culta hermana presidencial fomentó el culto a la poeta Juana de Asbaje Ramírez, conocida por su nombre religioso de Sor Juana Inés de la Cruz (pasó a la posteridad como la Décima Musa). La hermana de López Portillo también escribía poesía, pero los críticos del presidente le endilgaron el mote despectivo de la Pésima Musa.
El presidente Carlos Salinas de Gortari alcanzó celebridad triste por las andanzas de su hermano Raúl quien pagó con cárcel algunos de sus excesos. Sería frialdad, fortaleza emocional o cinismo, pero el hijo adoptivo de Agualeguas, Nuevo León jamás mostró enojo contra el hermano incómodo. En ese contexto, no es raro que Xóchitl Gálvez haya nombrado a su hijo como coordinador, aunque dañara su campaña. El amor es ciego.
Correo: amlogtz@gmail.com
Ambrocio López Gutiérrez
Periodista y Sociólogo.
Columnista en diversos medios electrónicos e impresos.
Redactor en el equipo de Prensa de la UAT.
Profesor de horario libre en la UAM de Ciencias, Educación y Humanidades.
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