Una trágica comedia de arrogancia
La siguiente frase la escuché como parte de un mensaje que Dios le dio a una persona, refiriéndose sobre las actitudes del hombre (ser humano) en ciertos aspectos de nuestra existencia e idiosincrasia. Y si, Dios tiene toda la razón al momento en que se refiere a nosotros de esa manera, nos hemos ganado tal percepción de su parte en muchos aspectos de nuestras vidas.
A través de los años muchas han sido las oportunidades vía las diversas religiones, pasajes históricos o enseñanzas empíricas y demás, en las que hemos aprendido sobre el cómo comportarnos o el cómo deberíamos de comportarnos. Nunca generalizo, pero tristemente tengo que admitir que como sociedad seguimos quedando a deber un buen.
Ni intentaré tratar de aleccionar sino más bien invitar para reflexionar. Si cada quien analiza el entorno social en donde vive, (en este caso de aquí de nuestro país México) ¿Pudiéramos afirmar que en verdad estamos bien como sociedad? Cada quien, en su estado, municipio y ciudad, ¿Qué calificación pondrías en un acto de total sinceridad al calificar tú entorno?
Si somos honestos sabemos que no estamos como deberíamos estar. Un ejemplo sencillo que hizo recientemente reír y enojar a la vez a una amistad cuando le dije; “Leía en diversos artículos sobre los avances tecnológicos en otros países, tecnologías e inventos muy avanzados que están teniendo un impacto positivo para su sociedad y entorno, y aquí carnal seguimos sin poder tapar si quiera bien los cientos de baches que hay.”
En estos días conversando con personas de diferentes edades y estatus, todos, pero todos sin excepción se quejaban del entorno sociopolítico. Tristes, enojados, decepcionados y más, concordaron que pareciera que no solo estamos estancados sino a veces peor. Y que esto trascendía los colores, fervores y apasionamientos políticos. Que definitivamente era un fiel y triste reflejo de lo que somos o de lo que hemos dejado de hacer para mejorar.
Me queda más que claro que nadie es perfecto y que Roma no se construyó en un día, pero caramba, no creo hayan durado ellos tanto tiempo con infames baches. Mucho que meditar y reflexionar, pero sobre todo mucho por hacer. El verdadero cambio cualitativo está en nuestras manos, nadie nos rescatará si nosotros mismos no hacemos más por mejorar.
Hace siglos existió un hombre de nombre JESÚS, que vio injusticias y definitivamente decidió hacer algo al respecto. Con amor, empatía y mucha sapiencia cimbró al régimen establecido y por ello hasta su vida dio. Una persona que terminó cambiando al mundo y aunque muchos no crean en él, si definitivamente saben sobre su historia y legado.
Estos días de asueto se toman gracias a lo que él hizo y en estas fechas muchos hacen de todo pero menos seguir las enseñanzas que nos dejó. Predominan las cervezas sobre las oportunidades de meditar y mejorar, mientras él dio hasta su vida, muchos quieren darse pero hasta una vida que no les corresponde.
Qué bueno que despejemos nuestra mente y nos divirtamos, olvidando lo cotidiano y los problemas por momentos o días, eso ayuda, pero si después retornamos a nuestro mismo entorno y nada cambia, pues entonces ¿de qué nos sirvió el escaparate, solo para el “relax” pero no para la mejoría?
Se dice que Judas recibió 30 monedas de plata para traicionar a Jesús y después todos sabemos el desenlace de su acción tuvo, pero ahora pregunto mis hermanos y hermanas que amablemente leen esta imperfecta pero sincera colaboración escrita hecha con el corazón:
¿Cuántas monedas estaremos nosotros aportando o recibiendo para traicionarnos a nosotros mismos?
El pensar en que todo está bien y peor aún, terminar diciendo como muchísimos lo hacen que esto es simplemente fruto de nuestra realidad, eso sí es una verdadera trágica comedia de nuestra arrogancia e ignorancia. Yo nunca tiro la primera piedra por qué no estoy libre de pecados, pero también a mi manera aporto para que nuestro entorno mejore y trato de ser una mejor persona para también quebrar ciclos y generar mayor esperanza.
Pero independientemente de sus creencias, religiones o ideologías, si pido que Dios me los bendiga a todos. Amor, paz y más empatía para todos poder estar en mayor sincronía positiva.
“Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Al sustituir el odio y el resentimiento con amor y amabilidad, te sentirás más cerca de Dios y verás que hay más paz en tu vida.”
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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