Guerra sucia
La guerra sucia siempre ha existido y más en los procesos electorales. De siempre, en la lucha política, desde que se instauro la sentencia de que el fin justifica los medios, la forma de destruir a un enemigo político no tiene nada de moral. Durante un tiempo era a través de libelos, por lo regular anónimos o surgidos de la clandestinidad; hoy en día se usa la red que multiplica los mensajes. De ahí, sin duda, el reclamo de que se regulen por todos lados.
La guerra sucia es jugar con la información: sea una verdad contada a medias, se igual, una mentira, y en la mayoría de las veces, es con información falsa. Lo que importa, interesa, es dañar al enemigo. En este contexto es como aparecen, por decir, los traidores; que son los que filtran información verídica, pero que daña, o que trasmite información para que sean usados por el enemigo. Por eso, hoy en día, cada candidato tiene lo que se llama: Cuarto de guerra.
VIOLAR LA LEY.
Se atribuye a Adolfo Hitler la siguiente expresión: “Al comenzar y dirigir una guerra no es el derecho lo que importa, sino la victoria”. Así, quiérase o no, siempre es la actitud de quienes tienen el poder en sus manos. Por eso es importante quienes tienen, en sus manos, el poder electoral. Hoy los órganos electorales son autónomos en lo formal; en los hechos, tanto el INE como el TRIFE, están cooptados por el Poder Ejecutivo Federal, si no en su totalidad, si en su mayoría. Por eso, una y otra vez, el Presidente AMLO no vacila en meter las manos en las elecciones, si no es directamente, si de manera indirecta, pero se nota su mano.
La guerra sucia, digamos formal, se da en el momento de que un candidato viola la ley; lo puede hacer, gastando más de lo autorizado, con financiamiento fuera de la ley o, tan simple, violando hechos concretos; como se hace con las concentraciones masivas, con la publicidad. Y en estos casos, la actitud de los órganos electorales deja mucho que desear. Ya les pidieron que pongan un hasta aquí: pero, una y otra vez, lo ha dicho el Presidente: su autoridad moral está por encima de la ley, así que, vamos pues, no le vengan con que la ley es la ley. Hoy, imposible, castiguen a alguien como Félix Salgado, que se negó a informar sobre sus gastos de precampaña.
DESEOS Y MIEDO.
¿Qué puede impactar en una campaña negativa? En esencia, todo lo que destruye una imagen o que va en relación a los beneficios que se pueden obtener o los males que se pueden evitar. Por ejemplo, conto hace muchos años Catón que, en una de las campañas de Cuauhtémoc Cárdenas, en los distintos eventos en Monterrey aparecía un niño con una pancarta: “Cuauhtémoc Presidente”. Pidió que se lo llevaran para platicar con él y preguntarle la razón de su apoyo y la respuesta fue sorprendente: “Dice mi papa que si usted gana nos vamos a ir a vivir a Houston”.
En la elección del 2006 AMLO fue derrotado por una frase: “Es un peligro para México”, que se juntó con otras actitudes, como aquello de “Cállate chachalaca” o no ir a uno de los debates: y gano Felipe Calderón. La frase potencializo el miedo que la sociedad mexicana, quizá la alta y la clase media, tiene en relación con las formas de gobierno en otros países… por eso, repiten una y otra vez, que dentro de unos años estaremos como Cuba, Venezuela, Nicaragua o Rusia, con solo un partido gobernante y un dictador. Pese a que la venganza no es su fuerte, dice AMLO, bien que recuerda y con coraje a Calderón y lo que represento para México su gobierno.
En 2018 AMLO gano la elección con una promesa: “Primero los pobres”, que combatiría a la corrupción y la impunidad, sello característico de los gobiernos del PRIAN. Ahora en la elección del 2024, las promesas de MORENA y su candidata van relacionadas con el miedo: declaran una y otra vez, que si pierden los pobres van a perder los beneficios sociales que impulsa la 4T. Y siguiendo con el deseo de beneficio, prometen construir el segundo piso, es decir, seguir apoyando, incluso mejorando, dichos programas. Por eso, si, por eso, Xóchitl firmó con su sangre que los programas sociales van a continuar.
PROMESAS Y DESCALIFICACIONES.
Con el objeto de agradar a la mayoría, tanto Claudia como Xóchitl, prometen hacer más y más por los programas sociales y más de uno se pregunta: ¿alcanzará el dinero para repartir más? ¿Cuánto tiempo pueden aguantar así? Así que debemos de poner atención a las propuestas de cada candidato: por ejemplo, Claudia no tiene problemas, puesto que cuenta, por decir, con un apuntador o un guion y, si no se sale, puede no cometer pifias. Cosa distinta, a la fecha, lo que ha sucedido con Xóchitl: cualquier ambientalista aplaude su promesa de cerrar refinerías, pero olvida que está en campaña… y el propósito, siempre en campaña, es halagar el oído del elector y no lastimarlo.
La campaña negativa, la guerra sucia, ya está presente: no la observamos en las declaraciones, ni en las caricaturas, pero si en los memes y en las historias que se difunden en las redes sociales: unas son, completamente mentiras; otras son, medias verdades o medias mentiras, pero otras son directas al prestigio o la imagen de los candidatos, sobre todo de Claudia y de Xóchitl, el otro no aparece en las encuestas ni en los memes.
Hasta las encuestas son parte de la guerra sucia.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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