Tampico, Tamaulipas. - De un aparente paro cardiaco, un abuelito que se ganaba la vida en Centro Histórico con una guitarra y que había dicho era de nacionalidad argentina falleció en el Refugio Temporal de Invierno de Tampico cuando se encontraba en su interior, protegiéndose de las adversas condiciones del clima.

El reporte lo hizo en una primera instancia la Secretaría de Protección Civil municipal a la Fiscalía General de Justicia (FGJ) del Estado, dictaminándose en ese momento que ya no tenía signos vitales, por tal motivo al albergue de invierno arribaron elementos de Servicios Periciales para completar las diligencias.

El desvalido fue identificado como Oscar Ladrón de Guevara Zavala, quien había dicho previamente el pasado 16 de enero cuando amaneció en el Refugio Temporal de Invierno que el día 17 de marzo cumpliría 80 años.

Presuntamente un tipo abusivo el día anterior, el 15 de enero, por la noche, a eso de las 9:00, le arrebató la guitarra que usaba para ganarse la vida, quedando inconsciente cerca del mercado de Tortas de la Barda, cuyos comerciantes llamaron a Protección Civil para que el abuelito fuera auxiliado, mismo que según dijo en el refugio, le habían dado un golpe fuerte en el pecho.

Justo ese día 16 de enero cuando un frío polar afectaba la región él se encontraba en una cama en el Refugio Temporal de Invierno, declarando a los informadores que había nacido en Mendoza, Argentina, después registrado en Xalapa, México, y que tenía unos 20 años de residir en Tampico.

Ese día cantó durante la entrevista una canción del afamado cantante argentino Leonardo Favio 'Yo no puedo Olvidarla', dándole una entonación como si fuera realmente del cono sur, aunque esto que dijo no se pudo probar en el momento, dejando de existir lamentablemente este domingo en el Refugio Temporal de Invierno, por aparente paro cardiaco, quedando en manos de las autoridades clarificar las causas y su verdadero origen.

Lo cierto es que don Oscar Ladrón de Guevara Zavala era un trovador urbano que cantaba en los puestos de comida del Centro y en especial en el Mercado de Tortas de la Barda, ganándose unas monedas al día, sin contar con domicilio fijo, y quedándose a dormir donde le ganaba la noche.