Centralismo sin pudor
La historia nos muestra, de manera fehaciente, como México lucho después de lograr la independencia, por darse una forma de gobierno. La independencia implico establecer, configurar, como se desarrollaría el proceso de gobierno. Destacaron dos grupos, o facciones: los liberales y los conservadores, los primeros federalistas y otros centralistas e incluso proimperio. Al final, después de un gobierno centralista se impuso el modelo federal que se consolido con la Constitución de 1857.
En realidad, el federalismo no ha llegado. Vía leyes, por decir de coordinación federación-estado, como en el área fiscal, el centralismo ha sido una realidad. En los setenta Daniel Cossío Villegas desnudo al sistema político mexicano y califico al Presidente de la República como un Monarca Sexenal. Nada se movía, si no lo ordenaba. Por eso se consideraba que los presidentes, que tuvieron un origen priista, eran poderosos: hacían y deshacían a su plena voluntad.
DISIMULO FORMAL.
La Constitución Política de México establece que hay una división de poderes. Al Presidente lo eligen los ciudadanos mediante su voto; en el caso del legislativo, igual, pero con la circunstancia de que, de siempre, la decisión sobre quien es o no candidato, recae en el Poder Ejecutivo. Es una especie de facultad meta constitucional, así los legisladores discrecionalmente dependen del Ejecutivo: y son estos, legisladores (senadores) los que eligen a los Magistrados de la Suprema Corte a, imaginen, propuesta del Ejecutivo.
Bajo este contexto, en la práctica, México nunca ha tenido una división de poderes. Cuando al Presidente o a un legislador le cuestionaban la división de poderes, por aquello de que aprobaban iniciativas del Ejecutivo (quitándole, eso sí, comas y puntos) y la explicación siempre fue: hay una colaboración entre los poderes, porque lo que importa es México, nuestro país. Así, de siempre, se cubrían las formas de una división de poderes… aunque todos, todos los mexicanos, sabíamos que eso era una formalidad: la orden del Presidente, era una orden y se cumplía.
NO SOMOS IGUALES.
Andrés Manuel López Obrador y los integrantes de la 4T, pregonan a tirios y troyanos que no son iguales. Y efectivamente, no son iguales: los legisladores de MORENA no disimulan, para nada, su dependencia del Ejecutivo y hasta la presumen, por eso dicen que: “Es un honor estar con Obrador” y a sus iniciativas, por orden expresa, no le quitan ni una coma. Así, al grado que en una ocasión recibieron (los senadores) una iniciativa presidencial y en menos de 10 minutos la aprobaron. Por eso, porque ni siquiera vieron, leyeron, menos discutieron la iniciativa el Poder Judicial la declaro inconstitucional.
Y ahora con la propuesta que hace el Presidente AMLO no hay el menor pudor para confirmar, en los hechos, que busca a como dé lugar, que el Ejecutivo tenga como súbditos a los legisladores y a los magistrados. Antes, en la mayoría de los casos, se proponía para magistrados a miembros de carrera; hoy la excepción es clara, evidente, y muestra la firme intención de que no sean independientes: AMLO ante la renuncia de su súbdito, Arturo Saldívar, propone como su relevo a tres mujeres. Las tres con vínculos a MORENA indiscutibles. No quiere que le suceda lo que con otros: que en sus decisiones y acciones han mostrado independencia, por eso AMLO ha dicho, una y otra vez, que le fallaron, que se equivocó… precisamente porque no obedecen sus órdenes.
NADA NUEVO.
El 10 de abril de 1936 terminó el Maximato de Plutarco Elías Calles, así Lázaro Cárdenas demostraba que él era, solamente el, quien gobernaba a México. Desde aquel año, uno y otro presidente han intentado trascender el sexenio, unos hasta pensaron en un golpe de Estado. No pudieron. Hoy, todo hace indicar, la experiencia, sabiduría y estrategia le permitirá a Andrés Manuel López Obrador hacer realidad ese sueño. Si lo logra, Claudia Sheinbaum tendrá el honor de emular a Pascual Ortiz Rubio, mejor conocido como el “nopalito”.
Y es que, con la terna que propone AMLO para sustituir a Arturo Saldívar en la SCJN, no hay la menor intención de vanagloriar la independencia del Poder Judicial: propone, no a personas con carrera judicial, pero si con carrera cerca de su lucha por el poder. Morenistas de hueso colorado que, no debe sorprendernos, en pocos meses o años, los Magistrados al igual que los legisladores de MORENA, podrán gritar a los cuatro vientos que “es un honor estar con Obrador”, pese a que ya no sea Presidente.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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