Ciudad Victoria, Tamaulipas. - El Día de Muertos es más que una fecha en el calendario, es una celebración arraigada en la cultura local, es un tributo a los seres queridos que ya han partido y un recordatorio de que la memoria perdura en los corazones de quienes los amaron.

Ciudad Victoria vive y festeja a quienes se adelantaron en el camino, quienes están en el más allá y a quienes recordamos siempre, y que creemos que vienen a visitarnos en este día.

Desde temprana hora los panteones se llenaron de gente, de quienes fueron a visitar a sus fieles difuntos, quienes hacen que las tradiciones mexicanas tomen el centro del escenario.

Las preparaciones para el Día de Muertos comenzaron desde temprana hora, con familias que se apresuraban a limpiar y adornar las tumbas de sus seres queridos en los panteones de la ciudad. Las florerías locales, que habían estado trabajando horas extras, colmaban el aire con el aroma embriagador de las flores de cempasúchil y las veladoras.

Para muchos la muerte es temor, es la conclusión de la vida, es dolor y sufrimiento, pero para otros el Día de Muertos es un recordatorio de que la muerte es solo una parte del ciclo de la vida.

Comida, fiesta, música y cerveza son los implementos que este día lo vuelven especial en los panteones de Victoria, incluso al interior del Panteón se reza el rosario, se hacen los preparativos para la celebración eucarística.

El Panteón De la Cruz de Ciudad Victoria y el del Cero Morelos fueron el epicentro de la conmemoración. En la entrada, los floristas ofreciendo sus productos, “lleve su ramito en 100 pesos, lleve el arreglo en 200”.

Además, los músicos que se preparaban para entonar diversas melodías para venerar a aquellos que se adelantaron en el camino.

“A 100 pesitos la melodía jefa”, dice uno de los músicos.

Las tumbas estaban decoradas con flores frescas, retratos de los difuntos y alimentos preferidos que se creía que disfrutarían en su regreso.

La música ranchera llenaba el aire, acompañando las oraciones y los cánticos de las familias mientras compartían anécdotas y recuerdos de sus seres queridos. La algarabía se mezclaba con la melancolía, creando una atmósfera única y conmovedora.

Los sabores tradicionales de la temporada también tenían su lugar especial. Pan de muerto, tamales, atole, gorditas, tacos, hotdogs es lo que se ofrece afuera de los camposantos.

Al interior los vendedores de frituras y cigarros, también el que vende jaibas y filete frito.

Algunos niños vestían disfraces de esqueletos y calacas, mientras recorrían los pasillos y tumbas jugando un poco.

El Día de Muertos es una de las tradiciones más profundas y significativas de México, y en Ciudad Victoria, se celebra con fervor y devoción.

Es un día para recordar, honrar y celebrar a quienes han dejado este mundo, un día para reconocer que, aunque la vida continúa, la memoria y el amor por los que se han ido permanecen intactos en cada corazón que los extraña.