El Xantolo y yo
RELATO 1.-Tirados panza arriba en la cama y soñando cuándo regresara uno a su pueblo, los cuates y yo, ya con tedio, solo queríamos escapar unos días de los brazos del DF, he internarse en la bella provincia mexicana para disfrutar de algo diferente.
Entre ellos estaba Fortunato Redondo, nativo del estado de Hidalgo, y de repente trono los dedos y nos dijo: “Vámonos a el Xantolo en Tehuetlán”.
No miramos porque nunca habíamos escuchado esa palabra y el entendió y nos dijo que se refería a la fiesta de las animas, una tradición pueblerina que no hace diferencia entre las clases sociales, una palabra que es masacrada sin clemencia.
Palabras van, palabras vienen, Fortunato nos convenció y ocho jovenzuelos, la mayoría universitarios, nos fuimos de invasores a bordo del autobús, el que cruzo la sierra y llego al pueblo con los primeros rayos del sol, un lugar fresco y bonito, el escenario del llamado Xantolo.
Tehuetlán ubicado al pie de la sierra, donde la parte alta era habitada por indígenas productores de café, que bajan al baile a escoger sus mujeres, que en realidad son hombres fuereños de buen y mal ver.
La diversión, nos dijeron, es vestirse de mujer y bien maquilladas, y dejarse tocar durante el bailongo, lo que hizo que nuevamente nos cruzáramos la mirada desconfiados.
Y, ni modo, nos vistieron con zapato tacón alto, minifaldas o pantalones de licra ajustados, pecas pintadas y dos chonguitos, que nos hacía parecer a La Chilindrina.
Lo peor de esta singular experiencia lo vivió a David, originario de Michoacán, un tipo alto, de ojo verde, piernudo y nalgón, quien ya vestido de mujer tuvo que soportar los apretones de los fogosos nativos hidalguenses. Muchos se lo disputaron, pocos fueron los que ganaron.
David, quien hoy es Médico, habita con su familia en Toluca, y otros que son gerentes de bancos en el DF también sintieron los apretones en esta llamativa odisea.
Ya con tres copitas de aguardiente y vino de jobo, los tocamientos corporales no se sentían y los fuereños nos acoplamos a la perfección al loco zapateo de una música pegajosa indígena con influencia africana.
Carros alegóricos, máscaras, vestidos cortos para los viejos disfrazados y bailes casi eróticos, son una forma muy inusual para recordar a nuestros amados difuntos.
Esa celebración se da a finales de Octubre y principios de noviembre de cada año muy cerca de Tamaulipas y, arrepentidos, no estamos, porque conocimos algo nuevo, divertido, insólito, muy lejano a lo que se acostumbra de, solo llorar.
En la próxima nos vemos, Xantolo.
Porque más que muerte, significas vida.
RELATO 2.-Y los de la Universidad Autónoma de Tamaulipas no se podía quedar con los brazos cruzados y como ignorar lo que están sufriendo nuestros hermanos acapulqueños destrozados por un huracán que no solo metió la nariz a la ciudad, sino que entro con todo el cuerpo.
Los universitarios y su rector, Guillermo Mendoza Cavazos, no se pueden quedar mirando todo de lejos, por ello se sumaron al esfuerzo que hacen los organismos diversos he importantes para recolectar víveres y artículos necesarios que se harán llegar a los damnificados por el huracán “Otis”, en aquel lugar.
A través de la colecta “Unidos por Acapulco”, la UAT, desde el 27 de Octubre, no cesa en su empeño de colaborar de lleno, por ello los universitarios convocan a todos a valorar la dimensión que ese fenómeno meteorológico le cambio súbitamente el rostro a ese famoso centro turístico de México.
Frente a rectoría los universitarios y sus autoridades hacen este movimiento, por ello a través de los diversos medios informativos hacen a todos un llamado para que los acapulqueños no se sientan solos y desprotegidos. La colecta ya casi llega a su fin.
Todos van, por Acapulco.
Correo electrónico: tecnico.lobo 1@gmail.com
Javier Rosales
Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
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