Corrupción; percepción, realidad y un gran pendiente
En una plática con mi hijo, él me comentó que en una de sus clases surgió el tema sobre la corrupción y que debido a que en muchos lados ha escuchado hablar sobre el tema, él quería abordarlo en uno de sus trabajos que le habían encargado. Primeramente, le pregunté qué ¿Cuál fue la percepción generalizada de sus compañeros del salón sobre el tema? Y él me comentó que todos sentían de una manera u otra que la corrupción es algo que permea en su entorno.
Sea por vivencias, porque lo escuchan, lo ven en la televisión, lo leen, etc. pero es de llamar la atención que sea una percepción generalizada entre la juventud. No es que me sorprenda que en un país con nuestros antecedentes en tal temática esto pueda suceder, pero si me entristece que pasan los años y la percepción siga siendo esa.
Me hizo recordar una profunda plática que en mi juventud tuve con mi padre mientras viajábamos, precisamente abordando tal tema. Aproximadamente 20 años después tengo una conversación con mi hijo y aunque han existido avances y/o intentos para minimizar este mal, pareciera que definitivamente hace falta mucho por hacer.
Con la llegada del internet y los diferentes medios de difusión de información masiva, las noticias se diseminan más rápido y con ello la gente está más enterada. Esto no quiere decir que la información que fluye es toda cualitativa pero sí que muchos de los acontecimientos sociales ya tienen mucho más cobertura. Entonces si la percepción sigue siendo alta, quiere decir que el entorno no ha cambiado mucho o al menos no para la percepción generalizada.
Entre los cuestionamientos que en la plática me hizo mi hijo fueron que ¿si de plano era tan difícil combatir la corrupción o que era lo qué hacía falta y que si es algo que tanto se critica por qué la sociedad y los gobiernos lo siguen permitiendo o procurando?
Me transporté inmediatamente 20 años atrás y fueron entre las mismas dudas que yo compartía con mi padre en aquel entonces, en verdad que tristeza. Aplaudo todos los esfuerzos para revertir este gran problemática, pero obviamente es de los pendientes más grandes que tenemos como sociedad. No es algo privativo de nuestra país pero si algo muy arraigado y que desafortunadamente lo caracteriza ante los demás.
Acorde a un comunicado tipo boletín de Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana emitido a principios de este año:
“México retrocedió dos puestos en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 2022 que divulgó la organización Transparencia Internacional, al caer del sitio 124 al 126 de 180 países evaluados, lo que implica una peor posición. México mantuvo por tercer año consecutivo una calificación de 31 puntos sobre 100 en el IPC, considerado el principal indicador mundial de medición de la corrupción en el sector público.
El país comparte la misma calificación que Bolivia, Laos y Uzbekistán, expusieron Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana en un boletín.
Entre los 38 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, México ocupó la última posición. En el llamado G20, el grupo que incluye a las principales economías del planeta, México y Rusia ocuparon los últimos lugares”, indicó el comunicado.
Sin politizar el tema, se debe de decir que es algo en lo que todos tendríamos que participar para ir mejorando. El problema lleva muchos años pero no puede ser algo que nos siga marcando y definiendo. Esto es un fenómeno que lo vemos en los ámbitos políticos, gubernamentales, empresariales, sociales, etc. En el actual gobierno se han hecho mejoras y aun así la percepción se encuentra con los índices antes mencionados.
Con estos antecedentes estimado lector habría que ver entonces que contestaciones tendría que darle a los cuestionamientos de mi hijo. Si a usted le preguntaran lo mismo ¿qué le contestaría a su hijo (a)? Me atrevo a decir que todos podríamos tener una lógica exposición de motivos y a su vez proponer “n” cantidad de soluciones, pero entonces la gran pregunta sería:
¿Qué nos falta, que carajos nos falta?
Sí la mayoría de los mexicanos pudieran experimentar vivir en un país o conocer una sociedad con índices bajos de corrupción y un progreso superlativo o al menos mucho mayor que el nuestro, nos pondría a pensar dos o tres veces más sobre nuestra actitud actual. ¿O tan enquistada está la problemática que de plano así seguiremos?
Si mi Dios padre me da más años de vida y mis hijos descendientes, espero de todo corazón no encontrarme años en el futuro con mis nietos en la misma situación.
Hablando del tema…
Exhibidas por doquier a personajes de la capital del estado de Tamaulipas se han visto en estos días, notas, videos, mensajes y más, rondan entre la ciudadanía. Actos corruptos o no acordes a lo que muchos pregonan están siendo expuestos y si esto seguirá así, pues habrá que comprar una vasta dotación de palomitas, ya que material hay mucho y de muchos.
Tomando en cuenta que estamos inmersos en un proceso electoral que conforme avancen los días, muy seguramente recrudecerá todo.
Ante esto podríamos recordar para la reflexión las palabras de Julio Anguita:
“Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos.”
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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