Matamoros, Tamaulipas. - Sumidos en el llanto y la desesperación, familiares de Emilio García Vázquez y Emilio Samuel García Gandara, padre e hijo, respectivamente, de oficio yeseros desaparecidos en Ciudad Juárez, Chihuahua el pasado 1 de octubre, imploran que se les ubique para que puedan volver a casa de donde partieron para buscar un mejor ingreso.

En una vivienda de la colonia Independencia, Reyna Esther Gandara, esposa de Emilio y madre de Emilio Samuel, sostenía un cartel con la foto de ambos y al final la frase: “prometieron que iban a regresar”.

“Ya estamos desesperados, ya son días que no sabemos de ellos”, expresó entre lágrimas.

Mencionó que estaban acostumbrados a salir a otras ciudades a laborar y nunca habían pasado un problema similar, aunque en esta ocasión la incursión se ha vuelto sombría por la situación.

El dolor se acrecienta cuando narra que su hijo, Emilio, habló con su niña, que está por cumplir años en diciembre, y le afirmó que le organizaría su piñata de Peppa Pig, lo que la menor repite en cada momento.

“Dice que su papá anda trabajando para hacerle su piñata”, mencionó.

Emilio y Emilio Samuel, de 47 y 23 años de edad, salieron el domingo anterior al centro de ese municipio fronterizo a comprar ropa, ya por la noche que doña Reyna les marcaba no contestaban las llamadas porque sus móviles estaban apagados.

En el hecho también está inmiscuido un poblano que iba con ellos, del cual tampoco se sabe nada.

LOS ESPERAN

La denuncia por el hecho ya está ante la Fiscalía General de Justicia de Chihuahua, que ya ha emitido el boletín de búsqueda, e incluso activistas ya difunden los rostros de los matamorenses perdidos, sin embargo, los avances son nulos.

“No es justo, no sabemos de ellos, parece que se los tragó la tierra”, pronuncia la hermana de Emilio, María Teresa García Vázquez.

Pidió a los representantes de la empresa Ruba, quienes los contrataron mediante redes sociales y les dieron viáticos para que se trasladaran a esa región, que ayuden en las labores para tratar de ubicar a sus familiares.

La familia, a la que se le recomendó no ir a esa localidad por el peligro que representa, se ha mantenido a la expectativa, en constante comunicación con las autoridades y personas que conocieron a los trabajadores, aguardando el momento en que se les dé una noticia positiva.