La UAT y el deporte
Con este tema me animo a recordar mis tiempos de niñez y de juventud, ya muy lejanos, y los momentos agradables que me tocaron vivir y que han impactado para bien en mi vida que ya va de salida.
De los 6 a los 17 años, tuve la fortuna de probar lo que es tener una raqueta en la mano y de desplazarme como venado por esas canchas de arcilla colorada para perseguir una pelota que volaba a toda velocidad para ser golpeada sin piedad.
Descalzo, por la carencia de recursos para comprar los zapatos tenis y con un pedazo de madera, porque tampoco tenía para una raqueta, empecé a golpear la pelota en las paredes del Club de Tenis del 18 Juárez e Hidalgo, en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, y así fue como intenté dominar este deporte que mi vida colmó de satisfacciones.
He igual, descalzo, dediqué parte de mi tiempo a recoger bolas en las canchas, con lo que ganaba a diario una cantidad que servía para ayudar a mi familia en los gastos, que eran muchos.
Algunos socios del Club me regalaron el equipo para que jugara en forma y me tomaron en cuenta para los torneos de cada seis meses, en los que en principio fracasé, pero crecí y vino lo bueno.
En algunos torneos, competí con figuras poderosas amantes de este deporte blanco, como Francisco Rábago Castillo, Luís Arce y Antonio Pedraza, este último con brazos de grueso calibre que tan solo con muñecazos vencía al enemigo en turno.
Y fue a los 17 años, -cuando partí al D.F a estudiar periodismo en la UNAM- cuando le arrebaté el triunfo a Antonio Pedraza, quién durante seis años seguidos conservó la victoria.
Otra satisfacción, fue que tuve la oportunidad de dar clases de tenis en el mismo lugar, por ejemplo, a los hijos de los socios, entre ellos a Alejandro Rábago Hernández, Coordinador de Asesores del Gobernador, Américo Villarreal Anaya, en aquel entonces un infante sonriente y muy atento de los trucos que se utilizan para dirigir la bola al punto adecuado para incrementar el conteo.
Y una más, porque integrantes de una conocida empresa de refrescos me querían enviar a Houston para mejorar el estilo y lanzarme a las grandes ligas, pero rechacé la oferta y mejor opté por convertirme en universitario. Me arrepiento o no, ya no sé, aquí estoy.
Ya en México, en la UNAM, me agregué al equipo de tenis, gracias al cual superamos en un torneo el poderío de los rivales del Instituto Politécnico Nacional, al que como pumas derrotamos sin piedad.
Hoy, la raqueta, la fuerza y la velocidad desapareció, porque como veteranos que somos ahora vivimos solo de recuerdos que pintaron de color una niñez y una juventud y que aún nos arranca una buena sonrisa.
Y esto viene, porque aquí la Universidad Autónoma de Tamaulipas y su rector, Guillermo Mendoza Cavazos, no se olvidan de los que rebasaron la edad, a los que están apuntando para que participen en un torneo deportivo que pinta bien.
Se trata del Torneo Vida UAT para funcionarios, maestros y trabajadores, quienes están invitados a participar en Futbol, ajedrez, y tenis de mesa, para que desarrollen su destreza y se sacudan la mala vibra.
Este torneo inicia el 2 de Octubre y el Rector está atento.
Va por la vida de los buenos veteranos.
Quienes tienen la mirada puesta.
En esta peculiar, justa.
Correo Electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com
Javier Rosales
Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
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