Matamoros, Tamaulipas. - Un grupo de migrantes venezolanos, siete niños y ocho adultos, cruzó ayer a las 19:00 horas el río Bravo y aunque alcanzaron a llegar al borde del lado estadounidense, la Guardia Nacional de ese país les impidió seguir avanzando más allá de la alambrada de púas, por lo que llevan casi un día esperando a la intemperie y sin comida.

Fue ayer a las 7:00 de la tarde que los extranjeros pasaron el caudal nadando, pero las fuerzas federales no les dejaron adentrarse más, tampoco las autoridades de Migración han ido por ellos para someterlos al proceso correspondiente, situación que los tiene esperando desde hace más de 20 horas.

Los integrantes de la corporación de EU por la mañana les arrojaron unas manzanas para los menores y botes con agua, además de medicamentos. Desde el lado mexicano, al pedir auxilio, se les brindó pan dulce y agua para que pudieran soportar.

Los sudamericanos habilitaron, con lonas y plásticos, un techo para protegerse del clima que este jueves alcanzó los 36 grados centígrados y la sensación térmica fue de 39 grados en el lapso de la tarde.

Bloqueados

Una integrante de la Guardia Nacional les informó que no los podían recibir y que podrían quedarse el tiempo que quisieran en ese punto, pero no avanzarían más.

Pese al transcurso de las horas, los funcionarios de Migración estadounidense no regresaban a la zona donde estaban las familias.

“Llegaron (los de migración) pero estaban haciendo no sé qué y que ya venían para acá”, dijo el venezolano José Márquez.

Los servidores públicos del Instituto Nacional de Migración (INM) solo acudieron al lugar para tomar fotos y videos, mas no intervinieron.

“Se nos hace una violación a sus derechos humanos debido a que no llevan comida, no llevan agua para seguir esperando tanto tiempo”, denunció la presidenta de Ayudándoles a Triunfar, Gladys Cañas.

Desesperación

Cindy Granado, también venezolana y que está en el campamento del lado mexicano, expresó que la desesperación aumenta conforme pasan los días y el gobierno norteamericano no les brinda sus citas.

Su casa de campaña está frente a donde sus compatriotas fueron interceptados, por lo que constató cómo los mantuvieron sin comida por horas.

“Esto es lo que conlleva, pues la desesperación de no tener qué comer, el calor de aquí, los niños llorando, nos desesperamos y lo que queremos es cruzar”, precisó.

Esta es la primera ocasión en que ocurre un hecho en el que migrantes tienen que esperar al aire libre por más de 20 horas a que se les procese.