“A Dios rogando…”
LO CLARO. Sabemos perfectamente como sociedad el rol que cada disciplina profesional aporta para el desarrollo comunitario el desempeño de su ejercicio. Es decir; el arquitecto o el ingeniero civil, son la piedra angular de la infraestructura que nos rodea; el médico y sus cartas afines –enfermería, laboratorios, etc- el cuidado de la vida y así cada cual y su contribución al desarrollo.
Pero la conjunción de la especialidad y la vida cotidiana tiene eslabones invisibles que son ‘cuidados’ y observados en su equilibrio por profesiones que deberían tener mayor pronunciamiento de parte de la sociedad.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas reconoce la gran aportación meritoria que la carrera de Trabajo Social detona en beneficio de su entorno.
Esa delgada línea que debe sustentar los factores ambientales, socioeconómicos, culturales, políticos, personales que se interconectan a la productividad, son oportunidades para alcanzar el bienestar humano que impulsa y mantiene en sano juicio, el trabajador social.
Dentro de la Máxima Casa de Estudios tamaulipeca, por 66 años llevan avante la carrera que evoluciona con su entorno.
Enaltece la comunidad a quienes dedican su vida profesional a ser ese factor de inclusión social.
LO OSCURO. Vaya que los dichos o refranes son un cúmulo de sabiduría que jamás tiene caducidad.
¿Quién los escribió o su razón de existir? Quizá los viejos nos han legado en frases cortas el sabio resumen de la vida.
En 1568 Juan de Mal Lara (Filosofía vulgar) intentaba explicar los orígenes de la sapiencia de los refranes a modo de conocer los escalones y piedras que nos pueden hacer tropezar o que hay que saber esquivar.
Sus contenidos compiten con la enseñanza que encierra la Biblia en los consejos de vida que nos ofrecen hacia el camino de la moral y las buenas prácticas.
“A Dios rogando y con el mazo dando…” sin un certero autor, aparece incluso en la obra excelsa “El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha” de Cervantes.
Y en su puro sentido irónico, habla de la dobla cara de rogar por misericordia divina y en contraparte, el lado oscuro del ser humano sucumbe a la tentación de ser un perverso pecador. Con la consigna de que el Ser Supremo debe cumplir la solicitud divina del milagro solicitado.
¿Es irreal?
La praxis sugiere que es más común que lo supuesto.
Al analizar el presente ‘ambiente político’, coincidiremos en lo expuesto.
En el vecino país del norte, faltar a la verdad amerita mayor sanción que cometer un asesinato. A Clinton le revocaron su aceptación social siendo aún presidente constitucional, por haber mentido sobre una supuesta relación amorosa con una becaria.
Un político que enfrenta el proceso del tamiz de las urnas, debe ser por consecuencia un virtuoso durante su vida personal. O saber enfrentar el escrutinio público cuando la verdad salga a la luz.
El plagio académico de al menos seis párrafos en el trabajo de titulación (sustentan los diarios en su información, tales como El País, de España y CNN en español) ameritaron que la interfecta (Xóchitl Gálvez) debiera responder a la acusación (sic) “Si la falta es suficiente para anular mi título, aceptaré”.
No. No es la única política que ‘tropieza’ con la verdad.
Una inmensa mayoría de personajes en el ámbito sucumben bajo el observatorio público.
Estos, con golpes de pecho aseguran ser los mejores hombres y mujeres preparados para guiar a un país y aseguran no tener faltas suficientes que los hagan reconocer su ‘lado humano perfectible’. Es decir, con el mazo dando.
Ejemplos existen muchos más.
“Robé, pero poquito” es quizá uno de los personajes que piden a Dios la gracia de ‘servir’ desde la función pública, con la firme certeza que haber tomado dinero del erario, no es causa de espanto o señalamientos penales.
Los plagios de Enrique Peña Nieto para la obtención de su título de abogado en 1991, de Vladimir Putin en su tesis de posgrado en 2006; del presidente de Hungría, del ex primer ministro de Rumania; de John Walsh, ex senador de EE. UU; de Yasmín Esquivel, ministra de la Suprema Corte de Justicia hacen pensar… que todo eso es normal.
COLOFÓN: De lo que puede estar usted muy cierto es que los políticos que dan sentido a los refranes como los expuestos, también utilizan las contestaciones que les mantienen vigentes. Así pues, seguro existe alguno que diga “A chillidos de marrano, oídos de carnicero”. Por los siglos de los siglos…
alejandrodeanda@hotmail.com
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.
Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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